Onceavo capítulo: Azul celeste (Final)

876 32 88
                                    


Mimi esperaba en La colina de los enamorados. Esperaba a Ana. Era primero de septiembre pero a esas horas el sol aún apretaba bastante, bañando a Mimi, que estaba sentada en un banco del segundo piso de la pagoda que había arriba de todo de la colina.

Veía pasar, pasear, a parejas cada dos por tres, los miraba de reojo, apagada, y suspiraba cuando marchaban. Algunos se quedaban para admirar las vistas.

Hoy Mimi llevaba su mejor peinado, el pelo recogido en una media coleta, perfectamente hecha. Vestía una blusa de un blanco puro, la tela pulcramente bien planchada. Y sólo rompía esa pureza de blancura el colgante que llevaba, el medallón dorado.


Ana ya no estaba en casa pero había marchado tan rápido que ni había parado la lista de reproducción de vídeos.

En la pantalla de su ordenador aparecía Mimi, grabándose ella sola, en lo que parecía ser la azotea del instituto

- Perdóname, Ana - se disculpaba - Ahora mismo tú estás en clase de educación física. Cogí tu móvil sin permiso. De verdad que perdón por cogerlo sin avisarte. De verdad - cogía aire - Ana… - se apartaba nerviosamente el pelo de la cara - Dame… dame una última oportunidad.


Ana pedaleaba a toda prisa por las calles, repitiendo el nombre de Mimi frenéticamente

- Tu ya… ya te has olvidado de mí… ¿verdad? - empezaba a temblarle la voz - ¿Por qué tienen que pasar así las cosas…? Si te soy sincera no lo entiendo - se sorbía los mocos - ¿Ha habido algo en lo que he fallado..? - preguntaba con la voz quebrada mirando a la cámara - Ya no tengo… esperanzas en… que pueda salir algo de esto, Ana… Ya no tengo la valentía ni tan siquiera de acercarme a ti…

Ana seguía recorriendo todas las calles posibles, algunas ya se empezaban a llenar de hojas secas en los bordillos. No paraba ni un segundo de repetir entre jadeos su nombre

- He seguido aguantando, intentando dar lo mejor de mí, me he esforzado… Pero tu cara cuando me ves y no me reconoces… Es demasiado doloroso…

Mimi, en la pagoda, se levantaba y se apoyaba en la barandilla, observando la ciudad

- Pero, ¿sabes qué? Si dijera que he sido capaz de decir esto por lo que ha pasado sería muy raro pero…

Mimi juntaba sus dedos a lo lejos, enmarcando un trocito de la ciudad, con un ojo cerrado, centrando su visión en el otro

- ...ésta fue la primera vez en mi vida, desde que nací… que sentí que me movía por el deseo de algo, que me he esforzado de verdad… Cosas como ‘no quiero que esta persona me olvide’... O diciendo que quieres estar por siempre al lado de esa persona… - le temblaba el pulso - Esas fueron las cosas en las que de verdad me esforcé - intentó sonreír, pero apretaba con fuerza los labios, estaba realmente afligida - Así que esto era… enamorarse de alguien - tenía la mirada anegada de lágrimas - Ana… - no pudo controlarse más y sus lágrimas rebosaron, cerró con fuerza los ojos, mientras caían por sus mejillas, sollozando - la imagen del video paró al verse chocando contra el jersey de Mimi

Ana empezaba a llegar con la bici a la parte baja del parque donde se encontraba La colina de los enamorados. Seguía repitiendo su nombre y llegó a la base de la pagoda. Frenó en seco y dejó caer la bici en el suelo mientras corría por las escaleras. Dio una vuelta pero no había ni rastro de la chica, sólo una pareja apoyada en la pared. Ana seguía dando vueltas en ese piso. El sol cada vez iba bajando más

Y Mimi la observaba desde lejos, fuera de la pagoda, al lado de un árbol


Sin que se diera cuenta se hizo de noche, Ana sentada en el banco que horas antes ocupaba Mimi. Seguía repitiendo su nombre, encorvada hacia delante, con los codos apoyados en las rodillas 

- Mimi, Mimi, Mimi, Mimi, Mimi, Mimi… Mimi… Mimi, Mimi, Mim…

La gente iba y venía, algunos la miraban mal, pensando que estaba loca o que le pasaba algo, alejándose de ella. A veces se levantaba, o se frotaba las piernas, se erguía. Y poco a poco las parejas dejaron de transitar el lugar, quedándose Ana sola

Repetía su nombre hasta la saciedad, cabizbaja, le sonaba extraño pero acostumbrado.

Se oyeron unos pasos por las escaleras. Ana alzó su cabeza y era una muchacha, vestía de blanco, y tenía la tez pálida. Se levantó. Mimi la miraba esperando que hablara, aunque a la vez sabía que no la recordaba. Ana se humedecía los labios pero no decía nada. Fue Mimi quien habló primera

- Eres… ¿Ana… Guerra? - preguntó con la voz un poco nasal. Ana no respondía, sólo la miraba - Me ha mandado Mimi… a que te diera un mensaje… - mintió - pensando que quizás estabas aquí

- ¿Dónde... está Mimi?

- Ella… dijo que no va a venir

- Dime… ¿dime dónde está Mimi? - preguntó un poco agitada - Quiero verla. Quiero hablar con ella… ¡No importa cómo, pero quiero verla! Yo… la he olvidado... Aunque le dije que no iba a olvidarla… Le prometí… que no iba a olvidarla. Y la he olvidado… Y la he herido… tanto… Le he hecho mucho daño. Quiero verla - empezó a llorar - Por favor - rogó, encogiéndose en el suelo

Mimi tenía los ojos llenos de lágrimas pero intentaba mirar al frente

- Yo sólo he venido a entregar este mensaje… - la miró por una última vez, abatida en el suelo - Lo siento mucho… - Se dio media vuelta y Ana se levantó. Mimi volvió a girarse - Pero ella… quería darte las gracias. Estaba realmente agradecida - intentó mostrar una sonrisa, sin realmente conseguirlo. Las lágrimas de Ana regaban todo su rostro - Yo me voy ya…

Sin esperar reacción de Ana se marchó, dejándola allí mismo. Ana la seguía con la mirada, sus ojos completamente quebradizos. La vio bajar a toda prisa las escaleras y desaparecer. Ana apoyó su frente en el margen de la barandilla y se dejó caer en el banco, su cuerpo sin fuerza alguna, estaba realmente abatida. Se oyó su móvil caer al suelo. Con desgana fue a recogerlo y vio que al chocar contra el suelo se había soltado la funda opaca de plástico, revelando que en la parte trasera del móvil había una pequeña foto pegada. Recogió el teléfono y pasó las yemas de sus pulgares por la foto. Era una foto de Mimi y Ana juntas, con sus nombres escritos y un gran corazón en medio de las letras. En una esquina superior, con un color azul celeste estaba escrito “siempre juntas”, seguido de otro corazón, éste más pequeño.

Al ver la cara sonriente de Mimi en la foto, Ana reconoció que era la chica con la que minutos antes había hablado. Sobrecogida, se levantó y salió corriendo de allí, gritando a voces el nombre de Mimi. Al llegar a la entrada de la pagoda miró a todas direcciones

- Perdóname, Mimi… ¡¿MIMIII?! Por qué… por qué… - se agarraba con fuerza la cabeza, tirando de su propio pelo, llamaba su nombre, suplicando

Fue corriendo por toda la ciudad, entre chillidos y perdones inválidos, innecesarios, desgarrándose, pero no encontró a la chica por ningún lado

___

Gracias por leer hasta aquí. Esto ha sido una adaptación y traducción de la película japonesa “Wasurenai to chikatta boku ga ita” (literalmente sería ‘Te prometí que no iba a olvidarte’), también se la conoce por ‘Forget me not’. Si tuvierais ganas o la oportunidad yo os invito a que la veáis, entenderíais mejor algunas cosas, que reconozco que no he sabido adaptar muy bien algunos puntitos, y veis en movimiento lo que sufren los personajes.

(Yo he adaptado la película, que a la vez está adaptada a una novela, pero no la he leído)

Si os interesa, por YT tenéis el trailer, y si indagáis lo suficiente podéis llegar a verla online

Te prometí... (Warmi, finalizada) Where stories live. Discover now