Décimo capítulo: Su sueño

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Mimi estaba limpiando una mesa pequeña de la residencia, de fondo se oía un voluntario cómo hacía con un grupo de gente mayor ejercicios para la movilidad de las manos. Mimi miraba de reojo al señor Gómez, que observaba con una leve sonrisa el grupo. Mimi dejó el trapo azul y se sentó al lado del señor Gómez. Llamó su nombre al sentarse, éste se giró al oírla

- ¿Sabe? Hoy es mi última día aquí, como voluntaria

- ¿Ah sí? Bueno, también es el último día para mí aquí… Cuando ella fue de repente hospitalizada - dijo refiriéndose a su esposa - cuando salieron los resultados de sus análisis, había muchos problemas con su memoria

- Ya veo… - respondía Mimi un poco cabizbaja

- Lo siguiente que supe es que lentamente iba olvidando las cosas. Cada vez que veía mi cara me preguntaba “¿Quién es usted?” con una sonrisita - reía - Por supuesto estaba ya mentalizado para ello - suspiraba, con las manos entrelazadas en su regazo - Pero… lo único que permanece es el tiempo - Mimi lo miró confusa - Por ejemplo - se giró para mirar a su mujer - por mucho que sus recuerdos se vayan, se borren, lo único que se queda es el tiempo que pasamos juntos, eso no lo puede robar nadie - el hombre volvía su vista al frente, sus palabras parecían empezar a hacer mella en Mimi


- Muy bien, chicos. ¿Habéis disfrutado del verano? Espero que no os hayáis quedado con las ganas de hacer las cosas, no tengáis remordimientos. Sólo os queda medio año para prepararos para vuestra vida universitaria ¿Me habéis oído? Sólo tenéis una vida. Haced lo que os dé la gana. Si no, cuando os déis cuenta ya seréis todos unos abuelos y abuelas arrugados - la clase estalló en risas ante los comentarios del tutor. Ana no escuchaba nada, simplemente miraba por la ventana. Habían terminado las vacaciones y las clases siguieron. Era la hora del descanso y Ana salió al patio principal, se echó de lado en un banco y se puso a mirar cómo la gente jugaba a béisbol, cómo Roi y Miriam jugaban a pasarse un balón de fútbol con desgana, las mochilas en el césped. Roi la llamaba pero estaba absorta en sus pensamientos, no fue hasta que llamó su nombre con más fuerza que no reaccionó, casi cayendo del banco

- ¿Qué..?

- Que te decía… La foto grupal que nos hicimos en segundo… La tomaste tú, ¿no?

- Ah, sí, sí… la debo tener en el ordenador

- ¿La buscarás?

- Sí, claro, si la quieres sí

Al llegar a casa Ana se sentó frente al escritorio y se dispuso a buscar la foto que le había pedido Roi. Encendió el ordenador y divagó un poco por las carpetas del escritorio. Frunció el ceño al ver muchas carpetas con el nombre ‘Mimi’. 

“Mimi, librería”, “Mimi, museo”, “Mimi, 1Sep BD”, “Mimi, estrellas”, “Mimi, camp”, “Mimi, 1 mes de conocernos”, “Mimi, last”, “Mimi, 7 de agosto”

Había incontables carpetas. Abrió la que tenía de nombre “un mes de conocernos” y había 3 vídeos, reprodujo el primero. En la pantalla apareció una chica rubia, con el uniforme de manga larga del instituto, tenía las manos escondidas dentro de las mangas del jersey por el frío. Estaba de pie, al lado del parking de las bicicletas. Le dio al botón de play

- ¿Lista? - sonaba una voz detrás de la cámara. La chica se peinaba un poco el pelo - Una, dos y … tres! - ¿Era su propia voz?

- Hola - saludó un poco tímida a cámara - Me llamo Mimi, Mimi Doblas - empezó a andar hacia el frente, ahora el zoom enfocaba de lleno su cara.

Te prometí... (Warmi, finalizada) Where stories live. Discover now