Capítulo 22 - Otra Oportunidad

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Qué vergüenza, por Dios. Ni que fueras una adolescente, Lexa.

Se dirigió a la máquina de café que había en aquella sala y cogió un vaso. Madre mía, ¿se iba a sacar veneno de ahí teniendo aquel delicioso macchiato en el despacho?

—Woods, a mi despacho —me va a tirar el café por encima y el muffin a la cara, lo estoy viendo. Me levanté de la silla bajo la atenta mirada de Octavia, que me hizo un gesto con el dedo pulgar, animándome a que todo iría bien.

Tú no has firmado tu sentencia de muerte con un café, cabrona.

—Cierra la puerta y toma asiento, por favor —dijo firmemente, y eso mismo hice. Al menos se preocupaba de que mi humillación quedara entre nosotras y el resto de la oficina no viera en directo el suceso fatídico.

—Buenos días para ti también —le dije sonriente sentándome. Estaba atacada de los nervios, joder. Destapó el café y lo olisqueó. ¿Le gustaría? Le había quitado la tapa, eso significaba que me lo iba a tirar. Si es que lo sabía. ¿Qué tipo de desenlace iba a tener esto? Clarísimo.

Pero para mi sorpresa, cogió un vaso que había cogido y vertió la mitad del café sobre este, cuidando que si algo caía fuera sobre la papelera de oficina, que por cierto estaba llena de papeles. ¿En esta oficina no vaciaban las papeleras?

—¿Quién lo ha preparado? —y encima lo pregunta, manda cojones. Se puso a partir el muffin en dos. ¿También lo iba a compartir conmigo? Yo ya me había comido la mía, pero no iba a rechazarla, era un gesto que estaba segura de que a Clarke le estaba costando la vida hacer. El hecho de tenerme en la misma habitación sin tirarse encima de mí, libre interpretación, debía ser un súper esfuerzo para ella.

—¿Quién crees que lo ha hecho? La experta en capuchinos es Luna, la de los Macchiatos la tienes delante —volví a sonreirle.

Tienes que tranquilizarte, Lexa. Los depredadores huelen el miedo de las presas.

Pero lejos de cagarme viva, me tranquilizó que me respondiera con otra sonrisa. Por un momento pensé que todo podría volver a la normalidad algún día, y que fuera cercano era lo que me alentaba a seguir sentada en ese despacho y no a salir corriendo como gallina sin cabeza de esa oficina.

—Espero que tú... —le dio un sorbo. No pude evitar quedarme mirándola, aprovechando que había cerrado momentáneamente los ojos. Es que era preciosa, joder—. ¿Por qué estás tan sonriente hoy?

—¿No puede estar una contenta? Lo último que me esperaba era que me llamases a tu despacho para compartir el café que te he preparado conmigo. Cuando me llamaste pensé que me lo tirarías encima... —acojonada me hallaba yo en esos momentos.

—Por Dios, ¿en serio me ves capaz de eso? —se me quedó mirando. "Sí, Clarke. Te veo totalmente capaz" no era una respuesta que guardase la paz, pero no estaba yo lo suficientemente calmada como para que mi cerebro pusiera filtros—. Quizás un poco sí. Pero no malgastaría así un café tan bueno —volvió a beber, eso es que le había gustado.

—O sea, que es un café tan bueno —me calentó un poco el pecho que utilizase mis palabras, no podía negarlo.

—¿Y por qué este gran gesto de paz? —tragué saliva.

—Yo jamás he estado en guerra contigo, Clarke... Pero ya que lo dices —no era para nada mi intención solicitarle lo que desde el juicio había pensado en hacer, pero no iba a perder esa oportunidad.

—No voy a cenar contigo, Alejandra —y dale con que la abuela fuma.

—No iba a decir eso —bufé—. Me gustaría tomar clases de defensa policial, por si en algún momento las cosas se ponen feas... Estoy removiendo muchísima mierda sacando toda esta información para ti, para vosotros. Y con el grupo en la cárcel, el hecho de que estoy colaborando con el FBI se habrá hecho saber en todos los Estados. Pueden ir a por mí, Clarke, y quiero estar preparada —ya lo había soltado.

Access Denied (NukaBlack y ClaudiaGalvezB)Where stories live. Discover now