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La semana pasada se casó la hija de mi primera profesora de primaria, una buena amiga de mi padre y mi madre, por tanto fui invitado. Debía realizar este tipo de acciones en favor de mantener el delgado hilo familiar que todavía nos unía, en casa mi presencia era casi inexistente, tenía que compensarlo de alguna forma. Como era de esperarse por el círculo social que se maneja, Yui también fue invitada. No pude evitar pensar en las palabras que hacía poco dejó escapar.

«Voy a conseguir un novio.»

Claro, tan fácil que a ella le suena. No es como si uno mismo hubiera estado intentándolo una y otra vez con la misma mujer durante tanto tiempo, como para que de un momento a otro te tire en la cara que buscará por otro lado. No sé si me lo tenga merecido por lo ignorante que fui durante el año, pero sigo pensando que no es justo.

Takeru debía ser un gran fanático de este tipo de eventos, sino no me explico que hacía aquí, más inexplicable aún me resultó que él consiguiera sacar a bailar a Yui cuando minutos atrás ella rechazó rotundamente mi invitación.

La madrugada avecinaba, mientras mi ánimo decaía. Me tomé las cosas de la forma más tranquila en la que pude sin llegar a imaginarme que los siguientes días me daría de lleno contra la pared de la realidad.

La muñeca de mi brazo derecho se dislocó. No pude continuar saliendo a gaming lounges para jugar, estaba tan cerca de conseguir llegar a la máxima categoría dentro del juego, hubiera sido el gran primer paso, pero ahora todo está arruinado. Es una suerte que la necedad me llevó a tratar de ser ambidiestro desde hace ya un tiempo, de lo contrario ni siquiera estas palabras podrían ser escritas.

Por otra parte, Yui había cumplido y con creces aquello que se había propuesto para ganar una apuesta, tanto como para que el tipo involucrado en ello se dirija a nuestro salón a presumir de ello. Por este motivo encontrarme en ese sitio es de las cosas más extrañas que podrían suceder actualmente.

Tampoco es que haya hecho mucho como para que sus ojos voltearan a mí al momento de tomar su decisión, nunca fue más allá de ser un perrito faldero y tratar de ayudar cuando se me pida, da risa, ¿verdad?

A raíz de esto comencé a disfrutar de mi tiempo a solas en la acerca de las afueras del establecimiento, no necesitaba que absolutamente nadie se metiera en mis pensamientos. Es allí cuando observé el acercamiento de cierta persona que nunca debería de haber estado en dicho momento, en dicho lugar y a dicha hora.

Kayami Sasaki.

Yo no tenía nada que pudiera interesarle a ella.

Ella tenía una propuesta para mí.

En definitiva, nunca debí haber apagado mi cerebro en esa situación, considero que es la peor de todas las situaciones en las que he caído durante mi vida. Solo me deje llevar.

Dándole una vuelta al pasado, me encantaría que nunca hubieran sucedido, pero actualmente solo me queda mantenerlos como recuerdos, como algo de lo que hasta cierto punto puedo sacar una lección. No mentiría si dijera que los detesto, a "aquellos vacíos momentos."

Diario de una promesaWhere stories live. Discover now