Paso 79º.

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"Paso 79º: Y recuerda tener un límite. Actuar sin equilibrio solo te lleva a una dolorosa caída".

Near.

—¿Ya enviaste también la información correspondiente del cyber en Shinda? —Preguntó al otro lado de la línea, esa desconocida.

—Sí, lo hice —respondí—. ¿Me enviaste el dinero?

—Obvio, gatito. Por cierto, ¿ya comenzaste a buscar un empl...?

Colgué la llamada, arrojando el celular a la cama con poca batería. Tomé mi sudadera y salí al pasillo de los dormitorios para ver si habían dejado las asignaciones en la puerta. Tenía que arreglármelas sino pensaba presentarme, y aunque no estuviera con buenos términos hacía Hisao él lo traía sin verme.

Eran muchas tareas y proyectos que estaba enviando por correo a los profesores. En este momento no tenía muchas ganas de estudiar así que solo dejé la investigación sobre el escritorio, tomé mi cobija y me recosté para dormir un poco más, aunque ese poco más comenzaba a tomar forma larga.

La cabeza me estaba matando con un zumbido. Dolía, y necesitaba ponerla a trabajar pero el dolor persistente solo no me dejaba. Hacía mucho frío dentro, tal vez porque se concentraba en nuestra área gracias a los árboles altos de afuera.

No me gustaba estar frío.

Apenas elevando los ojos lo vi, había una mancha azul de una paleta de hielo que había comido en la pared. Se veía horrible allí, pero no me había dado cuenta en qué momento la ensucié.

—¿Saben donde está el cloro? Voy a limpiar eso... —Musité, elevando los dedos para intentar rascarla.

Ya estaba seca.

—Near, jeje, ¿no te vas a bañar? Jeje, creo que estás acostado desde hace una semana. —El superior Mirt trató de animarme desde su sitio pero al no ver una reacción de mi parte volvió a dejar la habitación.

¿Por qué está ahí esa mancha?

—¡Oye, no lo ignores! ¡Aunque sea limpia tu espacio, se ve asqueroso así! —Pegó un grito Nath desde el living, echando una mirada furiosa a través del cristal de sus anteojos en el interior.

No está sucio. Siempre está limpio.

—Ugh, huele a basura. Que potente. —Se rió con ironía el de cabello celeste, cerrándome la puerta después de que Mirt abandonara.

No está sucio, ¿verdad?

Traté de cubrirme más con la cobija por el frío hasta reincorporarme en la esquina de la cama. La cobija apestaba a saliva y alrededor de mi espacio solo había basura de frituras sin sí quiera acabarse. Cuando me entraba ansiedad comía poco y abusaba de la chatarra, era un mal hábito que no podía quitarme.

El olor a vainilla se está desvaneciendo.

—Está asqueroso en serio, ¿eh? —Me reí de vergüenza, volviendo a la cama como un tronco.

Era como ser un prisionero y mi propio carcelero. Realmente no sabía cómo todo se tornó así. En qué momento comencé a sentirme tan inútil y ya no pude hacer más chistes. Cuando fue que todo se puso tan serio, o si siempre lo fue o aún causa gracia.

Cómo ser un acosador en 90 días y nunca olvidar quien eres. {FINALIZADO}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora