Capítulo 3: ¡Socorro! ¡Un acosador!

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Era de mañana, el sol brillaba relucientemente iluminando la habitación, y bla bla bla. Bueno, seamos sinceros ¡aquí no hay sol ni hay mierdas en vinagre!, simplemente la persiana esta bajada y se ve todo a oscuras. Vagamente me levanté de la cama y me dirigí hacia la ventana. Tomé el cajetín de la persiana y estiré fuertemente de ella, pero la persiana no se abrió. Lo intenté de nuevo pero la puñetera persiana seguía sin abrirse. Debo de ir al gimnasio los músculos me fallan cada vez más. Lo intenté todas las veces que pude, pero seguía sin haber resultado. Por cada estirón que hacia me chocaba contra un mueble, y oía como caía al suelo brutalmente. Espero que tengan un seguro… ¡SI NO LO TIENEN SLENDERMAN LO PAGA TODO, A MI NO ME MIREN! Ah espera me di cuenta de algo: la persiana está atascada por culpa de un calcetín mal oliente. Cogí el calcetín con los dedos apartándolo a una pequeña distancia de mi nariz, y lo tire a suelo. Lo recogeré… en cuanto alguien de esta casa ponga huevos de oro.

Tiré nuevamente de la persiana, se notaba más ligera que antes. De repente la luz del día se posó en mi vista lo cual lo veía todo borroso. Si me hubieran avisado me hubiera puesto gafas de sol, ahora tendré que ir a un maldito oculista. Enseguida alguien me tocó por la espalda y pegué un largo chillido. Por el ruido que hice, en el techo se formó alguna que otra grieta. La persona que me tocó cayó al suelo al resbalarse con el apestoso calcetín y fue a parar con los demás muebles tirados por el suelo. Abrí más la ventana para poder verlo mejor. Ah, pero si es el espagueti de Slenderman. Corrí a ayudarle a levantarse, este se sobó la cabeza cuando estuvo de pie.

-¡Lo siento! ¿Te encuentras bien? Es que no podía abrir la persiana y sin querer me tropecé con unos muebles y cayeron al suelo… -Me disculpé. Cerré fuertemente los ojos, esperando un castigo pero en cambio de eso la mano de Slenderman se posó delicadamente en mi hombro.

-No pasa nada, lo que importa es que tú no te has hecho daño -De su espalda saco un peluche muy limpio, sin nada roto, adornado con una pequeña pajarita roja en el cuello- Toma, creo que esto te pertenece.

Cogí el peluche sorprendida, lo conocería en cualquier parte: ¡ES MI TEDDY! En ese estado parecía un juguete acabado de comprar. ¡Me encanta! Pero… si lo dejé medio destrozado… ¿Quién lo habrá…? Espera… ¡Slenderman lo cosió! ¡Lo arregló por mí! ¡QUE LINDO! Rápidamente me abracé a Slenderman ¿Cómo podría agradecérselo?

-No tenías que haberte molestado en arreglarlo, me sabe mal… -Dije abrazándolo cada vez más fuerte. Éste me cogió en brazos y me enseñó la habitación. ¡Qué bonita! El dormitorio era bastante grande, la mayoría de las paredes eran de color negro, donde había muchos marcos de fotos. Había un gran sofá negro junto con una mesita en la esquina y una televisión de plasma en la pared. Alrededor había muchos armarios rústicos y en el centro de la habitación un piano. Al lado del piano se encontraba una cama gigante. En una parte de la habitación las paredes eran de color rosa y hay estaban… ¡Todos mis juguetes! ¿Cómo han llegado a parar aquí? Supongo que Slenderman los habrá traído desde mi casa.

-¿Te gusta el dormitorio?- Preguntó. Yo asentí alegremente. Me solté de él, y fui a la zona de mis juguetes. Todos estaban colocados en un buen orden, también había una pequeña estantería donde habían libros para colorear y pinturas. Me dirigí nuevamente a Slenderman con una sonrisa en mi rostro. Enseguida me rugió la tripa.

-¡Vamos a desayunar! ¡Me ha entrado hambre! –Dije animada cogiéndolo del brazo pero éste me detuvo.

-Mejor ves tu sola, yo me quedaré aquí a descansar, no he dormido en toda la noche… -Añadió bostezando. Lo miré un poco triste. Pobrecito, se habrá pasado toda la noche arreglándome el oso, pero acepté. Me fui yo sola junto a Teddy hacia la planta de abajo. Todos estaban desayunando en el salón, así que me acerqué a ellos. Todos me miraron y me dieron los típicos “Buenos días”. Me senté en mi silla favorita, sí, es la estropeada le cogí mucho cariño. A mi lado se sentó Nina y Hoodie y en frente de mí Jeff que me miraba con una cara de odio. Llevaba puesta la sudadera rosa. Sin ofender, pero parece marica. Con un peinado de mujer y maquillaje, queda irreconocible. De seguro que triunfa como actor en la serie de Monster High.

¡Socorro! ¡Estoy rodeada de idiotas! ©Där berättelser lever. Upptäck nu