Capítulo 13.

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Mientras caminamos por la calle, numerosas miradas de desconocidos de posan sobre nosotros, mirándonos con una mezcla de sorpresa e incomprensión. Halloween no es hasta dentro de tres días, y nadie parece entender por qué dos adolescentes van disfrazados por la calle como si nada. 

-¿Queda mucho?-le pregunto a Asier después de casi media hora caminando.-Me estoy empezando a cansar. 

-Es aquí.-dice parándose delante de la puerta de una casa.-Ahora salgo.

-¿Me vas a dejar sola aquí?-pregunto mirando a ambos lados de la calle. Está prácticamente vacía, y todo el mundo sabe que este es uno de los peores barrios de la ciudad.

-Este no es sitio para alguien como tú.-dice.-Créeme, prefieres estar fuera que entrar aquí.

Estoy a punto de rebatirle cuando me doy cuenta de que quizá tenga razón. Si esta zona tiene tan mala fama, es por algo. Dios sabe lo que puede haber detrás de esa puerta.

-Vale.-le digo dándome por vencida.-Pero no tardes.

Asier asiente y se coloca delante de la puerta para dar un par de golpes sobre ella. Esta se abre y ante nosotros aparece un tío mayor. Tiene el pelo negro, es un poco más alto que Asier y tiene el cuerpo lleno de piercings y tatuajes. Un escalofrío me recorre el cuerpo.

Asier entra en la casa y yo me siento en la acera. Apenas hay luz y la calle está desierta. Si esto fuera una película de miedo y yo fuera la protagonista, estaría a punto de morir.

Han pasado casi veinte minutos desde que Asier entró y aún sigo esperándole, por lo que me levanto para llamar a la puerta y pedirle que salga.

-Eh, guapa.-dice de repente alguien a mi espalda. Encuentro ante mí a un hombre de mediana edad asomado a la ventana de su coche. Le da varias veces al claxon y sonríe.-¿Qué haces tan sola?

Una arcada brota de mi garganta. Saco el móvil del bolsillo y ando un par de metros, ignorándolo. 

-No te vayas.-dice dándole marcha atrás al coche y colocándose delante de mí otra vez.-Entra al coche, preciosa. Vamos a pasar un buen rato.

Las manos empiezan a temblarme y como puedo marco el número de la policía en el teléfono. En mi mente rezo para que se vaya y no tener que darle al botón de llamar, pero el corazón se me para cuando lo escucho bajar del coche.

-Venga, si sé que lo estás deseando.-dice acercándose a mí.

-Déjame.-digo con la voz temblorosa. Retrocedo unos pasos y mantengo la vista en la pantalla de mi teléfono.

De repente, se para a mi lado y me agarra del brazo.

-Entra al coche.-me susurra en la oreja. Aprovechando que lo tengo pegado a mí, muevo el brazo derecho y le doy un codazo en la barriga. Se separa de mí tambaleándose y se lleva la mano al lugar donde le he golpeado hace unos segundos.-No tendrías que haber hecho eso.-dice en un tono de voz que hace que me tiemblen las piernas. Comienza a andar hacia mí, y justo cuando estoy a punto de echar a correr, alguien lo golpea por la espalda.

-Hijo de puta.-dice Asier pegándole una patada. El hombre hace una mueca de dolor y se gira hacia él. De repente, Asier le pega un puñetazo en la cara y la nariz del tío empieza a sangrar.-Vete o te juro por Dios que te mato.

El hombre se mete en su coche rápidamente y sale disparado de allí. Yo me quedo parada en medio de la calle sin saber qué decir. Me tiembla todo el cuerpo y todavía puedo sentir el contacto de su mano en mi brazo.

-¿Estás bien?-pregunta Asier acercándose a mí. Se queda a unos centímetros de mí, sin atreverse a tocarme. Cuando levanto la mirada, veo que su rostro ha cambiado completamente. Ya no hay rabia en él, sino preocupación.

Doy un paso atrás de forma instintiva. Él teléfono se me cae de las manos y tengo que apoyarme en una pared para no perder el equilibrio. Asier recoge el móvil y se queda mirándolo durante unos segundos, observando el número de la policía en la pantalla.

-Oye...-comienza a decir, pero una música lo interrumpe. Mira el aparato que tiene en la mano y me lo entrega. Con dificultad lo agarro y me lo pongo en la oreja.

-¡Leila!-dice Alice cuando descuelgo la llamada. Tiene que chillar para que pueda escucharla por encima de la música.-¿Dónde estás?

Me quedo en silencio durante un par de segundos.

-Yo...-digo, pero no sé cómo continuar. A un metro de mi, Asier me observa con atención.

-Oye, Leila, no te escucho bien.-dice.-Mira, te llamaba para preguntarte si te importa dormir hoy en tu casa. Es que John me ha dicho que nos vayamos a una discoteca cuando acabe el baile y después a dormir a su casa.-me informa.-¡A su casa, Lei! ¿No es genial?

Me aparto el móvil de la oreja y me quedo mirando la pantalla durante unos segundos. Alice grita mi nombre un par de veces, pero acaba dándose por vencida y cuelga. Asier me mira sin entender.

-¿Pasa algo?

-Me...me acaba de dejar tirada.-le digo.

-¿Es la amiga con la que ibas a dormir hoy?-pregunta. Yo me limito a asentir.-¿No hay nadie más a quién puedas llamar? ¿Otra amiga, algún familiar?

Elliot aparece en mi mente y decido llamarlo a él, pero al quinto tono salta el contestador. Decido probar suerte otra vez, pero sigue sin cogerlo. Llamo y llamo hasta que de repente un pitido me avisa de que me he quedado sin batería.

Me quedo en silencio observando como el teléfono se apaga. Apoyo la espalda en la pared y me dejo caer hasta el suelo, llevándome las manos a la cara.

-Leila.-me llama Asier en un tono cauteloso. Noto como se coloca delante de mí y se pone de cuclillas.-Mi casa está cerca de aquí, ¿quieres que vayamos y te dejo un cargador para que puedas volver a llamar?

Levanto la cabeza ante su proposición y lo miro con los ojos cerrados.

-¿Es una broma?-pregunto. Asier me mira sorprendido.

-¿El qué?

-Esto.-le respondo.-Llevas siendo un capullo conmigo desde el primer día, ¿por qué de repente quieres ayudarme?

Asier suelta una carcajada seca.

-Leila, podré ser un gilipollas, pero no soy un cabrón.-dice.-No voy a dejarte sola después de que hayas tenido que irte del baile por mi culpa y de que un tío casi te secuestre porque te he dejado sola aquí fuera.-hace una pausa y tras unos segundos, añade:-A partir del lunes volveré a ser un capullo contigo, pero déjame al menos ayudarte esta noche.

No puedo evitar sonreír.

-Está bien.-respondo. Le tiendo la mano para que me ayude a levantarme y comenzamos a andar. La noche se cierne sobre nosotros mientras caminamos hacia su casa, y yo no puedo parar de pensar en cómo me gusta esta nueva versión de mi compañero de clase.



La distancia entre tú y yoKde žijí příběhy. Začni objevovat