Capítulo 4.

111 9 1
                                    

Una gran multitud de gente nos recibe cuando llegamos a casa de Will. Tenemos que pasar por el jardín esquivando botellas rotas, vasos y parejas enrollándose. Cuando llegamos a la puerta principal, la música comienza a retumbar en mis oídos. Alice me da la mano y me guía hasta la cocina mientras da algunos codazos para poder hacerse hueco entre la gente. 

-¿Qué quieres?-me pregunta cuando por fin llegamos. 

-Vodka.-respondo intentando hacerme escuchar por encima de la música. Ella asiente y se va al centro de la cocina, donde hay distintas bebidas sobre una isla. Llena dos vasos, uno con vodka y coca cola y otro con cerveza y me tiende uno. A nuestro lado, un grupo de tíos vitorean a otro que está debajo de un barril, tratando de beber la mayor cantidad de cerveza posible. De repente, se aparta y empieza a toser, y los chicos a su al rededor comienzan a abuchearle. Alice me mira poniendo los ojos en blanco y mueve la cabeza para decirme que la siga. Volvemos al salón y me lleva hasta los sofás que se encuentran en el centro. De repente, se le ilumina la cara.

-¡John!-exclama levantando los brazos y dirigiéndose a uno de los chicos que está sentado. 

-Hola, Alice.-responde él sonriendo. La coge de la cintura y la sienta sobre sus piernas. Yo la miro con una ceja levantada, y me doy cuenta de que no sé nada de lo que ha pasado en su vida en los últimos tres meses. En el camino hacia aquí hemos hablado un rato, pero casi todo lo que me ha contado ha sido sobre sus vacaciones en Hawaii, y en ningún momento ha mencionado a John Puckerman.

-Ven, siéntate.-me dice una de las chicas que hay en el sofá. Se mueve para hacerme hueco, ganándose algunos reproches del resto de personas que hay sentadas. Le doy las gracias y me siento a su lado.

-¿Qué hacíais?-pregunta Alice mirando a John.

-Estábamos hablando de lo capullos que son los profesores.-dice este en un tono serio.

-No son unos capullos, solo que tú estás cabreado porque te han echado hoy de clase.-responde la chica que hay a mi lado. Su pelo es de un color castaño cobrizo, y le cae por la espalda en perfectas ondas. Su cara me suena bastante, pero no consigo ubicarla.

-¿Por qué te han echado?-pregunto. John me mira con una ceja levantada, como si no pudiera hacerle esa pregunta.

-Por nada.-contesta cortante.

-Le ha pegado un puñetazo a la pared.-me informa la chica.

-Cállate, Lisa.

-¡Es la verdad!-dice esta tras darle un sorbo a su bebida.

De repente, Alice pega un chillido.

-¿Qué pasa?-pregunta John mirando hacia los lados.

-¡Me encanta esta canción!-exclama Alice haciendo referencia a la canción que acaba de empezar a sonar.-¡Vamos a bailar!-añade, y tira de su brazo para llevarlo al centro de la sala.

Me quedo sentada en el sofá hablando con el resto. Descubro que Lisa va a mi clase de matemáticas y que es la hermana gemela de John. La mayoría de los chicos pertenecen al equipo de fútbol del instituto, y aunque siempre los he visto como unos capullos, resultan ser más simpáticos de lo que esperaba. 


El resto de la noche trascurre con normalidad. Alice y John desaparecieron escaleras arriba hace un buen rato, y Elliot sigue sin dar señales de vida. Me excuso y salgo hacia el jardín para llamarlo.

Al tercer tono, responde.

-Hola, Lei, ¿qué tal?

-¿Dónde estás?-pregunto cortante.

-Ehh...En casa, con Eleanor. ¿Por qué?

-¿No vais a venir a la fiesta?

Hay unos segundos de silencio al otro lado.

-No, Lei. No nos apetece. Lo siento.

Suspiro. ¿No podía haberme mandado un mensaje?

-Vale. Bueno, nos vemos.-me despido y cuelgo antes de que Elliot pueda decir nada. No quiero discutir.

Estoy a punto de entrar por la puerta de la casa para buscar a Alice cuando de repente choco con algo. O más bien, con alguien.

-¡Eh! ¿Estás ciega o qué?-dice el chico delante de mí. Cuando levanta la cabeza y me mira, descubro que es Asier. Parpadea varias veces como si no creyese lo que está viendo.

-No creo que sea yo la que está ciega.-respondo sonriendo. Me cruzo de brazos y lo miro de arriba a abajo. Tiene la camiseta empapada, al igual que la cara, y apesta a cerveza y tabaco. 

-Muy graciosa.-dice con ironía.-Ahora apártate.

-¿Que me aparte?-pregunto sorprendida. Estoy apunto de seguir hablando cuando de repente una arcada sale de su boca. Se inclina hacia delante y noto como una sustancia cae por mis piernas hasta llegar a mis zapatos. El olor a vómito inunda el espacio y el chico se endereza y me mira con una expresión que no soy capaz de descifrar.

Me quedo quieta sin poder reaccionar. Cuando miro hacia abajo, veo mis piernas y mis zapatos untados de una sustancia amarilla, y tengo que llevarme la mano a la boca para no vomitar yo también.

-Joder.-dice Asier. Lo miro con expresión de horror.-Lo siento. No quería...

-Eres un gilipollas, ¿lo sabías?-respondo sin pensar. No solo me desprecia diciéndome que no trabajará en clase conmigo, sino que ahora me vomita encima. 

-¿Perdona?-responde elevando la voz. Parece sorprenderle mi reacción. Da un paso adelante y se pega a mí. Levanto la cabeza y lo miro a los ojos.-A mi nadie me insulta, y menos tú.-añade señalándome con el dedo índice.

-¿Qué quiere decir eso?-pregunto enfadada. Abre la boca para responder, pero parece que algo se le cruza por la cabeza y no dice nada. Se pasa la mano por el pelo y niega con la cabeza.

-Nada.-se limita a responder.

Recuerdo entonces mi conversación con el señor Andrews esta mañana y decido contarle lo que ha pasado.

-Por si te interesa, el señor Andrews me ha dicho esta mañana que no podemos cambiar de pareja, así que hay que hacer el trabajo juntos.

-Ni de puta coña.-responde.-No voy a hacerlo contigo.-Una sonrisa se extiende de forma involuntaria por su cara debido al doble sentido de su frase, pero se vuelve a poner serio rápidamente.

Mi paciencia comienza a agotarse y pongo los brazos en jarras. Doy un paso adelante y le mantengo la mirada. Nuestras caras casi pueden tocarse.

-Mira, me da igual lo que quieras, ¿vale? Tengo que hacer ese trabajo y sacar buena nota, así que si no quieres hacerlo conmigo, vas tú a hablar con el profesor y le explicas que odias a una tía que ni siquiera conoces sin ninguna razón. ¿Te parece mejor eso?

Entrecierra los ojos y me mira durante unos segundos.

-No sé qué te pasa conmigo, pero no voy a dejar que alguien como tú juegue con mis notas y mi futuro, ¿vale? Así que, o te relajas y te tomas esto en serio, o buscas tú la solución, porque yo paso.

Parece que va a decir algo pero alguien lo interrumpe.

-¡Leila! ¿Qué te ha pasado?-pregunta Alice mientras sale por la puerta en mi dirección.-¿Has sido tú?-se dirige a Asier con enfado. Está a punto de encararse con él cuando la agarro del brazo y comienzo a andar en dirección al interior de la casa.

-Déjalo, Alice. ¿Me acompañas a limpiarme?

-Claro.-responde ella. 

Cuando empezamos a subir las escaleras para ir al baño, veo como Asier sigue mirándonos desde el jardín.


La distancia entre tú y yoWhere stories live. Discover now