Capítulo 30 - Traición

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—¿Por qué no huyes conmigo? —estaba cansada y ella también, no quería más juegos—. Tengo un montón de pasta que podemos repartir y huir, volver a empezar de cero, sin más hacking. A ti te han quitado todo, a mi madre la van a internar y a mi hermana la van a dejar en la cárcel de por vida... No tengo nada que perder, ¿y tú? —Ontari tenía razón. Había luchado por labrarme una fama en el mundo de la red oscura, era la famosa WorldKila. Y de no ser porque el FBI me dio caza, hubiera seguido siéndolo.

—He perdido todo por llegar donde estoy, Ontari. Os he perdido a vosotros, a ti que eres como mi hermana. Pero no creo que huir sea la solución... Al menos, yo no lo haré —me levanté como pude, me dolía hasta el último poro de la piel.

La miré con tristeza. Ontari había sido la hermana que nunca tuve, un hombro sobre el que llorar, y yo había sido el suyo durante muchos años. Puede que ideológicamente no fuéramos muy compatibles, pero habíamos construido nuestra reputación juntas. Me acerqué lentamente a ella, y ella hizo lo mismo hacia mí, me conocía. Nos fundimos en un abrazo, el más triste que recuerdo. Debía partir y yo debía dejarla ir.

—¡Lexa, vas a meterte en un lío! ¡Ni se te ocurra dejarla huir! —la rubia me gritó, casi afónica. Solté a Ontari, que aún seguía entre mis brazos y la empujé lejos, para que se alejara de allí. Miré a Clarke, estaba decepcionada, lo sabía y jamás podría perdonármelo.

La Inspectora cayó de rodillas al suelo, estaba muy débil. Giré la vista de nuevo a Ontari, que lejos de correr, hacía lo que podía por alejarse. Escuchaba a los equipos de operaciones llegar al lugar, debía hacerlo antes de que fuera tarde. Amartillé el arma que previamente me había dado Clarke. Miré a los ojos a la rubia, sería incapaz de hacerlo de otra forma, y disparé tres veces.

En ese momento vi como el cuerpo de Clarke se desvanecía en el suelo, con los ojos cerrados. Fui hacia ella mientras Blake, que llegaba junto a los grupos de operaciones al patio donde estábamos, me miraba horrorizada. Me dio un empujón para apartarme de ella, lo entendía, pero Clarke necesitaba ir a un hospital. Octavia intentó espabilarla, pero en cuanto abría un poco los ojos se volvía a quedar dormida, había perdido mucha sangre.

—Ocúpate del cuerpo de Ontari, yo llevaré a Clarke al hospital —le dije, agachada a su lado. Ahí pareció entenderlo todo. Fijó su mirada en el horizonte, donde gracias a los focos de los coches de la brigada de operaciones, dejaban ver la silueta de un cuerpo en el suelo, el cuerpo de la que había sido mi compañera, mi hermana y mi familia.

—¿Qué has hecho Lexa? —me preguntó la morena. Suspiré.

—Lo que tenía que hacer. Ontari se estaba escapando, había disparado a Clarke, no podía salir detrás de ella, estoy hecha una mierda —hice una mueca de dolor, seguro que tenía alguna costilla fracturada—. Me la llevo al hospital y que nos miren a las dos —Octavia asintió.

—Desconfiábamos de ti, Lexa —musitó la agente.

—Yo también —suspiré. Y era cierto, que si no hubiera sido Clarke, seguramente me habría ido con ella. Pero la rubia me necesitaba, y hacerle eso sería imperdonable, tanto para ella como para mí. La rompería en mil pedazos y jamás podría volver a recuperar su confianza. Además, me lo había prometido a mí misma.

—Voy a llamar al equipo forense y al Juez Chambery, que está al tanto del caso. Necesito una orden judicial para levantar el cadáver —dijo metiendo un brazo por debajo de la axila de Clarke—. Ayúdame—hice lo mismo que había hecho ella, y con mucha fuerza la conseguimos levantar y llevar al coche.

La tumbamos en la parte trasera del Range Rover. De la bolsa de la que Clarke había sacado las barritas, saqué la manta térmica para ponérsela por encima y las gasas para intentar que cesara la hemorragia.

Access Denied (NukaBlack y ClaudiaGalvezB)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora