Destino || Terminada

Reconciliación

Calle.

No podía con toda la felicidad que siento por todo mi cuerpo, es cómo si una parte de mi alma haya regresado de nuevo después de haber escapado hace mucho tiempo, y todas estas sensaciones solo se debían a una persona.

Es a la persona que tiene su cabello peliazul y que está justamente acariciando mi cabello mientras tengo mi cabeza en su pecho, hace tanto pensé que había perdido está sensación de paz que solo Poché me brinda.

Ella era mi hogar.

Esta vez no la dejaré ir pase lo que pase, no importa el porque, la amo, la amo tanto que hay veces que duele amarla, pero cuándo vivo momentos así de simples con ella, cuándo veo su sonrisa todo dolor desaparece.

— ¿En qué piensas, hermosa?— preguntó Poché aún acariciando mi cabello.

Extrañaba tanto escuchar ese sobrenombre de sus labios, me levanté de su pecho y la vi.

¿Por qué tiene que ser tan perfecta?

— ¿Qué?— mencionó con una sonrisa que me desarmo por completo.

— Eres perfecta.— respondí embobada viendola, ella se sonrojo.

— No soy perfecta, ni digna para amar. — fruncí mi ceño al escuchar sus palabras.

¿Por qué diría eso?

Solté un suspiro y dirigí mi mano hacia su mentón delicadamente obligándola a verme.

— No digas eso. — pedí. — Eres digna de amar sin importar lo que pienses, eres una mujer maravillosa.

Acaricié su mejilla suavemente, esbocé una pequeña sonrisa.

— Eres algo que encontré sin buscarlo, mi mayor hallazgo. — hablé orgullosa. — Una hermosa serendipia.

Veo como una lágrima rueda por su mejilla, la limpié con mi pulgar delicadamente.

— ¿Qué hice para merecerte?— suspiró pegando su frente con la mía. — Si he hecho algo bueno en está vida, prometo que nunca te dejaré ir de mi lado.

Se separó de mi esbozando una sonrisa.

— Porque eres mi recompensa después de tanto sufrimiento.

— ¿Recuerdas?— dije con una sonrisa. — ¿Tú y yo nadie más?

Poché sonrió asintiendo con su cabeza.

—  Siempre será así, mi amor. — culminé disfrutando de este pequeño momento.

María José me vio a los ojos y me vio como si fuera su tesoro más preciado.

— Te amo, Calle. — murmuró.

— Te amo, Poché.

Después de mucho tiempo nos besamos cómo si nuestras almas se fusionarán y fuera una sola. Nos besamos con todo el amor que aún perdura en nuestros cuerpos.

Esa noche fue la mejor de mi vida.

Dormir en los brazos de la mujer que amo, solo me confirmó que un humano podía tener una adicción, mi adicción era María José.

Me sentí totalmente feliz cómo hace mucho no lo era.

──── ∞ ────

Los siguientes días Poché y yo recuperamos el tiempo perdido, parecíamos una colegialas enamoradas, la sensación de sentirme así de plena y enamorada, me encantaba.

Ella pospuso su viaje a España, logrando quedarse más tiempo en Nueva York, trayendo el trabajo consigo, por mi lado también he tenido paz en el área laboral, por fortuna encontré el archivo del caso perdido y pude presentarme al tribunal con él dando pruebas, aún todo estaba en proceso, pero según yo todo iba a salir bien.