Capítulo 28. Goodbye Drama Queen

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Terminé de alisarme el último mechón de pelo mientras escuchaba de fondo la voz de Gwen de No Doubt. Sonó la bocina de la furgoneta y me asomé por el ventanal. Otra vez volvía a ver a mis amigas salir de las ventanas como en un episodio de plaza sésamo. Todo estaba cambiando pero esa tradición permanecía inmune a todo. 

Sonó también el teléfono y fui corriendo a atender. Era Azul dubitativa ante el cierre del acto de fin de año ¡Sí, hoy era el famoso día! La animé que a que no se echara atrás porque allí nos encontraríamos para festejar el éxito de la noche.

Sacudí la cabeza de un lado al otro, me zumbaban los oídos. Estaba nerviosa, sabía que hoy iba a dar una vuelta de página en mi vida. 

El beeper vibró, sabía que era un mensaje de Ambar. Decía algo enigmático, sin embargo, no le dí importancia mientras terminé de batirme el flequillo. No podía concentrarme en nada ensayando la manera en que iba a contarles todo a mis amigas y a Azul. 

Me miré al espejo y me sentí extraña, como si no entrara en este cuerpo. ¿Tanto había cambiado en estos pocos meses? Lo cierto es que sí. Y lo incomodo era que los que mas me querían no lo sabían. Pero no podía pasar ni un minuto mas de mi vida escondiéndome. Me sentía en falta con todos.

Me puse brillo en los labios y terminé de calzarme las botas para salir de saltos hacia el furgón.

—¡Nina! ¡Que producción! —exclamó Valeria pintada como una puerta al verme entrar.

—¡Pareces otra! —refrendó Guille, y se miró al espejo algo ansiosa. Hoy era su noche de redención.

—¡Lo soy! Es que tengo que contarles algo...—aventuré corajuda y todas me miraron expectantes.

—No me digas que finalmente Ramiro y vos....—se precipitó Celina. Mantenía su obsesión infinita y sin sentido en  una supuesta relación entré él y yo. Ezequiel se apareció en mi mente y negue con la cabeza.

—No celina, quedate tranquila. —Le plamé el hombro.

—Bah, sigue saliendo con Ambar —refunfuñó.

—Mmmm.

Frunció el ceño y miró ofuscada hacia la esquina. Nos estábamos acercando al salón de eventos.

—¡Miren! Ahi está Azul —gritó Soledad —¡Parece que estuvo tomando sol en la Luna! —Bromeó con una carcajada descontrolada. Es que Azul se veía pálida como una geisha.

—¡Chicas, me bajo acá y hago el trayecto con ella hasta el estadio! —Le indiqué a Valeria que frenara— ¡Creo que me necesita! —agregué bajando a las apuradas.

La alegría de Azul al verme bajar de la camioneta no tenía precio.

—¡Ey Nena! ¿Cómo estas? —La tomé del hombro. Su rostro estaba petrificado pero así y todo conservaba su frescura infantil.

—Nada nuevo: temblor en las manos, las piernas pesadas, corazón galopante...—bromeó entre ademanes torpes. 

—¡Tranqui! va estar todo más que bien —alenté. Azul revoleó los ojos y subió los hombros.

—Sabes que yo te atajo igual —Sonreí hartera—. ¡No te olvides que soy la especialista! —refrendé tocando mis biceps.

—Mi amiga...—Volvió a revolear los ojos y sonrió al fin. Me dió un beso en la mejilla.

—Tengo que contarte algo muy importante.

Abrió los ojos de manera repentina y me escrutó intrigada. Tomé aire, todo el que pude. 

Las Chicas solo quieren divertirseWhere stories live. Discover now