Capítulo 9. Ironic

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—¿Qué me decis?... Finalmente juntos —Soledad señaló a Ambar y Ramiro que salían al recreo de la mano.

—Una telenovela predecible: el chico y la chica linda del Ateneo de novios —contestó  sarcásticamente Valeria. 

Me cayó pésimo la última palabra, aunque no dije nada.

—Hay que ver si él la aguanta...—agregó Celina mirándolos de reojo.

—Dicen que comenzaron en una fiesta —completó casi sin volumen Ana Clara. 

—Sí, esas fiestas a las que jamás vamos a ir —sentenció Valeria moviendo la cabeza como una egipcia.

—¿Vos que opinas, Nina? estas muda hoy —advirtió Soledad. Es cierto, estaba sumida en un silencio furioso.

—Nada, era lo esperable, ¿no? —intenté hacerme la desinteresada y miré la maldad que estaban por cometer Lourdes y Mara.

Acababan de pasarle una notita de "amor" a Juanito P, la cual era recibida por él con entusiasmo pero mas que nada con ingenuidad. Siempre había estado enamorado de Lourdes. Pobre Juanito, caía siempre. Se paró y salió del aula rápidamente y detrás de él corrió Ezequiel y su grupito. Como siempre, solo iba a ver las caras de sus hostigadores, que, por supuesto, lo iban a llenar de escupitajos. 

—¿ Y vos decis? ¿Lourdes va a cumplir con "el trato" ...?—inquirió con cierta ironía Soledad al observar la escena de recién.

—Sí, tengo toda la certeza del mundo. Pongo las manos en el fuego que así será —sentencié tocando el beeper que sonaba en la mochila. 

Hoy justamente era el día de reunión en lo de Ambar.

...

Llegué a su casa mas tarde de lo pactado, me había retrasado en el camino pasando por lo de Celina para dejarle unos apuntes. Era la hora de la cena y tuve la expectativa ver a la familia completa sentada a la mesa. Pero no, el padre, otra vez, no estaba. Nunca lo había visto, era casi como un fantasma en esta familia. Estaban muy solos. Ambar era muy pequeña para tener semejante responsabilidad, ser el sosten emocional de sus hermanos, y cargar todo el peso de la crianza también.

Los 4 niños estaban perfectamente acomodados en la mesa observando atentamente los movimientos de Ambar, que terminaba de cocinar una carne al horno con verduras. El aroma era verdaderamente tentador. 

  —¿Hoy no hay papitas?  —dijo Rita alzando su cabeza al ver la fuente.

  —¡Basta de papitas, suficiente por esta semana! Hoy tenemos algo mejor....

Rita puchereó. Los gemelos protestaron. Juan solo sonrió observando a su hermana hacer, como si anticipara el resto de la escena.

  —La cena de reyes y princesas. ¡Dicen que si comes, te transformás en una o en uno!

 —¡Quiero! —se convenció Rita.  

  —¡Nosotros también queremos... ser princesas! —contestó Ian por él y su hermano gemelo. 

No pude dejar de abrir los ojos como piñatas a punto de ser derribadas.

—¡Yo, Rapunzel! —refrendó Tony levantando la mano.  

Tosí, casi me atraganto con un pedazo de pan. La miré a Ambar desconcertada a la espera de su reacción ante la inusitada respuesta.

  —Pues entonces, ¡A devorarlas! —contestó con naturalidad. Juan, que era el mayor, reforzó con un pulgar para arriba.   

Las Chicas solo quieren divertirseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora