ÚLTIMOS DÍAS

36 4 0
                                    

Los días pasaron y las cosas cambiaron, mi rutina era diferente y los horarios variaban. Giovani había cambiado su actitud hacia conmigo, más seco y casi no bromeaba, comenzaba a tener mas relación con la gente de su club y ya tenía amigos.

Había regresado temprano del trabajo, eso me había dado la oportunidad de ir a hacer el súper y comprar cosas que quizá no hacían falta pero quería aportarlas.
Llegué a darme una ducha y supuse que Giovani no llegaría a la hora de siempre. Los días en ese lugar comenzaban a ser incómodos.

Escuché un portazo que puso en alerta cada parte de mi cuerpo, y seguido de eso un chillido del perro. A pesar del miedo salí ver lo que ocurría, me encontré con un Giovani sumamente furioso cargando a Coco con bastante fastidio. Ni siquiera me dirigió la mirada, tomó asiento en el sofá y bajo bruscamente al pequeño peludo.
Comenzó a despeinar su cabello con bastante desesperación, su ceño fruncido y su piel tenía un tono pálido.

-¿Pasa algo? -Cuestioné bastante nerviosa, puesto que hace unos días él no me dirigía la palabra.

Negó. Y llevó sus manos directo sus sienes. El perro ladró y de inmediato lo calló gritándole estrepitosamente.

Tomé una bocanada de aire, dispuesta a seguir perdiendo mi dignidad. -¿Jaqueca?

Asintió mientras se recargaba en el sofá con la mirada al techo.

Fui a mi habitación, tomé las pastillas de ibuprofeno que a menudo tomaba para mis dolores de la vida, serví un vaso con agua en la cocina y terminé sentada a lado de él. -Toma. Esto va a aliviarte. -Dije dándole el vaso con agua y la píldora.

Se acercó a mi y sin más lo tomó. Tardó unos segundos, pero habló, por fin. -Tuve un pésimo día. -Confesó. -Solo hice el puto ridículo en el entrenamiento. -Dijo furioso y después volteó a verme.

Sus ojos estaban cansados y sus labios estaban apretados. Sentí como mi corazón comenzó a latir aceleradamente y mi estómago dio un vuelco. Acaricié su espalda, ni siquiera pude articular alguna palabra.

-¡Y por si fuera poco... -Gritó llevándose las manos a la nuca. -Arruiné el auto!

-Tranquilo, ya estas en casa. -Susurré. -El que hayas tenido un día malo no quiere decir que seas malo en lo que hagas. -Volteó a verme aún mas furioso, bufo y regresó su mirada hacia el frente.

Dejé de lado mis nervios y mi miedo y lo envolví en mis brazos. Escuché su respiración modularse y duramos así varios minutos. -¿Mejor?

Trato de sonreírme y asintió. -A veces gana la batalla mi estrés.

Negué. -Hoy ya la ganaste tú.

Sonrió. Y mi interior también. -Necesito dormir.

Asentí y lo vi levantarse. Tal vez olvidabamos el poder de un abrazo y solo me importaba saber que estaba bien.

...

Mi mejor amiga insistía con mensajes al móvil. Me resigne a leerlos, y eran magníficas noticias: ¡Dave había encontrado un apartamento donde pudiera vivir yo! Eso mejoraba mucho mi situación, además, Estefania vendría y podríamos reencontrarnos los tres.

Después de mi trabajo de todos los días, preparé la cena, tras servir los platos fui a avisarle a Giovani.
Tenía la puerta de su habitación abierta, eso significaba que podía entrar libremente -por aquello del wc-, me recargue en el umbral de la puerta, estaba acostado boca abajo escondiendo su cara en la almohada.

-Puedes entrar a lo que tengas que entrar y dejar de mirarme de una vez. -Bufó.

Mis sentidos se asustaron, pues él no podía verme en esa posición. -La cena está lista. -Informé.

ÁNGEL DEL DESTINO | Giovani dos Santos |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora