Capítulo 18

23 2 0
                                    


"Lagrimas"


Todo está silencioso camino a casa de Cori. Mamá no dice nada, papá mucho menos, y yo, en el asiento trasero, voy tratando de asimilar todo lo que hace unos minutos he escuchado. Incluso la molestia de las heridas de mis manos ya no son las que me mantienen en vilo, sino lo que presencié en casa.

Vamos a divorciarnos, Robín, dijo mamá sin un atisbo de arrepentimiento.

Mi padre tampoco le contradijo nada. Solo se quedó en silencio y prefirió subir a su habitación mientras yo me quedé con mamá en las escaleras preguntándole qué pasaba. Ella nunca me dijo nada, ni papá tampoco quiso decirme nada cuando subí a pedirle explicaciones. Pero creo que esas explicaciones que pido solo son una confirmación a lo que ya sé... Carol... ella. ¡Carajo!

—Mamá...

—Basta, Sasha—musita mi madre, con su mirada perdida en el paisaje que pasa veloz por la ventana.

No puedo, por más que lo intente, ayudar. Ellos me bloquean el paso para intentar comprender en su totalidad el problema del asunto. ¡Es que piensan divorciarse, por un demonio! He llegado a hacerme la idea toda mi vida de que mis padres están ausentes porque su trabajo les impide pasar tiempo conmigo, incluso he aceptado sin mucho problema que me crío solo... pero ¿En serio se piensan divorciar? Es... inconcebible. No me puedo imaginar una vida así, no lo veía venir por ningún lado. Además, ¿por qué se viene un problema de este tipo en un momento como este? ¡Maldición! Acabo de perder a Cori, la herida aún sangra y ahora mis padres salen con un enorme tapón de sal, listo para posarse justo sobre la viva carne de mi dolor con un maldito divorcio.

—Papá, por favor...

—Sasha, esto... no es momento para esto—advierte él, sin inmutarse demasiado.

La frustración comienza a carcomerme por dentro. Y sobre todo, la impotencia de no saber qué hacer ni qué decir me provoca un nudo en la garganta, haciéndome tragar grueso.

—En serio, necesito que me digan algo. ¡Una explicación por lo menos!—espeto con exasperación—. ¿Qué era esa prueba de ADN que llegó ahora a casa? ¿Esto es en serio? ¿A caso ustedes van a...?

—¡Dije que basta!—ladra mi madre, mirándome por el retrovisor—. Cállate Sasha.

Los deseos de llorar por pura rabia me invaden, pero en estos momentos no puedo hacer absolutamente nada. ¡Nada! En estos momentos siento decepción. No sé si de mí mismo por no poder hacer algo, o de ellos, por hacer este tipo de estupideces en los momentos menos indicados. ¡Incluso mi padre me está comenzando a parecer un desconocido! Esa imagen que tenía de él se ha venido abajo sin mucho problema y la sensación de tener lastima por él no se quiere ir. Por otra parte está mi madre. Por ella ni siquiera sé que sentir, si no me dice nada entonces no sabré si alguien tiene razón sobre algo o no.

Al final, siempre regresé a ese mismo punto... a un lugar donde ellos jamás estuvieron: mi vida.

Llegamos a la casa de Cori en un silencio sofocante y lo primero que percibo al entrar es el olor a flores y el murmullo de las personas que han venido al velatorio. En la sala, al fondo, frente a una enorme ventana, yace el ataúd de Cori con una pequeña ventanilla abierta para quien desee ir a verle. El estómago se me revuelve y un hormigueo en mis manos me dice que debo de salir de acá. Esa sensación de que no voy a poder más con esto comienza a hacerse presente y si no me muevo hacia otro lugar donde pueda desahogarme en paz, le comenzaré a gritar a alguien groserías. Solo siento que no me he terminado de desahogar. Posiblemente nunca llegue a desahogarme del todo.

Sasha: Diario de un chico adolescente (Vol. II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora