Capítulo 27 - Nochebuena

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—¿Cómo vas? —le pregunté a la morena, que estaba agachada con el ordenador sobre sus rodillas, entre dos torres de la sala de servidores.

—Estoy en ello, no me queda mucho... —se la veía muy concentrada, más de lo habitual.

—¿Crees que es demasiado personal para ti? —pareció no escucharme. Me puse de cuclillas a su lado, para observar lo que estaba haciendo. Tecleaba muy rápido un código sobre un archivo—. ¿Qué es?.

—No lo es. Lo de personal, digo. Estamos aquí porque no me fiaba de ella, ¿recuerdas? —tenía razón—. Estoy automatizando un escaneo de la red, para que detecte las horas de los microcortes, coincidencias en Ips y a la vez, la geolocalización de éstas. Llevará algún tiempo porque, si algo ha hecho bien en este programa son los saltos de antena, por lo que tengo que trazar la ruta hasta llegar al origen, que será desde dónde está ella conectada —se nos echaba todo el cuerpo y el tiempo encima.

—¿Cuánto crees que puedes tardar? Necesito darles cifras a todos los jefazos que nos están llamando —resopló, pasándose la mano repetidamente por la cara y el pelo.

—No sé, ¿quizás tres horas? —estaba agobiada, era la primera vez que veía a Lexa así—. ¿Quizás cuatro? Diles cinco, que así juego con algo de tiempo de margen. O seis... —todo lo dijo sin dejar de teclear, ni un solo segundo. Tenía una habilidad de multifuncionalidad de la leche.

—Lexa, necesito una cantidad concreta.

—No lo sé, Clarke. Parece que ha mejorado un poco el programa. Aunque sigue dejando rastro pero me está costando más seguirle la traza —le puse una mano en el hombro y apreté un poco.

—Bueno, tranquila. ¿Has comido algo? —negó con la cabeza como única respuesta—. Por Dios, Lexa, tienes que comer. Voy a traerte un sándwich de la máquina al menos.

—Mixto, de esos de jamón con queso, ¡gracias! —lo que la princesa mande.

—Clarke, no paran de llamar. ¿Te ha dicho Lexa cuanto va a tardar? —Blake me interceptó por el pasillo, de camino a la sala de vending.

—De tres a cuatro horas —la morena bufó—. Es mucho, lo sé, se nos están echando encima, pero está haciendo todo lo que está en sus manos, literalmente —la morena me seguía a por el apertivo—. ¿Tú también vas a por café? —asintió.

—Necesito todos mis sentidos ahora mismo —la entendía a la perfección—. La señal del móvil no nos lleva a ningún sitio en concreto. No hace más que rebotar en bucle por los mismos sitios —resopló.

—Entonces localizad a la madre e id a su casa. Quiero un equipo acompañando a la mujer y vigilada. Puede no saber nada o estar cubriéndola. Y si hay alguna llamada, pinchadla y me avisáis —asintió.

Cuando volví con el sándwich la cara de Lexa parecía un poema, pero se veía lúcida.

—Tenemos varios problemas —justo lo que no necesito oír. Le tendí el bocadillo. A veces viene bien pensar sin hambre.

—Suéltalo —dije después de que le diera el primer mordisco.

—A ver. La geolocalización, de momento, nos lleva a 500 metros a la redonda. Tenemos que esperar un poco más para una dirección exacta. Ontari puede estar en la cafetería de Luna tranquilamente tomándonos el pelo, también ha podido tirar algún cacharro que emita una señal para despistarnos... O lo peor de todo, que sea un equipo de la propia oficina —la cosa se iba complicando según Lexa hablaba.

—¿Y cuánto va a tardar eso? —me agaché para asomarme a su pantalla de nuevo.

—Ya casi está, tengo una MAC. Estamos cerca —tecleó algo más y de repente, dejó de escribir. Sus manos se quitaron del teclado y palideció.

Access Denied (NukaBlack y ClaudiaGalvezB)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora