- Capítulo 17 -

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Pidieron café, y después condujo hasta uno de los miradores que habían en la autopista. Salieron del coche para saborear la vista del océano Pacífico. Wolf respiró profundamente, embriagándose con el olor a salitre y mar. Le encantaban en océano y los acantilados de Malibú. Era una zona que le recordaba las costas de Japón. No creía que hubiera podido resistir tanto tiempo allí de no haber sido por la proximidad del mar. Odiaba Los Ángeles, su falsedad, su superficialidad y la actitud de la gente. La gente que conocía  en el mundo del cine parecía tener miedo a ser real, humana. Les asustaban sus cuerpos, la edad,sus defectos y debilidades. Las mujeres se torturaban cada día para estar preciosas, para no envejecer nunca. Estaban obsesionadas con su imagen.

Echaba de menos las mujeres de verdad, cuyas frentes se arrugaban cuando fruncían el ceño, y sus ojos también cuando sonreían. Allí todas las caras eran  iguales, plastificadas y operadas. Soñaba con poder compartir una copa con una chica que pudiera contar una historia en condiciones, que se pudiera comer una bolsa de patatas sin preocuparse por las calorías.

A veces Tokyo le parecía estar demasiado lejos, y echaba de menos la vida que había dejado atrás, cuando no era famoso.

Ella lo observó mientras se tomaba su café, apoyado en el coche. Había estado muy callado desde que salieron del café; parecía pensativo. Aunque siempre era enigmático, parecía más distante de lo normal. Se preguntó de nuevo por qué no disfrutaría siendo actor y por qué no apreciaría más su fama. Quizás estuviera tan malcriado que no pudiera ni valorar sus éxitos.

- No tienes nada más planeado, ¿verdad? - le preguntó ella.

El viento agitaba su cabello, revolviéndoselo. Intentó sujetarlo sin éxito tras las orejas.

- Tenemos una cena está noche en Shino's.

En cualquier otra circunstancia, le habría atraído la idea de ir a cenar allí, pero estaba cansada, no había dormido muy bien últimamente y, después de la tensa tarde, le hubiera gustado pasar la velada en casa Sola y tumbada en el sofá con un buen libro.

- ¿Tengo que ir?

- Sí.

- ¿Por qué?

- Es el cumpleaños de Sebastian Michaelis. 

Se trataba del último actor de moda en Hollywood, un británico que acababa de protagonizar una película con Wolf, una que no se estrenaría hasta las navidades, cuando salían a la calle todas las películas que iban a competir para los Oscars.

- Pero Sebastian Michaelis no me conoce...

- Todo el mundo va en pareja - interrumpió él con brusquedad -. Se supone que eso te incluye a ti.

Agachó la cabeza y miró su vaso de café. Ahora mismo odiaba tener que interpretar ese papel. Wolf era demasiado intenso e impredecible.

- Va a ser una fiesta pequeña - añadió él -. Creo que sólo ha invitado a seis amigos, así que mi ausencia sería sospechosa, sobretodo cuando ya le he dicho que iría.

- No digo que no vayas, pero es que a mí no me apetece...

La miró de reojo.

- No te gusto demasiado, ¿verdad?

- No - repuso ella sin pensar.

- ¿Por qué no? Me gustaría que fueses más precisa en tus apreciaciones.

- Creo que tu escala de valores es deplorable. Podrías ser alguien genial de verdad, heroico. Pero, en vez de eso, simplemente usas a la gente, te aprovechas de ellos. Y odio eso.

- Y también me odias a mí.

- Y también me odias a mí

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ᴘᴀsɪᴏ́ɴ ᴅᴇ ᴄɪɴᴇ (ᴋᴀʀᴍᴀ ᴀᴋᴀʙᴀɴᴇ x ʀᴇᴀᴅᴇʀ) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora