¬Reflexión del Sol [Kongpob×Arthit]

Cap 5: Todavía no.

Un golpe insistente me saca de mi sueño inquieto y me arrastro debajo del montón de mantas. Lanzando mis pies por el costado, me siento en el borde y miro con cansancio la estúpida puerta. Tal vez la otra persona se rendirá y se irá. Los golpes continúan, así que me levanto y doy un paso más cerca.

ㅡ¿Kongpob? Kong, ¿estás ahí?

Cualquiera menos él, no puedo soportar verlo en este momento. Me arrastro de regreso al centro de la cama mientras esa voz familiar continúa, su tono es lo suficientemente fuerte como para atravesar la puerta.

ㅡKong, por favor, ¿podemos hablar? ¿Por favor? Estás ahí, ¿no? Te busqué por todo el campus, pero nadie te ha visto en todo el día. Por favor, déjame entrar, Kong.

El dolor que atraviesa mi pecho casi me ahoga cuando lo escucho. Se extiende hasta que incluso me duelen las yemas de los dedos y me arden los ojos. El recuerdo de ese beso parpadea frente a mis ojos y no puedo respirar.

ㅡKongpob, abre la puerta...

Golpea de nuevo y el sonido late en mi corazón hasta que sangra. Desesperado por escapar pero sin tener a dónde ir, tomo mis auriculares de la mesa y me los llevo dolorosamente a las orejas. Enchufándolos en mi teléfono, oprimo en la música y escojo una canción al azar. Subiendo el volumen lo más alto posible, cierro los ojos y entierro la cara en mis brazos mientras descansan sobre mis rodillas dobladas. El sonido de los tambores llena mi mente mientras la melodía me envuelve.

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Arctic Monkeys
"Do I Wanna Know?"

¿Tienes color en tus mejillas?
¿Alguna vez tuviste la sensación de no poder cambiar el rumbo?
Que se queda cómo algo entre tus dientes.
Ah, hay algunos ases en tu manga.
¿No tienes idea de que estás en lo profundo?
Soñé contigo casi todas las noches esta semana.
¿Cuántos secretos puedes guardar?

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Varias canciones después, no estoy seguro de cuántas, mi teléfono suena interrumpiendo la música. Lentamente, quitándome los auriculares, me da miedo escuchar los golpes y a esa persona llamándome, pero todo está en silencio. Apago la música y espero más pero no hay nada. Él se fue.

Debería estar aliviado. No iba a abrirle la puerta. No quería verlo, no quería escucharlo. Debería ser bueno que se haya ido, pero no se siente así. El dolor en mi pecho parecido a un cuchillo, se retuerce, y esa maldita voz en los espacios ocultos de mi corazón me susurra que se rindió tan fácilmente porque ya no soy su persona importante.

Duele mucho. El dolor es tan grande que me siento hueco por dentro. No queda nada de mí. Se lo llevó todo con él y no me dejó ni los peores pedazos. Quiero odiarlo, pero no me queda nada para odiar a nadie, ni siquiera a él.