19

1.6K 111 24
                                    

Antes de que llegara Valentín yo salí de la casa, me dirigí al súper más cercano y compré un paquete de pitusas, ya que Kiara no tiene más y yo sin esas galletitas no soporto ni un día.

Caminé por las calles del barrio, mirando para todos lados antes de cruzar y cinco minutos después entré a la casa de mi amiga, con pitusas y un jugo que compré por comprar.

Ni siquiera toqué la puerta porque ya tengo más que asumido que esta casa es como la mía.

-¿Chiara?- Cuestionó mi amiga desde el sillón de la sala.

Yo grité una respuesta afirmativa, dirigiéndome hacia la cocina para agarrar un vaso y después fui con mis amigos.

Estoy nerviosa y sé que es por el hecho de ver a Valentín, no se porque me genera esta especie de nervios cuando lo veo, o cuando me habla.

Soy una ridícula, eso aclara bastantes cosas.

-Llegó por quien lloraban- Dije sonriendo mientras a lo lejos visualizo los sillones libres.

Uno solo y al lado de Valentín, tantos sillones y uno solo libre, los otros dos están ocupados uno por Kiara y otro por su gato del demonio, que ni se deja tocar.

Suspiro y me siento al lado de Valentín, quien no saca su vista de mi ni un segundo hasta que me siento, lo saludo con un beso en el cachete y una sonrisa, que él me devolvió.

-Llegó la perra- Me corrigió en joda, Kiara.

Le saqué el dedo del medio, después abrí el paquete de pitusas, el sonido hizo que Valentín se diera vuelta como resorte. Yo elevé una ceja y él me sonrió sin sacar la vista del paquete.

Abracé las pitusas contra mi cuerpo y los dos me miraron indignados, yo negué con la cabeza y comencé a comer.

Estas galletas son mías, y nadie me sacar ni una sola.

-Compartí, no seas tan egoísta- Yo miré a mi amiga y le di una sola, sonriendo de costado.

Valentín fue más rápido y me robó una sin que me diera cuenta y yo me quejé, pero no dije nad más. El ojiazul me vio con una sonrisa inocente, que sin dudas me dio ese toque de ternura indescriptible.

-¿Qué onda tu vida, Chiara?- Preguntó Valen.

Yo me elevé de hombros, en sí mi vida no está siendo muy entretenida, estoy ahí pero casi en la B.

-Ahí va, medio paja pero bien- Dije con una sonrisa tímida.

Él asintió y segundos después paso su brazo por mi cuello y mis hombros, dejándome medio descolocada pero él siguió hablando con Kiara como si todo fuera normal.

(...)

-Voy al baño- Dijo mi amiga, dejándonos solos a Valentín y a mí.

Spoiler; Kiara nunca volvió.

Valentín y yo no nos miramos en aproximadamente unos minutos, en los cuales los dos comemos las pitusas que quedan y vemos nuestros celulares.

Cuando meto mi mano en el paquete siento que no quedan más, pero no me parece justo, entonces sigo buscando más galletas, hasta que en un momento mi mano choca con otra.

Mis cachetes se ponen rojos hasta mi cuello más o menos, odio ponerme rojita porque siento que estoy quedando como una pelotuda.

Valentín me vio y sonrió de boca cerrada, entrelazando nuestras manos, haciendo que yo elevé una ceja.

-¿Qué?- Preguntó con inocencia.

¿Cuándo pasamos a estos niveles de confianza en una amistad?

Negué con la cabeza, ya que no iba a decirle nada, saqué mi mano y al tenerla unida a la de Valentín, las dos salieron juntas.

Apoyamos las manos en el sillón, mientras que nuestros ojos no salen de los ojos del otro.

-¿Y tu vida? ¿Todo bien con Julia?- Pregunté después del silencio incómodo que se formó por minutos entre nosotros.

A todo esto, él juega con mis dedos y los suyos, entrelazándolos, intentando hacerme cosquillas en la palma de mi mano.

Yo sólo lo miro. Parece un nene chiquito que tiene a disposición un juguete nuevo, y mis ganas de acariciar su pelo mientras me están sacando de lugar.

-Y bueno, hoy peleamos, ayer también y como que ya no siento lo mismo, ¿sabes?- Asentí aunque no me viera, pero él siguió hablando. -Creo que sólo confundí las cosas y nunca sentí algo más por ella, sino que quería tener una relación

Me sentí mal por Julia porque se le veía enganchada desde más de una cuadra, pero cuando los dos no sienten lo mismo no se puede obligar.

-¿Y su estado? Digo, ella subió una foto a Insta diciendo "nunca confíes en nadie"- Avisé, él elevó los hombros.

-Yo nunca le metí los cuernos, si algo que no hago es eso, porque sé lo feo que es ser cornudo- Hizo puchero con su labio inferior.

Esta vez no controlé mis impulsos y dejé mi mano restante hacerle masajes en su pelo, y el sentimiento de ternura al ver su carita relajarse fue demasiado.

-Es re feo ser cornuda, sí- Dije dándole la razón.

Como yo no voy a saber que feo es serlo, si con Facundo lo fui todo el tiempo.

-¿Vos siendo tan linda te hicieron cornuda?

Patovica - WosUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum