FOTOGRAFÍAS

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El calor me despertó. Lo único que podía ver era el lastimoso color blanco de las paredes y escuchar el sonido de las olas del mar.

Giovani dormía tranquilamente. Y yo seguía sin encontrar las palabras que describieran lo maravilloso que es verlo a él cada mañana.

Me levanté con cuidado de no despertarlo. Prendí el aire acondicionado, y tras unos segundos mirando a la nada decidí tomar mi cámara.

Me acerqué sigilosamente a Gio, acomodé suavemente las sábanas blancas que cubrían su cuerpo y comencé a disparar varias tomas, me detenía cuando pensaba que despertaría. Terminé sentada en el suelo para poder capturar los gestos tranquilos de un Giovani durmiendo despreocupado.

De la nada tapó el lente e hizo gestos de molestia. - ¿Qué haces, chaparra? -Frotó sus ojos con sus manos.

- Gio... Esa iba a salir increíble. -Chillé.

- ¿Desde cuándo me tomas fotos dormido? -Preguntó un poco molesto.

-Desde hace unos... Dos minutos. -Tomé la cámara con una sola mano.

-No lo hagas más, por favor. - Miró el techo un poco adormilado.

-No te enojes, negrito. -Me acosté a su lado y lo abracé. - Además, sales increíble.

- Nadie puede ver esas fotos, ¿Estamos? -Me miró serio.

-Claro que nadie las va a ver. No sería tan tonta. -Dejé un beso en su mejilla. Lo vi sonreírme. - Una más, ¿Si? -Hice pucheros.

- Laia, ¿Para qué quieres esas fotos? -Preguntó fastidiado.

Me subí a su regazo y sujeté mis piernas a sus caderas. - Qué ilógico ser fotógrafa y no hacerle fotos a mi novio...

Rodó los ojos con una sonrisita alegre en su cara y no dijo más.

Acomodé un poco su cabello, le indique lo que hiciera y poco a poco salieron fotos increíbles.

Acarició suavemente mis piernas, un click volvió a sonar. Me miraba atento, de una manera muy linda que logró sonrojarme. Otro click volvió a inundar la habitación... - Laia... -Nombró sutilmente. Una de sus manos comenzó a subir por mi cadera.

Lo vi a través del lente. - ¿Qué pasa, mi niño? -Bajé la cámara.

- ¿Te he dicho lo mucho que me gustas? -Siguió recorriendome con su mirada.

Sentí mis mejillas arder y todo dentro de mi tembló. No pude responder algo, solo solté una risita tonta y llevé mis manos a la cara.

- Y no sabes la de veces que te he querido justo así... -Terminó en un susurro.

Llevé mis manos a su pecho, seguía muy nerviosa. - Deja de fantasear, dos Santos. -Me acerqué a él.

-Bueno, entonces... -Llevó sus manos a mi espalda. - Cumpleme esas fantasías.

Sonreí estúpidamente. Me reincorporé, me descolgué la cámara del cuello y la dejé a un lado de él.

Sus ojos brillaban más de lo normal, no dejaba de mirarme y su respiración se hizo pesada.

Me acerqué para darle un beso, pero justo en ese momento la puerta de la habitación sonó. Bufó molesto. Le sonreí, no pensaba abrir. "Servicio de habitación", dijeron del otro lado.

Nos miramos confundidos al mismo tiempo. - ¿Qué pediste? -Preguntó extrañado.

- Yo nada. - Reímos al unísono. Me bajé de él.

- No, Laia, no vayas... -Tomó mi mano.

Me solté de su agarre y caminé hacia la puerta. Giré la perilla y me encontré con un camarero.

- Le envían esto al joven Giovani dos Santos. -Dejó entre mis brazos un enorme arreglo floral.

Asentí. -Gracias. -Pronuncié entre dientes. Lo vi girarse y entré a la habitación. - Te ha llegado esto, joven. - Informé. Lo dejé en el buró.

- ¿A mí? -Preguntó extrañado. - ¿Trae tarjeta?

Rebusqué en el arreglo y me encontré con un sobre blanco que ponía "Belinda", un nudo en mi garganta comenzó a formarse y las manos comenzaron a temblarme. - Toma. -Puse el sobre en sus manos y fui directo al baño. Una sensación de náuseas me invadió en segundos.

Lo escuché hablar por teléfono. Sabía que no podía seguir actuando de esa forma, pero no podía evitar sentirme mal cuando algo así sucedía. Salí con él. Solo pronunció un "No, vengo con alguien", "Cuídate, Beli".

Tomó aire fuertemente y me miró preocupado. - ¿Estamos bien?

Asentí y trate de regalarle una sonrisa.

Se acercó a mí. - Nos mandó invitaciones para su show de esta noche. Ya lo he cancelado.

Asentí. -No importa. Todo está bien. - Lo abracé. Dejé un beso en su campanilla.

- Solo vinieron a cortarnos el rollo. - Acarició mi cabello.

Sonreí. - Será después, cariño. - Me alejé de él, tomé ropa y entré al baño.

- Vuelve a decirme así... -Pidió entre gritos.

-Estas loco, Giovani. -Respondí entre risas.

Ese sería el último día ahí. Por fin.
Después de la ducha bajamos a desayunar, ese día en especial había demasiada gente en el lugar y estaban agobiando a los chicos con tantas fotos.

Después de un rato decidimos pedir el desayuno en un lugar más privado.

Ahí celebramos a Giovani, días antes de su cumpleaños y de que todos regresarán a su rutina.

Fuimos a dar un paseo a la zona arqueológica, luego fuimos a un acuario de una reserva natural. Prácticamente en eso se nos fue todo el día.

Regresamos al hotel, algunos nos bañamos y regresamos al restaurante, a la cena de despedida.

Giovani estaba feliz, pero notaba cierta nostalgia en su mirada.

Cantamos, bailamos un poco y cuando sirvieron los alimentos, todo fue una charla motivacional de unos con otros, la nueva temporada, el cambio de equipo de Diego al de Vela, los problemas de Jonathan con la directiva del Villarreal y lo complicado que seguía siendo para Giovani la MLS, Barro con nuevos restaurantes y patrocinios y el inicio de Eder como influencer deportivo.

Miré atenta a Diego cuando hablaba de cómo se sentía al estar con ellos, Vela y él la llevaban muy bien, pero sin duda, no terminaba de encajar.
Tomé aire y apreté la mano de Giovani... Definitivamente iba a extrañar mucho al flaco.

Cada uno comenzó a dedicarle unas palabras a Giovani, pero no podían, hacían bromas y reían por todo. Hasta que llegó el turno de Vela y vi los ojos de Giovani aguarse... Ni con Jonathan tenía esa conexión.

- Y por último... Laia... -Pidió mi atención. -Te llevas a mi otra mitad... -Una punzada en el corazón me alertó que pronto lloraría. - Quiero que por fin esté bien, que sea muy feliz que se lo merece, quiero que lo cuides y le ayudes, se que lo van a lograr... -Sentí un par de lágrimas escurrir por mis mejillas y me recargué en el hombro de Gio. - Y que cuando se le salga lo idiota, no dudes en decírmelo. Pero por favor, no lo hagas sufrir, ya no merece esa mierda en su vida. Sé que es el amor de tu vida, pero también es el mío. -Todos empezaron a bromear, y yo no pude evitar llorar. Jamás iba a encontrar a alguien que le quisiera tanto y le defendiera tanto como su mejor amigo.

Después de todo, siguieron bebiendo y bromeando, las lágrimas seguían saliendo pero de tanto reír.

Había sido una de las mejores noches de mi vida... Risas, mis futbolistas favoritos, la luz de la luna, y a un lado, el amor de mi vida.

ÁNGEL DEL DESTINO | Giovani dos Santos |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora