Cap. 63 Asimilar el sentimiento.

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Su mirada aún me estudiaba, era como un ratón a punto de ser cazado por un gran depredador.

Él me sonreía.

Aunque sus ojos estaban más oscuros.

Acomode mejor mi vestido y cuando la reunión terminó, simplemente me relaje, la boda mis padres estaba cerca y yo debía ocuparme de la empresa entonces.

No sólo era eso, también tenía que seguir con Logan en la empresa y eso contando mi universidad.

—Señorita Collins. —me llamo y alce la mirada del bloc de notas.

—Señor Hale.

—Podría pasar a mi oficina por favor.

Entonces lo supe, iba a hablar conmigo sobre la declaración de hace unos tres días.

Estaba segura que tendría que hablar.

Enfrentarlo.

La chica con la que lo había visto el día después me dejó con ganas de no decirle nada.

Ella estuvo ahí sonriendo y muy acaramelada con él.

Cosa que me fastidiaba.

Así que con la frente en alto entre a su oficina sin tocar y cerré la puerta.

—Adelante, Hale.

—Emily, sobre el otro día, yo quiero pedirte disculpas, eso no era lo que parecía.

Sonreí amargamente sintiendo los recuerdos volver a mi cabeza, la situación me resultaba familiar. ¿Cómo no?, primero al día siguiente de la boda de Sebastián decidimos intentarlo, pero, él y su, ahhhhg.

—Hablas de cómo casi besas a esa chica?

—No era lo que parecía.

Esas palabras tan amargas como siempre cuando las he escuchado o siquiera leído.

Tenía que tomar la decisión antes de salir lastimada.

—Logan, déjalo ahí. Esto que teníamos debemos... —trague el nudo que sentí repentinamente.— terminarlo.

Mi voz había sonado fría y entonces noté como cualquier rastro de sentimientos desapareció en la cara de él. Estaba pálido.

—No.

Alce una ceja pero me mantuve firme.

Con el dolor de mi alma.

—No podemos estar juntos.

—No vamos a acabar esto. —su tono sonó ahogado.

—No quiero seguir con una mentira.

Su rostro se desencajó y entonces en cámara lenta ya se había levantado cuando yo me levante de mi silla y abrí la puerta.

—No Emily.

—La decisión está tomada. Con permiso señor Hale. —salí de la oficina y corrí a los ascensores entrando rápido, huí.

Huí como la cobarde y orgullosa mujer que era. 

No lo deje explicarse y en cierta forma ya estaba cansada de tanto quedarme en la misma situación.

Encerrar mis sentimientos, mi terquedad, la estupidez y demás sentimientos del que seguro muchas personas me detestarían.

Las lagrimas no se hicieron esperar cuando volví a mi apartamento, lo había rentado después de que note lo incómodo que era vivir en casa de mi padre ya tan adulta, hace ya algunos meses atrás.

Te Prohibo EnamorarteWhere stories live. Discover now