Capitulo 14

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 La comida llegó antes de que Camila pudiera hablar, lo que fue una suerte, porque no se creía capaz de pronunciar una sola palabra. Tan grande era su asombro. ¿Habían intentado pasarse por ella?

Poppie no la había advertido al respecto, de modo que debían mantenerlo en secreto. Tanto que ni siquiera su informante a sueldo lo había descubierto. Sin embargo, debería haberlo pensado, ella también debería haberlo hecho, aunque solo fuera como una posibilidad. Estaban en juego tanta riqueza, tanto poder y tantos privilegios que era lógico que alguna persona sin escrúpulos intentara conseguirlos.

“Cuando tenías siete años, escuché otro comentario. Que te habían dado por muerta después de todo el tiempo que había pasado”.

Recordó claramente las palabras de Poppie. ¡Incluso se celebró un funeral! La noticia propició que cualquier impostora reclamara su lugar. ¿Quién iba a atreverse a hacer algo así antes, cuando solo estaba “desaparecida” y podrían devolverla a la familia en cualquier momento?

--Es espantoso y muy cruel que hayan intentado hacerse pasar por mí. Pero supongo que no es sorprendente si tenemos en cuenta lo que está en juego—comentó Camila con un deje asqueado en la voz. Volvió a sentarse en el sofá y respiró hondo antes de añadir—Cree que ahora voy a retirar mis palabras, ¿verdad? Lo haría si no estuvieran en juego tantas vidas. Aunque haya nacido aquí…

--¿Qué vidas?—la interrumpió ella de muy mala manera.

Su tono de voz volvió a desconcertarla. Se sentó en el borde del sofá y se aferró a él con ambas manos, preparada para huir. Esa mujer era demasiado grande y le estaba gritando.

Y así se lo hizo saber.

--Si no es capaz de hablar de forma educada, lléveme con otra persona que posea la paciencia suficiente para que pueda escucharme.

La condesa se echó a reír, aunque Camila no captó ni rastro de humor en su carcajada.

--Vienes aquí para hacerte pasar por un miembro de la realeza, pero de momento no estás encarcelada, ¿verdad? Fíjate si soy paciente, muchacha. Dime, ¿qué vidas están en juego?

Su tono de voz volvía a ser sereno, pero Camila cerró los ojos un instante para luchar contra el nuevo  temor que acababan de despertar sus palabras. ¿Lo había hecho de forma deliberada? Ojalá fuera así. En el exterior del palacio había corrido peligro, pero Poppie le había asegurado que dentro estaría a salvo. No. Que estaría segura una vez que se reuniera con su padre. Y la capitana se interponía entre ella y la seguridad.

La miró de reojo y se armó de valor.

--Me refería a las vidas que se perderán en la inminente guerra, si los rebeldes siguen ganando apoyos.

--Estamos lidiando con ellos según los localizamos.

--¿Matándolos?

--Por supuesto—reconoció ella sin más—Lo que hacen es traición.

Camila no podía rebatir sus palabras, pera a esa mujer se le escapaba lo más importante.

--Quienes me preocupan son las personas inocentes que los rebeldes instigan a la rebelión. De hecho, no tienen por qué morir cuando el pretexto para el alzamiento popular es una mentira. El rey tiene una heredera. Yo. Mi presencia acabará con ese intento de sedición.

--¿Sugieres una mentira para acabar con otra mentira?

Camila suspiró.

--No, soy quien he afirmado ser. La hija de Alejandro. Ojalá no lo fuera. La verdad es que no lo supe hasta el mes pasado. Créame, jamás he deseado ser una princesa. Crecí en Londres pensando que algún día me casaría con un lord inglés; bueno, eso fue hasta que descubrí que me encantaba la enseñanza. Porque la nobleza rechaza que sus esposas hagan algo tan burgués como…--Se detuvo, consciente de que estaba parloteando sin ton ni son—Es un dilema que viene de largo. Lo que quiero decir es que, aunque haya nacido aquí, no considero que Lubinia sea mi hogar, así que no quiero quedarme más tiempo del necesario, solo hasta que evitemos que haya una guerra.

Las reglas de la pasión - CamrenWhere stories live. Discover now