capítulo tres.

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003: el señor.

Cuando Grace decidió que había sido suficiente jugar debajo de la lluvia, ella y Parrish ingresaron al edificio que estaba frente a ellos. Tuvieron que subir dos pisos por las escaleras para llegar al pequeño departamento donde Parrish vivía. Al entrar a éste el sabueso dejó a Grace en medio de la sala para ir a buscar unas toallas con las que pudieran secarse y cuando las encontró regreso con ella.

– Ten– le dijo tendiéndole la toalla– es para que te seques.

Parrish comenzó a pasarse la toalla por el cabello y después por arriba de su ropa. Grace imitó su acción y pasó la toalla por su cara.

– No tengo ropa para mujer– comentó Jordan riendo– pero puedo prestarte algo de mi ropa por mientras, tal vez le podamos pedir un poco a Lydia o te puedo llevar a comprar.

– Pero me gusta mi vestido– le dijo Grace mirando su vestido el cual estaba todo sucio y empapado. Parrish también lo miró y quitó su mirada rápido.

– E-es bonito– lo halagó– pero esta sucio y mojado. No puedes usarlo siempre.

– En el cielo lo hacía.

Parrish suspiró y dejó las toallas en el sillón.

– ¿Qué te parece si hoy te presto un poco de mi ropa y después vamos a lavar tu vestido?– le preguntó a la chica– podrás usarlo cuando esté limpio.

Ella asintió con una sonrisa. Parrish fue a buscar a su cuarto ropa que podría prestarle a Grace y cuando encontró un pantalón deportivo y una camisa que no usaba desde hace en un tiempo, comenzó a caminar de regreso a la sala. Sin duda le compraría un poco de ropa después.

– Aquí está– le avisó Parrish tendiéndole la ropa– puedes cambiarte en el baño, yo lo haré en mi habitación.

Jordan le indicó a Grace dónde podía cambiarse y ella entró al pequeño cuarto. Observó todo dentro de él y dejó la ropa que Parrish le había dado en el suelo. Se quitó el vestido y lo dejó caer. Después volvió a tomar la ropa que había dejado en el suelo y cómo pudo se la puso. La camisa le quedaba grande pero eso le daba comodidad.

Después de haberse cambiado siguió inspeccionando el cuarto en el que se encontraba. Se dio media vuelta y se encontró con un espejo grande. Ella abrió los ojos de sorpresa cuando vio su reflejo.

¿Esa era ella? ¿Así es cómo lucía? No recordaba haber visto su cara alguna vez en su vida. Se acercó más al espejo y reposó sus manos en el lavabo.

Observó delicadamente cada detalle que se reflejaba en el espejo, desde su cabello hasta su barbilla. Levantó las manos temblorosas y las llevó hasta su nariz. La tocó y rió por lo bajo. Después pasó su mano por su mejilla, suavemente, miró unos cuantos lunares que adornaban su cara y tocó uno por uno.

– Bonita– se llamó ella misma.

Después sonrió hacia el espejo, mostrando su fila de dientes y los observó curiosa. Cambió su mirada hacia sus ojos y pestañas. Se parecían a los ojos de Damien, a los ojos de su hermano. Eran cafés claros y sus pestañas eran largas.

– ¿Grace? ¿Estás bien?– la voz de Parrish la interrumpió– llevas ahí un tiempo, ¿pudiste cambiarte?

Ella dejó de ver su reflejo y después volteó a ver hacia dónde venía la voz, justo detrás de la puerta.

angelus ; jordan parrish I.Where stories live. Discover now