Ushijima🖤Hinata

892 64 20
                                    






Si buscaban una forma para definir a Ushijima definitivamente no usarían la palabra normal, porque no lo era. Desde su forma de expresarse, hasta la perpetua  expresión estoica de su cara e incluso, sus amistades. Porque si, las amistades de Ushijima eran lo más raro de él, sobre todo si hablaban del pelirrojo sonriente que solía tararear canciones extrañas mientras caminaba por los pasillos de la compañía.


Otra cosa que solía definir a Ushijima era, horrible. Sí, la gente podía llegar a ser cruel, después del accidente que sufrió en el que gran parte de su cuerpo y una parte de su rostro terminó marcado con horribles cicatrices.


No era su culpa, después de todo, él no lo había planeado. Fue un accidente, desafortunado y doloroso accidente. Pero la gente a su alrededor prefería hacer la vista gorda y no mirarlo de frente. No le había importado mucho en realidad. Su amigo. Si, ese raro pelirrojo.

Tendou lo había acompañado durante su rehabilitación, después de tantas operaciones para dejar su cuerpo en un estado más decente - por así decirlo- seguía animándolo y regalando su compañía.



En verdad no le importaba que la gente hablase de él a sus espaldas. Quizás si el viese a alguien en su mismo estado habría pensado algo parecido, también lo hubiese visto fijamente por la cantidad de cicatrices y la coloración rosácea de las mismas pero, ese no esa el punto. El punto, era que aún y cuando había pasado así una gran cantidad de tiempo en el que su apariencia no le molestaba en lo absoluto, de repente, se vio escondiéndose en uno de los cubículos del piso de marketing para evitar ser visto a toda costa por ese encantador chico nuevo de sonrisa radiante.


¿Era estúpido lo que hacia? Claro que lo era. ¿Tenía razón para esconderse en un cubículo más pequeño que su propio cuerpo? No, en realidad no la tenía. Pero al ver a lo lejos tan radiante chico de cabellos naranjas, su cerebro había lanzado una señal de alerta en las células aletargadas de Ushijima y se aventó pecho tierra en ese pequeño e incómodo cubículo, fingiendo una actitud de lo más normal. Como si lanzarse de la nada al suelo fuera lo más casual. Pero eso no era lo peor. No, lo peor era que el cubículo estaba ocupado - obviamente- por el pobre chico que tratada de hacer su trabajo del día, como todos.


El tipo lo vio y Ushijima lo miró a él, simple, aunque el chico al principio se alteró cuando lo vio de frente, luego de recordar quien era se relajó, pero su expresión de confusión no se fue y menos cuando Ushijima lo jaló de la silla para usarlo como escudo humano y evitar ser visto por ese hermoso chico de cabello color atardecer. Lo vio alejarse poco a poco dese las rueditas de la silla de su escudo humano. Podría decirse que ese chico fue bastante gentil al no echarlo a patadas de ahí por interrumpir su trabajo.


Salió de su refugio cuando pasó el peligro. Después de una ligera e incómoda disculpa se retiró a su oficina.

Había escuchado que un nuevo gerente de comunicaciones se iba a unir al equipo, pero jamás creyó que sería alguien tan increíblemente encantador y… ¿Lindo? Sí, malditamente lindo. Suspiró cuando ese amargo pensamiento le gorgoreo en el pecho. ¿Alguien tan encantador se fijaría en alguien como él?  Si era sincero con él mismo, respondería que no, no al menos que supiera quien era él y de que familia venía. No quería más citas por interés en realidad. Sus cicatrices le habían ayudado a alejar a esas personas, aún había unas cuantas, pero eran nada en comparación. Seguramente ese chico encantador no aceptaría salir con él así como así, si era honesto con sigo mismo, sabía que no tenía oportunidad.



Desvió la vista a la portátil frente a él. Aún debía terminar con el reporte y prepararlo para la reunión de la tarde. Había dejado de asistir a esas juntas porque no soportaba las miradas de sus colegas pero eso no quería decir que no debía haber su trabajo. Se enfocó en el trabajo pendiente; pensar en su des fortunio y auto compadecerse le estaba quitando tiempo.


— Wa-ka-to-shi- Kun — escuchó una conocida voz tararear su nombre desde la puerta. 


— Tendou... — contestó sin despegar la cara del computador siguiendo al pelirrojo de soslayo.


— No sabía que usabas lentillas


— ¿Lenti...? — se sonrojo al recordarse metido bajo el escritorio de aquel tipo. — Ah... No, es...


—¿Viste al chico nuevo? Era encantador. Me alegra no ser el único pelirrojo por aquí. Todos me miran raro en los pasillos.



— Hhmmmmp — soltó meditabundo


—Wakatoshi-kun — tarareó — pasa algo ¿Verdad?


Claro que pasaba algo. Desde que terminó sus terapias y revisiones previas a las reconstrucciones que tendría, se sentía un poco nervioso - aunque no se le notará a simple vista- y seguía desconcentrándole por las noches, haciéndolo sentir cansado.



— Estoy bien — refutó antes que el pelirrojo dijera algo más — Estaré bien, no te preocupes.


Y lo estaría, o eso pensaba al ver a lo lejos al amable chico de cabellos de jengibre. A veces lo seguía entre cubículos, ayudado de una revista para cubrir su cara o pasar desapercibido - cosa que era imposible dada su altura y complexión- por el personal del lugar.


No hubiera extrañado si alguien llamaba a la policía porque, bueno, seamos honestos. La actitud que tenía daba repelús y la forma en que lo admiraba - espiaba - era demasiado sospechosa, pero el personal lo conocía y si no había asesinado a nadie en los años que llevaba trabajando en el lugar, significaba que todo estaba bien, o eso esperaban.



La capacitación del pequeño pelirrojo terminaba y Ushijima no había hablado con él; siempre se acobardaba a último momento y salía corriendo del lugar.


— Está bien, Wakatoshi-kun. El chico se irá a terminar un papeleo en la otra sede. Volverá en un par de semanas, meses... Algo así. ¿Sabias que las galletas que ahora pusieron en el área de receso son deliciosas? ¡Me encantan! El otro día encontré una caja entera y la lleve a mi oficina, ahora dejan dos cajas ¿No es asombroso? La próxima te traeré una caja o mejor traeré las dos y haremos un pequeño picnic aquí, me encanta la alfombra nueva, es tan suave. El otro día estaba tan cansado que me tiré al piso y me dormí un rato. Como sea, cuando el renacuajo vuelva lo invitaré a comer galletas, verás que no podrá negarse.


— Eehhh ... Claro. — soltó sin saber muy bien que decir.


— Sí, sí, sí comeremos galletas, muchas galletas. Prepararé té o mejor, tal vez, sería mejor tomar café... Iré a probar con qué saben mejor. — se puso de pie de repente y salió de la oficina del mayor mientras tarareaba que comería galletas para alegrar su corazón.


Ushijima lo vio abandonar el lugar contoneando la cadera y moviendo los dedos. Volvió su vista a la pantalla de su portátil pensando. Su primera reconstrucción estaba programada para dentro de dos semanas, tal vez tres si debían repetir exámenes. Probablemente cuando el chico volviera, su cara ya se parecería más a lo que era antes.  Pensó.


Después de llenarse la cabeza de lo que podría o no ser, salió de la oficina ya entrada la noche. Tenía hambre y necesitaba darse un baño. Se dirigió al elevador y presionó el botón correspondiente. La horrible música sonaba y se preguntaba porque carajos siempre ponían una tonada tan pegajosa, odiaba tararearla en su oficina sin querer.


La puerta se abrió de repente y esperó a que alguien entrara, pero no fue así. Extrañado se asomó por la puerta, no sin antes recordar que Tendou le comento de los fantasmas del elevador. Salió del mismo, curioso por ver a dichoso fantasma, pero lo que encontró no fue eso. 


Por el pasillo venía caminando pegado a la pared el pelirrojo que había estado acosando por todo ese tiempo. Regreso de inmediato al elevador pero chocó con la puerta, alertando al menor.


— ¿Hay alguien ahí?


Pensó en abrir la puerta a la fuerza y lanzarse sobre el elevador, no pudo abrirla, por desgracia para él.


— ¿Hay alguien? — repitió.


Ushijima resignado desistió de sus planes y giró a donde el menor.  Venía a tientas y bizqueando. Arrugó el ceño, extrañado y se dirigió al chico.


— ¿Estas bien?


El pelirrojo dio un salto por la repentina pregunta, se tensó y luego se puso pálido — ¿E-eres  humano?


Ushijima sintió un dolor punzante con esa pregunta — Sí, lo siento. No quise asustarte con mi cara.


— ¿Que? ... ¡Ah, no! Lo siento no quise insultarte, es sólo que... Escuché del fantasma del elevador...


Ah ...


El chico se acercó un poco más a tientas. Ushijima se extraño por el modo que caminaba, no estaba tan obscuro el lugar. 



— ¿ Estás ... bien ?


— Lo siento — agregó manoteando hasta agarrar la manga de su saco. — tuve un accidente con mis lentillas y olvidé mis gafas, estoy ciego como un topo...


Recordó la junta a la que no asistiría, se había retrasado bastante, según escuchó. Al parecer el pelirrojo no llegaba al lugar.


— La verdad me puse nervioso. Suelo enfermar del estómago en situaciones de estrés y saber que debía hablar ante tanta gente... Bueno, no podía salir del baño y la junta se alargó por eso.


Ushijima escuchaba al chico hablar y hablar mientras bajaban por el asesor. Se había ofrecido a llevarlo a su departamento para evitar accidentes - según el mayor - y el menor había aceptado después de insistirle. Ahora no dejaba de hablar sobre el cómo había durado horas en el baño y como había estropeado sus lentillas, también le escuchó decir que tenía una hermana y se estaba quedando con ella temporalmente.


— Kageyama está en calidad. Es muy estricto al momento de hacer revisiones pero gracias a él el nuevo producto tiene mejor ... Lo siento, debo estarte aburriendo. 


— Está bien


— Gracias por ayudarme — susurró suavemente haciendo sonrojar al mayor.


— Estoy seguro que cualquiera habría hecho lo mismo.


— Bueno, pues no me topé con cualquieras cuando intentaba bajar, pero si había muchos alguien que me ignoraron.


— Sólo te llevo a tu casa.


— Gracias de todas formas.


Ushijima se había detenido en una luz roja. Pudo darse el lujo de mirar de frente al pequeño pelirrojo y admirar esos bonitos ojos color caramelo. Destellaban y lo miraban como nadie se había atrevido desde hace tiempo - aunque no lo veía realmente. El pensamiento de que jamás habría aceptado su ayuda si lo hubiera visto como era no dejaba de rondarle la cabeza. ¿Hubiera sido igual si lo pudiera ver claramente? 


Rememoraba la conversación que tuvieron, recostado en su cama. El chico de por si era encantador y conociéndolo lo era más. Una persona amable y hermosa de esas que no puedes evitar querer tener en tu vida.



Llevó su diestra a su corazón y aún podía sentirlo latir desbocado. Hinata le dijo que se iría al siguiente día, pero volvería, probablemente dentro de un mes. No era mucho tiempo, pero esperaba que cuando volviera, las cicatrices que cubrían su medio rostro ya no estuvieran tan visibles.


Su celular comenzó a vibrar haciéndolo salir de su ensoñación. Sacó el aparatejo de su bolsillo y revisó el mensaje pendiente.


Orange-crow

A la cartaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora