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La preparatoria no es tal como me la han pintado.

A parte de que la mayoría de mis compañeros son los mismos que de la secundaria gracias al sistema del que se vale la institución, el entorno y las materias poco han logrado encajar dentro del infierno que nos pintaban el año anterior, diciendo que deberíamos ser mucho más responsables y tomarnos en serio las cosas.

Nada nuevo se ha visto. Y nada enfocado me he sentido. Como de costumbre, el salón 1-A es ruidoso por donde se lo quiera observar, no hay una exigencia real.

Los pocos cambios notables se han dado en las relaciones entre los integrantes del curso, donde me incluyo.

Muchos de mis compañeros empezaron a solidificar sus grupos, dando inicio a la extrañamente, conocida como "La Zona", o mejor dicho, el grupo de los que se sentaban en los últimos asientos del salón, con el único fin de disfrutar cada segundo de su estancia en preparatoria.

Yo, por mi parte, he pasado mucho más tiempo con el grupo de Ayano, sin importar si en su mayoría son chicas, lo que de verdad me importaba era tomarme un respiro de interacciones que por cualquier motivo terminen destruyendo la poca paz que aún encontraba en ese sitio.

No lo había mencionado, Ayano rompió lazos con Sasaki. Tal vez pueda imaginarme la razón. De momento es motivo suficiente para saber que no hablarán de ella ni de broma.

Las chicas se han mostrado bastante compresivas conmigo, aunque hay ciertos momentos en los que debo alejarme debido a que existen temas que no se pueden tocar con un chico en las cercanías. Es allí cuando suelo unirme con ciertos miembros de La Zona para charlar o quemar las horas que resten para ir a casa.

Mi tendencia es acercarme a la gente a la que le tengo confianza, tales como mi primo Kyousuke, quien ciertas veces suele acompañarme al interactuar con el grupo de Ayano.

Ahora que lo pienso, mis días de jugar al fútbol han terminado, ya hay gente que ocupa mejor mi posición, sumando a esto mi forma física, que es deplorable.

He comprado nuevos cuadernos, uno destinado para diseños de personajes, y otro para rehacer por completo mis historias. He mencionado esta situación muchas durante estos meses en una proporción mucho mayor a las que hubiera deseado decir durante toda mi vida.

Suelo preguntarme si aquella cicatriz en mi muñeca debe ser tomada como un agrio recuerdo o como una motivación para seguir adelante, el problema es que nunca me pongo de acuerdo, al final siempre es la primera opción la que gana, por lo que he decidido usar una muñequera deportiva negra, para evitar toda la amalgama de pensamientos.

El año anterior se puede quedar en el pasado, en verdad deseo poder no darle más importancia de la necesaria.

Puedo notar, que todo aquello en lo que he decaído, por el simple hecho de llevarme al lugar donde estoy ahora, "a fin de cuentas, nunca valió la pena."

Diario de una promesaWhere stories live. Discover now