ENTREVISTA DE TRABAJO

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-¡Y esta es... -Gritó Estefania mientras abría la puerta de una habitación. -TU HABITACIÓN! -Terminó feliz y me dio paso a la misma.

Era bonita, tenía que aceptarlo. Había un closet muy grande, una cama bastante bonita y mi escritorio justo frente a la ventana. Todas mis cosas estaban en cajas y lo último que quería era desempacar. Resople. -Es muy bonita. -Le dije a Estefania sin gesto alguno.

-Bueno, te dejo para que arregles tus cosas. -Me sonrió y se retiro.

Me adentré a mi nueva recamara, no tenía la intención de ordenarla. Busqué los papeles que me pedían, me cambié de ropa por una más formal, me maquille y salí.

-¿A dónde vas? -Preguntó la morena.

-A la entrevista que me ha dicho Alicia. -Tome las llaves y salí del departamento.

Primer reto en mi vida después del colegio: aprender a andar en el monstruo al que llamamos "Ciudad de México".

Llegué a la estación del metro que el gps me indicó. Caminé hacia el andén con las piernas temblorosas y la cabeza muy rayada.
Me bajé en una de las estaciones con más gente, volví a encender el milagroso gps y comencé a caminar cómo este me indicaba.

Iba con más calma interna pero a paso apresurado, en mi imaginación un carro me iba siguiendo, cuando doble y me iba a cruzar el sonido estridente de su claxón me dejó anonadada.

Tomé un respiro y escuché una risa muy familiar. Y si pensaba que no todo me podía ir mal, Diego Reyes se aparecía en mi camino.

-Lo siento, Laia. -Se disculpó con una sonrisa. -No pensé que te cruzarías justo aquí. -Acarició mi hombro.

-La señal esta en rojo. -Señalé el semáforo. -Se suponía que era mi momento de cruzar. -Respondí furiosa.

Rió. -Lo siento, de verdad.

Respiré. -Por favor ten más cuidado.

-Bueno, para arreglar mi error te llevamos a donde vas. -Propuso mientras tomaba mi mano.

Ese "llevamos" me sacó del trance, miré hacia su auto y en el asiento del copiloto iba Raúl Jiménez. Sentí mis mejillas enrojecerse.

-¿Aceptas? -Sacudió mi mano.

Negué. -No es necesario, gracias. -Traté de sonreírle.

-Por favor. -Insistió.

-En serio, no es necesario. Solo voy a unas... -Alguien me interrumpió. Reconocí su voz al instante y mi corazón comenzó a latir tan rápido como solo con él sabía.

-¿Qué sucede? -Preguntó Giovani.

¡Genial! Solo esto me faltaba.

-Pasaremos a dejarla a donde va. -Afirmó Reyes.

-No es necesario. -Lo miré mal.

Giovani tiro fuerte de mi mano obligándome a avanzar hacia el auto. -Por mi esta muy bien.

Bufé molesta. Las piernas me flaqueaban y mi cuerpo estaba muy acalorado.

Giovani abrió la puerta trasera mientras Raúl bajaba del auto regalandome una bonita sonrisa.

-¡Que Laia se vaya en las piernas de Gio! -Gritó alguien desde el interior. No supe reconocer si era Jonathan o Vela, pero por alguna extraña razón sabía mi nombre. Sentí el calor subir por mis mejillas.

-No hagas caso. -Me dijo amablemente Raúl. -Sube. -Me ofreció el asiento del copiloto.

-Gracias. -Le sonreí y me monte en el asiento.

Ellos dos subieron y retomamos el camino.
En la parte trasera iba Raúl, Gio, Jonathan y Vela, con sus risas que le alegraban el día a cualquiera, Diego solo manejaba mientras sonreía, esa sonrisa tan divertida.

Minutos después anuncié mi bajada. -Gracias, Diego. -Le sonreí.

Tomo mi mano. -No es nada.

Dejé un beso en su mejilla y desabroche el cinturón de seguridad. -Hasta luego, chicos. -Me despedí y bajé del auto.

Di unos pasos al frente, escuché el auto avanzar y alguien me detuvo.
Giré. Estaba Giovani con su bonita sonrisa. -¿Qué sucede? -Cuestioné.

-¿Pensabas despedirte solo de Reyes?

Envolví mis papeles entre mis brazos. -Solo de él podía despedirme. -Mi jodido corazón comenzó a acelerarse.

Él llevo sus manos a mi cintura, mis nervios aparecieron en conjunto con su sonrisa.

Di un paso hacia atrás. -Me tengo que ir.

-Solo despidete de mi.

Suspire. Me acerqué a él y deje de un beso en su mejilla pero fue más rápido que yo y giro su cabeza, me acercó a él y unió nuestro labios en un beso. -Gio, no. -Dije sin responder a esa acción. -Nos ve mucha gente.

Se alejó de mi, alzó los hombros. -¿Que tiene que nos vea? -Hundió sus manos en los bolsillos de su pantalón. -No somos nada. -Dijo con una sonrisa.

Mi estomago dio un vuelco y mi corazón se detuvo unos momentos, las lágrimas quisieron salir al instante pero no lo permití. Un nudo en la garganta se construyó cuando lo vi sonriente. -Ya tengo que entrar. -Di un paso hacia adelante.

Tiró fuerte de mi brazo. -Me llamas. Estaré esperando. -Dijo para después soltar mi mano.

Lo miré mal y entré. Poniendo un pie en la recepción de las oficinas decidí olvidarme de todo y concentrarme.

Mi primera entrevista de trabajo. Estaba sumamente nerviosa, las manos me temblaban y me costaba mucho articular las palabras con claridad. Pasara lo que pasara, estar ahí era un logro.

Una secretaria me llevó a un salón, pintado de blanco, con solo una mesa y dos sillas. Mi estomago quiso devolver la comida que no había comido y las piernas me flaquearon.

Un examen de cultura general, una prueba psicométrica y una de conocimiento. Todo iba bien hasta que una persona se sentó frente a mi e hizo preguntas que no hubiera imaginado.

-Gracias por asistir al llamado. Mañana te hablamos para que vengas a firmar un contrato. -Dijo una señorita. Después de mas de hora y media que esperé.

-Gracias. Aquí estaré. -Estreche mi mano y con lágrimas en los ojos regresé a casa.

Tener un trabajo después de salir de la escuela no es muy común, no en un país con tan pocas oportunidades y un sistema que solo beneficia a quien tiene dinero.

Al llegar hablé muy poco con Estefania, me felicitó y regrese a mi triste realidad, sola en mi habitación.

Una palabra cruzó por mi mente y salieron lágrimas sin permiso: GIOVANI. No había razón de que estuviera mal por él, al final, no eramos nada como había dicho.

El móvil en mis manos me insistía en hablarle, aunque sabia que no respondería lo hice y efectivamente, no descolgó.
Suspire. Bloqueé el celular y me dispuse a dormir, pero el tono de llamada no me lo permitió. Era él.

-Hola... -Saludé estúpidamente.

-¿Creíste que no respondería? -Burló.

Negué molesta. -Pensé que estabas ocupado. -Mentí.

-Lo estoy y no tengo tiempo. Puedes decirme mañana donde nos vemos.

Abrí la boca sin lograr decir nada.

Rió. -Me mandas un mensaje, por favor.

-Esta bien. -Solté aire.

-Nos vemos mañana.

-Hasta mañana. -Llamada finalizada.

Le mande en un mensaje la dirección del departamento. Bloqueé el móvil y decidí dormir.

ÁNGEL DEL DESTINO | Giovani dos Santos |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora