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Llegamos al boliche, había un montón de gente concentrada para entrar. Yo suspiré nerviosa, intentando ignorar mis nervios que me estaban matando, pero era imposible.

-Dale reina, que tenemos vip- Dijo Kiara, yo asentí y las cuatro nos acercamos a la entrada.

Los patovicas nos miraron de arriba a abajo, uno me sonrió y yo me sentí rara al verlo. Intenté mentalizarme que lo hacía para quedar bien, pero era raro que un señor te sonriera de esa forma.

Nos dejaron pasar y al entrar la música invadió mis oídos, habían unos pibes tomando en la entrada y parecían menores. Yo rodé los ojos, esperaba que dejaran pasar estas cosas, ¿pero en la entrada donde todos podían verlos?

-Mi vida, ¿querés una tanga?- Preguntó Guili. Yo elevé una ceja al escucharla, dándole a entender que no entendía a que venía su pregunta. -Por tu cara de orto- Terminó con una risa.

Le pegué en el hombro y ella se quejó, yo me reí y las otras dos sonreían con diversión al ver nuestra escena.

Las dos nos sonreímos y nos abrazamos. Era normal en nosotras pegarnos, decirnos giladas pero terminar abrazadas. Es una de mis mejores amigas, ¿qué más podía esperar de ella?

Cuando nos íbamos acercando a la pista, más nervios me daban al recordar esas sensaciones que sentí a los quince. Se sentía como si hubiese sido ayer lo que sucedió, pero no, ya habían pasado cuatro años.

Me tensé y mi amiga lo notó, acarició mi brazo derecho dándome apoyo, ella tenía más que aprendido todo lo que yo había vivido, y me bancaba.

-Vamos a la barra, dale- Apuro Kiara, yo con pereza entré.

Nos quedamos bailando, hasta que me comencé a sofocar por tanta gente. Mis amigas estaban con un grupito de pibes, me acerqué para avisarles que iba a salir un rato.

Todos asintieron, yo le sonreí a un rubio con el que me venía hablando desde que el grupito este de pibes se nos acercaron a hablar.

-¿Te acompaño?- Preguntó.

Negué con la cabeza y salí por donde había entrado hace como más de una hora y media. Salí y aún había gente haciendo fila para entrar al boliche.

Suspiré y al palmear el bolsillo de mi campera, encontré un porro. Sabía que lo había dejado ahí Facundo, fue el último que me dio cuando nos juntamos para "hablar".

Lo prendí sin importarme qué me dijeran algo, total, yo ya me encontraba afuera. Inhalé y exhalé, solté el humo por la boca.

Caminé un rato para respirar aire, y dejar de sentir esa sensación rara en la panza, además que necesitaba aire.

No estaba tan acostumbrada a tanta gente alrededor mío bailando y tomando una burra mientras lo hacían. Antes si, pero a esta nueva Chiara le va a costar un poco más acostumbrarse a eso.

Caminé un poco más alrededor del boliche, estaba aburrida y recién eran las dos y media. Apagué el porro y caminé hacia la entrada, decidida y con ganas de bailar al escuchar el temón que estaban pasando.

-Yo estaba re loco, re loco- Canté acercándome a donde había un patovica al lado de una puerta.

Supuse que era la entrada. Y decidí entrar por ese lugar, ya que estaba más cerca de mi y me daba pereza volver a hacer todo el recorrido y la cola.

Mientras más me acercaba, el pibe no parecía un patovica pero estaba vestido como uno. Así que me elevé de hombros y termine de acercarme.

Me vio y me sonrió, le mostré un papel que decía que tenía entrada vip. Él elevó una ceja y yo lo miré impaciente para que me deje pasar.

-¿Y yo que hago con eso?- Preguntó.

-Sos el patovica, deberías de saber- Le respondí.

Él rió con bastante diversión y me señaló su cara, yo no entendía nada y seguramente el porro que me fume estaba comenzando a actuar de forma rara.

-¿Me ves cara de ser un patovica?- Preguntó.

-Si- Respondí, el pibe volvió a reír y yo rodé mis ojos. -Loco, ¿me vas a dejar pasar o vas a estar más rato riéndote?- Pregunte irritada.

Nos miramos hasta que la vos de un señor nos distrajo.

Patovica - WosWhere stories live. Discover now