Página 8

265 3 0
                                    


Fueron 3 los años que me acompañó cada uno, tanto Din como Yabo fallecieron a lo largo de esta semana. El patio de mi hogar se siente horriblemente vacío sin mis dos perros. Y la vuelta a casa se siente tan inútil al saber que no habrá nadie para recibirme sino hasta ya entrado el anochecer.

No miento al decir que me ha bajado el ánimo lo suficiente para desistir de la escritura, además de abandonar todo tipo de interacción durante las clases. Cosa que me ha resultado bastante difícil. De una u otra forma termino siendo arrastrado a cierto evento particular del día que transcurra.

Y uno de los más recurrentes proviene de cierta persona, Hayato, querido amigo desde la secundaria, ha conseguido una novia. Nadie más y nadie menos que una de las mejores amigas de Yui. Esto poco a poco me ha llevado a encuentros fortuitos con dicho par mientras le acompañaba.

Fue precisamente a Hayato a quién le había contado lo sucedido con el dibujo que nunca le entregué a Yui. Fue precisamente Hayato quién le recordó esto a Yui en una de nuestras conversaciones. Para que luego ella me lo volviera a pedir.

Viendo toda esta cadena de eventos desde el exterior cualquiera podría suponer que lo hice a propósito con el fin de remediar aquello que nunca logré en el pasado. Y tendría la razón.

Lo que si no me esperaba es que todo ocurriera en un momento tan complicado como en el que me encontraba entonces. Con una amalgama de vacuos pensamientos revoloteando sobre mi cabeza.

Para ser sincero, no aproveché los espacios de tiempo para preparar algo nuevo, por lo que con tal de redimirme decidí entregar uno de los mejores dibujos que había realizado con anterioridad. Es una lástima que mi pereza haya llegado a tales límites como para no colorear la imagen, ni siquiera para pasarle un esfero o estilógrafo o tinta o lo que sea con tal de que se viera más elegante.

Fue, ni más ni menos, un boceto hecho a lápiz, bastante bueno pero boceto a fin de cuentas.

Pude notar la decepción en su rostro por este último hecho. Más tarde se conseguiría a alguien que le ayudara a estilizarlo y pintarlo. Una de las cosas de las que me arrepiento es que los colores elegidos por dicha persona no se asemejaban a aquellos que yo tenía en mente.

Sin importar lo que sucediera a raíz de esto, estaba feliz, por haber finalmente entregado aquel dibujo, por haber cumplido una promesa con casi dos años de antigüedad.

Como había saldado mi cuenta de hace tiempo, podía sentirme más a gusto con su compañía.

Aunque la sensación duró bastante poco. Con aquel peso fuera de mi consciencia, mi relajada mente comenzó a ser traicionada por los movimientos que realizaba mi cuerpo.

Cuando me encontraba cerca de ella los latidos de mi corazón comenzaba a acelerarse de forma que el último modelo de Ferrari quedaría opacado. Sabía que sentía cierta admiración por Yui, sin embargo no podía creer que caería nuevamente en aquel sentimiento que derivó en mi ser siendo consumido por la frustración cada que debía retirarme la muñequera. Menos que me ocurriría con alguien como ella.

No quiero aceptarlo. No después de todo lo que he hecho.

Y mi pregunta es: "¿en serio ha vuelto todo esto?"

Diario de una promesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora