41: Encanto

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Dedicado a valengracell que cumplió años hace unos días. Tarde pero seguro. Espero que disfrutes el cap, chiqui♥

Belén me observó curiosa durante un par de segundos

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Belén me observó curiosa durante un par de segundos. ¿Acaso ella estaría malinterpretando la situación?

No la había invitado a pasar porque mi casa estuviese sola, no obstante, hasta yo mismo sabía cómo otra persona podría entender la situación. Pensé en aclararle que no la había invitado con doble intención, pero ella tomó la palabra primero.

—Tengo sed, ¿te molesta si busco un poco de agua? —preguntó, dirigiéndose a la cocina sin esperar mi respuesta.

La seguí y me le adelanté para poder servírsela, a fin de cuentas era mi casa y ella mi invitada. Belén se sentó en el mesón de la cocina y esperó en silencio que la atendiera. Se soltó su cabello rubio —que se había ondulado un poco— y lo peinó con sus dedos, mientras su mirada parecía ausente.

—Aquí tienes. —Le ofrecí el vaso, evitando contacto visual. Ella solo soltó un suspiro.

Me limité a recostarme de la pared en frente de ella y cruzarme los brazos, no por molestia, sino porque no sabía qué hacer con mis manos. Cuando terminó de beber su agua, dejó el vaso cerca, e imitó mi gesto.

—¿Qué pasa? —demandó. Antes de que pudiera responderle con otra pregunta, habló una vez más—: Hace rato todo estaba muy bien, ahora te noto serio. ¿Qué pasó?

—Eso quisiera preguntarte a ti —contraataqué, sin usar un mal tono de voz—. Primero nos besamos durante una eternidad, después te quedas callada y te despides de mí con un abrazo lastimero.

Para mi sorpresa, ella solo se echó a reír. Inflé una de mis mejillas, sin saber ahora qué le causaba tanta gracia.

—No fue un abrazo lastimero —aclaró—. Es que... No sabía cómo despedirme. Fuimos amigos durante mucho tiempo, después dejamos de serlo, y ahora... No lo sé. Te di un abrazo porque no sabía si era apropiado darte un beso.

Caminé en su dirección y apoyé mis manos en el mesón, encarcelándola cerca de mí. Era tan nuevo tenerla de esta manera, y, aunque era lo que deseaba desde pequeño, la realidad era tan sublime que superó cualquier expectativa.

—Puedes besarme todas las veces que desees —murmuré, con la mirada puesta en sus labios rosados, delicados. Apetitosos.

—Lo dice la persona que espera que yo le pida un beso en vez de robarlo de una vez. —Llevó su dedo índice a mi mejilla y la acarició—. ¿Te pongo nervioso, Andrés Amato?

Sonreí al recordar que yo le había preguntado lo mismo en el elevador.

—Sí. Una parte de mí se llena de nervios cuando estamos solos, Belén.

Lo que había omitido mencionar en mi confesión era que el motivo de mis nervios era porque no quería defraudarla, no como había hecho la tarde de nuestro primer beso. Mis palabras parecieron haberle tomado por sorpresa, dado que me miró con incredulidad y asombro. Las manos de Belén aterrizaron en mi cuello, y sin advertencia ni permisos, procedió a terminar con la distancia entre ambos.

Una sonrisa por alfajores © ✓ | (Watty 2019)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora