Capítulo 33. «Simples reemplazos»

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Tras mi despertar me pasé varias noches en vela. El aura tenebrosa del hospital y el ruido de las camillas siendo paseadas de un lado a otro a lo largo del pasillo me quitaba el sueño. Por tener la pierna hecha un asco no podía ni rodar en la cama para intentar dormirme. Tampoco podía ver la televisión, pues molestaría a mi compañero de habitación. Además, los tubos conectados a mi nariz y aquella aguja clavada en mi brazo, administrandome suero cada segundo, hacían de mi intento para conciliar el sueño tarea más difícil que la de pellizcar una pared. Solo me quedaba mirar al techo, tan blanco y limpio que me causaba escalofríos. Y además, a veces, cuando por fin conseguía perder la mirada somnolienta ahí arriba, mi mente me jugaba malas pasadas.

El sonido de los neumáticos pisando con fuerza el asfalto se me había metido muy dentro de los oídos y era difícil sacarlo de ahí.

Aquel era el último recuerdo que tenía de justo antes de despertar. Hacía ya cinco meses de ese accidente. Cinco meses que pasé profundamente dormida. Tal era el trauma que temía no volver a abrir los ojos tras cerrarlos para conciliar el sueño.

Llevaba un par de semanas despierta, junto a mi familia, pero esta era la tercera noche que pasaba sola: mi padres estaban en una pensión cercana al hospital y mi hermano estaba en casa, en Seúl.

Los médicos aseguraron que dejarme en Daegu sería la mejor opción pues contaban con un gran equipo médico que podría tratar mi despertar de manera brillante. Intentaron todo lo posible para que lo primero que vieran mis ojos tras dejar el coma fuera el cielo de Seúl, pero finalmente, decidieron escuchar a los profesionales.

Aquella fue la decisión más acertada, porque lo conocí a él.

- Llorar no te va a servir de nada.

No supe el motivo por el cual mis lágrimas comenzaron a escaparse de mis cuencas, pero sí... llevaba un rato llorando, y no de manera silenciosa, la verdad sea dicha. El ruido de mi llanto a las dos de la mañana hizo despertar a mi compañero de habitación.

Su camilla se encontraba a un par de metros de distancia de la mía, ambas estaban separadas por una gran cortina de color azul. Esta estaba un poco arremetida por su inicio, lo suficiente como para permitirme ver una parte de la cabeza de aquel chico. Por su posición, supuse que estaba medio sentado sobre su colchón.

- Yo... Es que... -Estaba avergonzada.- P-Pensé que estaría durmiendo...

- Eh, habla más informal, no soy tan mayor.

No, desde luego alguien con aquel color rubio platino teñido en sus cabellos no debía ser mucho mayor que yo.

- ¿Sabes? Te acercaría un pañuelo para que te limpiaras pero me duele el cuerpo entero. -Confesó con la mayor normalidad del mundo. Su voz ronca y adormilada era bastante bonita, pero fue su tono despreocupado el que me llamó la atención, pues no había oído otra cosa más que inquietud y seriedad en todos estos días.

- ¿Q-Qué te pasa? -Pregunté curiosa, sin desazón alguna. Escuché a aquel chico suspirar, como si le doliera recordar el motivo de su situación.- Oh... Siento haberme metido en donde no me llaman... -Dije finalmente para acabar con aquel silencio tan incómodo que inundó la habitación.

- No te disculpes... Además, si no fuera por esta cortina, ni si quiera tendrías que hacerme una pregunta tan estúpida.

De primeras, no supe como tomarme aquella frase. Aquel chico era demasiado cortante, muy borde... No solo conmigo, también con los médicos y demás trabajadores del lugar. Lo vi siempre, el trato que utilizaba con toda la gente que venía a cuidarle, a sanar sus heridas. La pena de aquello, es que todos eran profesionales, jamás vi un familiar suyo hacerle una visita.

FIRST LOVE ; bts TERMINADAWhere stories live. Discover now