Capitulo 25

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Te dije que sabrias cuando publicaría ;), lamento la demora, las quieroooooooooo, si les gusta voten y si les gusta mucho comente :*****

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A Lauren no le quedaba la menor duda de que su prisionera estaba dormida después del terrible encontronazo con la muerte que había tenido ese día. Apenas había conseguido mantener los ojos abiertos durante la cena. Lauren también intentó dormir, pero lo fue imposible.

No podía olvidar la imagen de su cuerpo desnudo. Delgado, atlético y con pechos turgentes y curvas voluptuosas. Un cuerpo acostumbrado a ejercitarse. Recordó lo sucedido el día anterior en la celda, cuando esos ojos chocolate la fulminaron mientras el pelo le caía suelto alrededor de las caderas y solo la cubría una camisola… Sin embargo, la imagen que más se repetía en su cabeza era la de Camila intentando reincorporarse en el camastro de la celda, empapada de sudor, con el pelo humedecido como si estuviera saciada después de un buen revolcón. Esa imagen también la había mantenido despierta la noche anterior. ¡Maldición!

Era una imbécil redomada por no aprovechar la excusa que ella le había proporcionado a fin de retenerla a su lado. Incluso lo había repetido esa misma noche, le había dicho que estaba en peligro y le había preguntado:

--¿Y si hay un espía de los Mahone? Si se hacen con la esclava sabrán que estoy viva.

Había sido una acusación disparatada, pero el ladrón había desaparecido ese mismo día antes de que ellos regresaran al palacio. Lauren lo consideraba una declaración de culpabilidad, al menos en ese caso del robo. Cuando se lo dijo, Camila pareció quedarse un poco más tranquila.

¿Qué le había impedido llevarla a su dormitorio, donde deseaba que estuviera? ¿La culpa que sentía por no haberla vigilado mejor durante la fiesta? Seguramente. ¿La extenuación que ella sufría? Debería haberse aprovechado de ese detalle sin remordimientos, pero no pudo hacerlo, aunque la deseaba con todas sus fuerzas. ¿Por qué? ¿Por qué comenzaba a creer que era inocente?

Camila era demasiado inteligente como para no tener dudas a menos que creyera todo lo que le había contado. Eso la convertía en la dama inglesa inocente que había sido obra de su tutor. Pero ¿sería también dicho tutor inocente? ¿Un hombre que se había visto obligado a contarle ese cuento a Camila? Eso era mucho más creíble que la historia del asesino que renegó de su profesión por la sonrisa de un bebé. Pero solo su tutor podía contarle la verdad, y Camila sería el cebo para atraerlo. Suponiendo que el hombre se preocupara por ella lo suficiente como para querer saber qué le había pasado después de entrar en el palacio. De modo que inocente o no, no podía liberar a Camila.

Por fin se durmió, pero la despertó el grito de una mujer, que fue seguido por un silencio absoluto. Saltó de la cama y se dirigió a toda prisa a la celda de Camila para investigar. La encontró atravesando el almacén. Boris y Franz, que dormían allí, también se habían despertado por el grito e intentaban ayudarla, pero Camila se negó a detenerse hasta verla.

--¿¡Así me protege!?—la acusó con voz chillona, casi histérica.

Lauren apenas comprendió la pregunta porque tenía los ojos clavados en la bata manchada de sangre. Corrió hasta ella.

--¿Por qué estas sangrando?

--No sangro.

Tomó aire antes de preguntar:

--¿Qué ha pasado?

--¡Uno de sus hombres ha intentado matarme!

--¿Uno de mis hombres?

--Bueno, supongo que ha podido robar el uniforme—contestó—pero me di cuenta de que lo llevaba puesto cuando ha echado a correr hacia la puerta.

Las reglas de la pasión - CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora