Capítulo 9: ¡Socorro! ¡Empiezo el entrenamiento!

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-Psss... ¿Sally? ¿Estás despierta? —Susurró una voz. ¡¿Cómo voy a estar despierta si estoy durmiendo?! Es que esta gente parece que no tienen cerebro. Note que esa voz me estaba tocando la cara... ¡¿Me estaba tocando la cara?! ¡QUITA TU SUCIAS MANOS DE MI CARA! ¡Puedes contagiarme gérmenes! O algún trastorno mental, quien sabe... -Saaaaallyyyyyy —Por más que quería levantarme y darle una bofetada no podía, mi cuerpo no reaccionaba, hoy no tenía ganas de hacer nada, solo de dormir.

Enseguida oí como alguien saltó encima de mí y dio un fuerte ladrido. Enseguida hice un chillido y me caí de la cama. Me levanté a duras penas y me sobé la cabeza. Maldito chucho asqueroso ¡Me hizo un chichón! Ahora tengo el mismo chichón que Shin Chan ya que es igual de grande que una col. Levanté la mirada y vi a Hoodie sonriéndome.

-Buenos días bella durmiente —Bromeó él guiñándome un ojo.

-Buenos días príncipe —Sonreí siguiéndole el rollo. Miré a Smile que estaba sentado encima de mi cama con la lengua a fuera- Buenos días a ti también bruja malvada —Dije sarcásticamente y mirándolo con desprecio. Él solo seguía con la lengua a fuera como si no le importara nada. ¿Se está burlando de mí? Smile, tú y yo vamos a tener una larga charla. Miré al otro lado de la cama pensando que estaba Slendy durmiendo pero no había nadie -¿Qué hora es? —Pregunté bostezando. Hoodie me miró pensativo.

-Creo que son... las 6 de la mañana -¡¿QUE SON QUEEEEE?! Vale, me vuelvo a dormir, ¡buenas noches! Me metí en la cama apartando a Smile para un lado y tapándome con las sábanas pero rápidamente Hoodie me destapó -¿Se puede saber qué haces?

-Dormirme otra vez, es muy temprano —Lo miré con una cara soñolienta y haciendo la croqueta en el colchón de la cama.

-Recuerda que hoy es tu primer día de entrenamiento —Me recordó. ¡Ostras es verdad! ¡Lo olvidé! Mierda de vida...

-Vale, ahora me visto y me preparo... -Dije vagamente bajándome de la cama. Fui al armario y cogí un chándal de color rosa y unas bambas negras. Puse las prendas encima de la cama y me senté al lado. Miré a Hoodie, éste no paraba de mirarme sonriendo- Esto... Me tengo que cambiar...

-Oh, claro pues cámbiate —Sonrió. Me parece que no entendió lo que le quería decir.

-Soy una niña... Un pedófilo como tú no puede verme mientras me cambio —Soy muy fina, lo sé. Pero por tal de echarle de mi habitación le digo lo que haga falta.

-Entonces no hay problema —Se dio media vuelta mirando hacia la pared. ¡OH POR DIOS! ¡¿Tanto cuesta pillarlo?! ¡Solo le pido que se largue de mi maldita habitación! Será mejor no decirle nada más, por tal de que no me vea yo ya estoy contenta... Me quité el vestido que tenía puesto y me puse el chándal. Me quedaba un poco grande pero al menos me servía. Las bambas me quedaban perfectas.

-Ya estoy lista —Le avisé. Él se dio la vuelta y me sonrió.

-Qué lindo te queda —Que sí que vale, que si ahora te pones a coquetearme te aseguro que eso no funciona conmigo.

-¿Nos vamos a desayunar? —Pregunté rápidamente cambiando de tema. Hubo una larga pausa hasta que él asintió. Salimos los dos por la puerta dejando al chucho dentro de la habitación. Bajamos las escaleras y en la cocina encontramos a Slenderman haciendo el desayuno.

-Buenos días ¿ya os despertasteis? —Preguntó Slender. Los dos asentimos ¿Es que acaso no lo ve o qué? Miré que la cocina estaba un poco desordenada, llena de comida por todas partes. Pobre... me da lástima, se ha molestado en levantarse para hacernos el desayuno. Slendy nos dijo que nos sentáramos en la mesa y así lo hicimos. Nos puso un plato a cada uno con tortitas. Al cabo de unos minutos acabé de comerme el desayuno entero. A Hoodie le costó más ya que no solía comer comida humana pero yo lo ayudé metiéndole el desayuno en la boca de un golpe. De tanto que se le infló la cara, parecía una ardilla.

¡Socorro! ¡Estoy rodeada de idiotas! ©Where stories live. Discover now