Paso 80º.

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"Paso 80º: Aleja las dobles caras, pero tú conserva una".

~N.

Hisao.

Ethan: A continuación leerán contenido erótico que puede ser considerado +18. Así que puedes saltarlo hasta que el flashback acabe. Se recomienda discreción. Ah, y renuncio.

Cuando alguien está molesto y no piensa con claridad en gran parte actúa como quienes le hicieron daño. Yo usaba palabras crueles con la intención de huir, me burlaba de los intentos de los demás y alejaba a otros porque así me sentía; abandonado.

Pero igual que cualquier otro humano, había solo un momento en que trataba a las personas como me gustaría que me trataran a mí. Al tener relaciones sexuales me volvía un romántico de mierda aunque lo hiciera con una papa.

¿Qué demonios hice?

Los recuerdos de la noche anterior eran como intentar pasarme patillas de medicina natural. Amargas, con sabor a monte, y que ya dentro debía beber más agua para quitarme el sabor de la garganta. Un tamaño regular pero que costaba trabajo tragar.

Me dolía no tener control de mí mismo. Herido hacía cosas que cuerdo serían imposibles.

—Te estás cayendo, carajito. Agárrate de mi espal... —lo oí rechistar—. ¡Duele! Pedazo de...

Solté su espalda al percatarme del daño que causé con mis uñas. Las cortaba seguido, ya que cuando me estresaba tendía a pellizcarme y me hería. Al no poder hablar con Jay la ansiedad volvía haciéndome sentir diminuto, igual que una mosca.

Nos tropezábamos en la calle por la bebida, intentando parar algún taxi. Fue cuando no pude contenerme más y lo sostuve de los hombros hasta chocarlo contra una pared mohosa en la callejuela junto al bar.

No estaba pensando, solo quería sentir algo.

—No, no estás... —Lo silencié.

El peso de mis labios caía sobre él, apoyándonos uno del otro para mantenernos de pie. Oí su teléfono caer al suelo, igual que mis audífono fueron arrastrados por nuestros movimientos pero los ignoramos.

Fue el hielo cayendo en el fuego.

Mis ojos se nublaron entre luces fosforescentes y sus ojos contraídos por la presión que ejercía en él. Trató de detenerme un par de veces, mordiendo el labio y golpeando despacio mis hombros, pero eventualmente se rindió y me siguió en cada movimiento como una especie de danza poco practicada.

—Carajito, pesas así que dejémoslo aquí. —Empujó mi rostro, observando a sus alrededores para asegurarse de que nadie lo reconociera.

A pesar de buscar sólo vislumbró unos vagabundos en la callejuela y pocas personas en la avenida que iban o volvían de tomar. Apretó los labios, lanzándome indirectas para que apartara los brazos que lo acorralaban contra los ladrillos.

—Tu nombre es precioso y desastroso. —Le mostré una sonrisa inocente, sosteniéndolo de la mandíbula para volver a besarnos.

En cualquier otro momento Tide Nallan se me habría hecho repulsivo, pero lo besé como si nos conociéramos de toda la vida y nos amáramos de esa forma. Lo extraño era que él lo estaba permitiendo.

No, no era extraño, a él le gustaban esas cosas.

Me sostuvo de los brazos con fuerza y me llevó al otro extremo de la pared. Su rostro estaba colorado por el alcohol que también había subido, la sensación de nuestras bocas calientes por el mismo era como beberlo. Supuso que mi sudadera comenzaba a asfixiarme así que trató de sacármela.

Cómo ser un acosador en 90 días y nunca olvidar quien eres. {FINALIZADO}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora