Capítulo 21 - ¿Dónde están las putas llaves?

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—Qué relucientes. ¿Eres de las que, para llenar su ego, las limpia y les saca brillo con cera especial? —no sabía muy bien si quería romper el hielo o construir un muro de hormigón entre nosotras con ese comentario. La rubia desvió la vista hacia esa pared.

—De verdad, cuando pienso que no puedes ser más imbécil vienes y te superas. A estas alturas deberías de saber que no soy tan ególatra como para hacer eso —me miró con una ceja alzada—. Todo es trabajo del equipo tan excepcional de limpieza que tenemos en la oficina. Al cual tienes mucho qué agradecerle, por cierto... —cogió la carpeta que tenía mi nombre y se puso a buscar algo en ella.

—Pues muchas gracias al equipo de limpieza... ¿Yo agradecer de qué? Si llevo aquí dos días literalmente, Clarke, literalmente —lo repetí de forma condescendiente, igual la rubia estaba tan cansada que no podía pensar con claridad.

—No sé por qué razón, la limpiadora me dejó sobre el escritorio el vaso en el que me apuntaste tu número de teléfono, y al verlo reaccioné. Gracias a eso estás hoy aquí y no pasando frío en una celda —me ofreció la sonrisa más falsa que jamás me habían dedicado.

Hostia puta.

—Gracias, no sé si te lo había dicho —la miré, sin acercarme ni moverme de donde estaba. Me miró, y en cuanto lo hizo se me encogió el corazón. ¿Por qué todo tenía que ser tan difícil?

Sacó de la carpeta una pequeña tarjeta dentro de un plástico y luego rebuscó en el cajón de su mesa para sacar un lanyard y engancharlo. Después me lo dio.

—Es tu acreditación. Te sugiero que si te paseas por la oficina la lleves encima, así sabrán qué nivel de seguridad tienes. Con ella vas a poder entrar en el almacén únicamente. Como es lógico, el acceso a la sala de servidores lo tienes totalmente restringido. También tienes acceso al garaje, por lo que puedes aparcar la moto ahí y dejar el casco incluso encima del asiento, para que no te moleste. Si quieres ve metiéndola mientras te reviso los discos duros.

—Muchas gracias —dije cogiéndole la tarjeta de la mano, intentando no rozarla.

Bajé a la calle con el casco en la mano. Subí a la moto y en dos minutos estaba aparcando. Me hice un lío mirando cuál sería mi plaza, así que la dejé arrimada a la pared junto a su coche, pero lo suficientemente lejos para ni siquiera rozarlo. Así no podría echarme nada en cara, esperaba que no le sentara mal.

Subí y me la encontré dejando los discos sobre mi mesa. Me senté mirándola, quería mis disculpas por desconfiar de mí y me la quedaría mirando hasta escucharlas.

—¿Tengo monos en la cara? —dijo dando un paso hacia mí.

Siento mucho haber desconfiado de ti, solamente te juegas tu libertad —dije tratando de imitarla—. No estaría mal, la verdad...

—No olvides que soy tu superior y la que decide si te quedas aquí o te pudres en la cárcel. Ten cuidado —lo tendría.

—Lo tendré —me quedé pensativa—. He visto tu coche abajo. ¿No venías andando? —curiosidad en estado puro.

—Ya no tengo que hacer ninguna parada a por café y sinceramente, es más cómodo y ya está empezando a hacer más frío por las mañanas —se encogió de hombros tan tranquila.

Ya no tengo que hacer ninguna parada a por café.

—Bueno si no necesitas nada más te agradecería que me dejases empezar a trabajar —la miré echándola de mi puesto. ¿No quería que trabajara? Eso iba a hacer. Rodó los ojos.

—Eres tú la que me está reteniendo —negó con la cabeza—. A ver si hoy tienes algo más interesante que entregarme que ayer... —se marchó a su despacho, una vez más, sin cerrar su puerta.

Access Denied (NukaBlack y ClaudiaGalvezB)Where stories live. Discover now