Capítulo 3

106 7 0
                                    

"Alice"

El ambiente en la habitación es tan sórdido y calmado. Blanco, hay blanco por doquier. Las paredes, blancas, el piso, blanco, las cortinas, blancas; solo mi pijama de hospital es de color azul. Karla y Cori se han ido hace unos minutos, los han llamado porque tienen que hacerles unos últimos exámenes y finalmente podrán dejar el hospital. Si mal no recuerdo, dijeron que habían pasado al menos dos semanas desde que estoy acá, pero en coma la noción del tiempo es realmente nula. A mis sentidos les parece que solo han sido unas cuantas horas desde que sucedió el incidente con Liam, sin embargo ya transcurrió un lapso de tiempo considerable desde que perdí la conciencia y luego desperté en este hospital. Lo primero que pensé fue "es un techo extraño... ajeno y desconocido". No es lo mismo despertarme en mi casa, tranquilo, sin las costillas rotas y sin una sonda en el pene, a despertarme en un hospital después de haber estado en coma por dos semanas, y bueno, con una sonda en el pene.

Es incómodo.

Por suerte la enfermera vino hace unos segundos a quitarme esa sonda. Ya me sentía extraño pensando que tenía una manguera que iba desde mi uretra hasta mi vejiga.

Aun pienso detenidamente lo que Cori y Karla me han dicho respecto a su relación con Liam. No me cabe preguntarme a mí mismo el por qué no me lo habían dicho, pues sé que las razones son las mismas que tuve yo para ocultárselos también. Aun así siento que estamos haciendo algo mal, hay muchas cosas que aún no les he contado y hay muchas que ellos deben decirme, en ese aspecto se siente extraño que mi vida—Cori y Karla—tengan una parte que desconozco y más aún que mi mundo no sepa que existe una parte de mí que aún tengo oculta.

Si no me equivoco, parece que aún no les he contado a ellos nada respecto a Tránsito. Karla lo sabe, porque ella tuvo la oportunidad de conocerla cuando vivíamos en Nueva York, pero Cori es ajeno a ella y más aun a Kathy. Ambos desconocen lo que sucedió alguna vez con Lucy, y Karla por su parte desconoce lo que está sucediendo con Cori y conmigo. No quiero dañar a nadie guardándome más cosas de las que debo, pero también tengo miedo de que crean que no confío lo suficiente en ellos como para decírselos. Sigo teniendo ese miedo, pero ahora es distinto, ese miedo no es miedo de saber qué es lo que ellos pensarán, no, ahora que tengo en claro que pase lo que pase siempre estaremos juntos y superaremos los obstáculos el único miedo que vive en mí es el hecho de poder dañarme una vez más a mí mismo al recordar cosas que he tratado de olvidar. Lastimosamente, el ser humano no vive con el propósito de olvidar, sino de recordar para bien o para mal sus acciones como muestra de que está vivo.

Esto me recuerda vagamente a Alice, una chica que bajo esta misma percepción del mundo ahora me hace darme cuenta que posiblemente recordar tenga su lado positivo, aun si lo que recordamos es algo que nos lastima.

Hace unos años, cuando recién nos mudamos a las afueras de la ciudad de Longmont, conocí a una chica. Su nombre era Alice. Tenía el cabello rubio y unos ojos azules parecidos a los míos. Era de tez blanca y pálida, delgada y un poco más baja que mí. Su padre era amigo de mis padres, trabajaban juntos en un proyecto que llevaban a cabo en Alemania. En esa ocasión, Alice acompañaba a su padre y se hospedaban en nuestra casa debido a los viajes que el trabajo siempre requería. Mi papá insistió en que ellos se quedaran con nosotros, fue por eso que tuve la oportunidad de conocerles. Ella siempre fue bastante reservada, pero curiosamente hubo una vez, tan solo una vez, que Alice se mostró al mundo tal cual era.

Estábamos en diciembre, a pleno invierno, con la nieve cubriendo cada rincón de Longmont. Alice dormía en la habitación que está junto a la mía y yo, despierto como suelo hacerlo hasta tarde por la costumbre de pensar y reflexionar acerca de muchas cosas, como el porno por ejemplo, miraba por la ventana los copos de nieve caer. Era todo silencio, sin nada ni nadie que interrumpiera mis vagos pensamientos acerca del mundo. Pero esa noche, en medio del silencio, escuché a alguien desahogar algo que siempre había estado oprimiéndole el pecho.

Sasha: Diario de un chico adolescente (Vol. II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora