15.

2.6K 193 1
                                    

¿Saben que es lo malo de que Gris haya conocido a Ryan?

Respuesta; que ahora no deja de hacerme preguntas sobre él.

¿Por qué?

No lo sé, pero sus preguntas empezaron desde que llegamos a la cocina. En vez de que se concentrará en cocinar algo rico, se puso a hacerme un interrogatorio, no es nada agradable que este haciéndolo. Y menos si no hay una razón exacta.
Los ojos de Gris siguieron buscando los míos mientras que yo trataba de mirar hacia otro punto de vista que no fuera su cara.

— ¿A qué maldita hora dejaras de hacer eso? —pregunte con la poca paciencia que me queda.

— Hmm.. —ella negó repetidas veces y luego sonrió para girarse en dirección hacia lo que cocinaba.— Note como estaba mirándote. —comenta dándome la espalda.

— ¿Ah? —en lo absoluto; no entendí.
— No te hagas tonta. —murmuro y se volvió a mí.— Estoy hablándote de Ryan.

— Sinceramente no sé a qué te refieres. —mentí.

Entendía perfectamente lo que decía, ella estaba refiriéndose a la forma en la que Ryan me miro hace un rato y no la culpo. Él no disimula ni un poco él como me mira, su manera de verme es distinta. Me mira con rareza, de una manera que no sé como explicar.

Sólo sé que no es normal.

— Dios. —suspiro pesadamente mientras posaba sus manos en la barra.— ¿Quieres contarme?

— En realidad.. —lo pensé por un momento. Hablarle a Gris sobre todo lo que había pasado con Ryan y lo que está pasando con él, no sería nada rápido de contar.— No. —negué.

— ¡Mmmta! —exclamo con un cucharón en mano.— Al cabo que ni quería saber. —dijo y seguido de eso me volteo la cara de mala gana.

La actitud de Gris es muy graciosa, primero me pregunta algo y después se lo niego para que ella haga lo que hizo. Simplemente esta chica es una de las mías.

De las que empeñó el diablo y nunca las saco.

(...)

— Victoria.. —mis oídos apenas oían mi nombre a lo lejos.

Sentía como si estuviera en una nube. De la cuál no quería bajar nunca, sentía mis ojos relajados y mi respiración estaba en perfecto estado. Estaba calmada, no sentía coraje ni enojos como siempre es durante el día.

— ¡Con un carajo! —escuche fuertemente cerca de mí. Eso hizo que mi cuerpo volviera en sí y terminará despertandome abruptamente.

Por instinto quise ponerme de pie, pero gracias a mis sábanas termine cayéndome frente a mí mamá que estaba hablándome desde hace no sé cuándo tiempo.

— Eh.. —resople un mechón de pelo que estorbaba mi vista.— Hola, mami. —la saludé y comencé a mover mis piernas para liberarlas.

— Jesucristo bendito, Vickie.. —murmuro dirigiéndose a mí, me ayudo a incorporarme y me miro mal.— Debes darte una ducha, es tardísimo. —se apresuró a decir jalandome hacia el baño.

Pero mi cerebro simplemente no captaba sus palabras. Estaba en blanco, escuchaba lo que mamá decía, pero no lo entendía.

Entonces fue cuando lo entendí..

— ¡Maldición, mamá! —caí en cuenta de todo.— ¡Busca mi uniforme, mi mochila y mis zapatos, por favor! —exclame con apuro.

La Chica Indicada ✔️ [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora