Capítulo 5.

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—¡Eddie spaguetti!— es la forma de Richie de llamarlo para que salga de casa.

No tiene que hacerlo dos veces, pues Eddie sale a prisa.

—No grites, mi madre está durmiendo— le dice, saliendo y cerrando la puerta tras de sí.

Richie se le queda viendo con cara de idiota. Eddie lleva una camisa azul a cuadros y unos shorts de jeans hasta la rodilla.

—¿Por qué me ves así?— le pregunta Eddie, levemente sonrojado, y Richie sale de su encantamiento.

—Por que te ves bien— ¡Alerta! ¡Lo dijiste en voz alta! ¡Arreglalo!
—. Digo, para ser un chico spaguetti.

Eddie iba a darle las gracias, pero ahora frunce el ceño y le da un ligero golpe en el hombro.

—Ni que tú te vieras muy bien.

Pero miente. A su pareder, Richie luce genial con su lock clásico. Incluso sus gafas tienen su encanto. Obvio no se lo va a decir.

—¡Sabes que soy fabuloso!— exclama Richie y caminan juntos, el uno junto al otro.

—Ya quisieras.

Es increíble lo bien que han conectado en tan poco tiempo, pero ninguno de los dos lo nota aún.

....

—Y esta, señorrr, es la horrible estatua de Paul— Richie señala las cosas mientras habla con voz de guía de turista a la que intenta darle un acento inglés (sin éxito).

Eddie ríe (que hermosa risa, piensa Richie).

—Dios, imitas muy mal, Richie.

—¡Es la envidia, Eds! Yo seré el mejor imitador de todos los tiempos.

Han recorrido varios lugares (Eddie ya conoce los que los perdedores frecuentan, así que Richie tuvo que ser creativo), desde pequeñas plazas hasta la gran estatua, junto a la feria de verano.

—¡Mira esas trompetas!— señala Richie—. ¿Crees que me dejen probar una?

Eddie rueda los ojos, medio sonriendo.

—Definitivamente no— luego se fija en un carrito de helado—. Iré por uno de esos, ¿tú quieres?

—Eso no se pregunta, mi querido Eds.

—No me llames Eds, no me gusta.

—Obvio no te gusta, te encanta.

Eddie vuelve a rodar los ojos (es inevitable no hacerlo cuando estás con Richie Tozier) pero no puede evitar pensar en que desde hace meses (cuando su padre estaba enfermo) que no sonreía así.

....

—No puedo creer que trataras de robarle esa tuba— Eddie niega con la cabeza, pero está riendo con suavidad. Le extiende a Richie el otro helado y él lo acepta gustoso.

—¡Seguro que si me dejaba tocarla tenía más talento que él!

—Cuanta confianza, Tozier.

Richie se pierde esos ojos de ángel. ¿Y si Stanley tiene razón? ¿y si se está interesando en Eddie? ¡Pero si apenas se conocen!

—Y dime, ¿cómo le va a tu gorda madre?

—¡Richie!— Eddie frunce el ceño—. No la llames así.

Ángel | Reddie AU.Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora