capítulo nueve.

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009: asag.

Liam se movió impaciente en la parte trasera del auto, mientras mordía una de las uñas de su mano.

– ¿¡Nadie va a hablar el hecho de que sus ojos cambiaron de color!?– preguntó exaltado asomándose entre los asientos del copiloto.

Grace abrió los ojos como plato e intentó asomarse al igual que Liam.

– ¿Mis ojos cambiaron de color?

Stiles y Scott se vieron entre sí y después suspiraron.

– Lo hicieron– contestó Scott mientras miraba a la castaña por el retrovisor– cambiaron a un color dorado y plata.

La castaña miró a los dos chicos y después negó rápidamente. ¿De verdad había pasado eso con ella?

– ¿P-porque lo hicieron?– preguntó ella nerviosa– ¿Es algo malo?

– No lo creo– dijo Stiles– a Scott, a Liam y a los demás que son algún ser sobrenatural sus ojos cambian de color cuando se transforman– explicó.

– Debe ser porque tus poderes se están dando a descubrir– ahora habló Scott.

Grace se recostó en el asiento de atrás y miró sus manos. ¿Ahí tendría todo el poder que su cuerpo oculta? Le pareció una idea interesante, levantó una de sus manos y la examinó curiosa, mientras apretaba sus labios. Liam la miraba sin entender que estaba haciendo y cuando ella captó su mirada, bajo su mano rápido mientras se sonrojaba.

– Perdón– se disculpó apenada.

– ¿Grace?– la llamó Scott. Ella se volvió a asomar entre los asientos delanteros– estamos en camino a la veterinaria, le dirás a Deaton todo lo que esa silueta te dijo, cuando la viste en tus sueños y lo que hizo esta tarde ¿está bien?

–¿Por qué tengo que hacerlo?– preguntó frunciendo el ceño.

– Tal vez con la descripción de su cara, como la viste, pueda saber que es y a que nos estamos enfrentando.

Grace no protestó y sólo asintió, volviendo a acomodarse en su asiento. Recordó por un momento la cara de impacto y felicidad de la esposa del señor que ella había traído a la vida. Sonrió. Se enorgullecía de ella, nunca pensó que su viaje a la tierra la haría experimentar esto, estas acciones, estas sensaciones. Creía que sólo sería algo tan simple.

Volvió a la realidad cuando la camioneta se detuvo y los chicos abrieron las puertas para salir. Todos bajaron del auto y se encaminaron hacia la veterinaria la cual estaba un poco oscura. Cuando entraron, Scott volteó el cartel que decía "abierto" para que ahora indicara que no lo estaba. Era algo de lo que ya estaban acostumbrados a hacer, pues lo habían hecho millones de veces antes.

Se fueron a la sala de consulta y cuando llegaron ahí pudieron a ver a Deaton, quien los esperaba.

– Perdón por no haber respondido antes tu llamada– se disculpó Deaton, pues Scott lo había estado intentando contactar desde la mañana– había tenido un día muy ajetreado, trajeron a varios perros y gatos enfermos– explicó cruzándose de brazos– cosa rara, nunca habían tenido más de cinco consultas al día.

angelus ; jordan parrish I.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora