C A P I T U L O LVI |HOSPITAL|

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El dolor de cabeza es prominente y el molesto pitido de una maquina cercana a mi me hace consiente de saber dónde estoy, aprieto los ojos con fuerza para intentar abrirlos, no puedo. Tomo una bocanada de aire e intento de nuevo lográndolo. El blanco me nubla la vista. Cierro los ojos para acostumbrarme de nuevo.

Tacto, Mi mano esta entrelazada con la de alguien, la mueven constantemente que me parece un poco molesto. Amago para soltarme, pero no me deja, me aprieta más fuerte.

Audición, oigo a lo lejos murmullos feroces al fondo, cacto los susurro seguidos de alguien hipidos, me inquieto abriendo los ojos nuevamente. Se cierran sin acostumbrarse a la luz.

Gusto, Siento el mal aliento de mi boca, pastosa. Muevo mi lengua y me oigo decir con la voz rota.

-apaga la luz. Dios santo, quien sea...-a los pocos segundos la persona quien está conmigo me suelta y escucho el clic del interruptor.

Olfato, el perfume embriagador de mi marido infunda mis fosas nasales. Lo cual me permite verle.

Lo observo de arriba abajo con el ceño fruncido, su mirada choca con la mía y veo un ligero alivio. Se nota que está cansado y está algo ojeroso. Acerco mi mano a su rostro acariciándole la mejilla. Le ruego con la mirada saber que paso. No contesta.

- ¿gemelos? -susurro y el frunce el ceño, me temo lo peor.

-riesgo de aborto, pero siguen con nosotros. -es lo único que dice y me paralizo

- ¿Lucia? -toso, tengo la garganta seca.

-tu padre. Lucia es el menor de los problemas. -frunzo el ceño. El niega lentamente- déjame cuidar de ti. -pide sentándose en la cama. Me fijo en su ropa. Huele fresco.

-miedo. –murmuro, siento que si hablo más de la cuenta me va a picar la garganta. Mi mirada pasea por la habitación, respiro hondo ganándome un pequeño ataque de tos, el ambiente me indica que sigo en el lugar donde crecí.

-a mi lado jamás debes de tener miedo. -se pasa una mano por el cabello, me acaricia mi enmarañado cabello. -Marta sabe el sexo de los gemelos. -besa mi frente- maldita sea Esther, te juro que fueron las peores horas de mi existencia. Cuando tu no estas nada en mi vida funciona.

Lucien me ayuda a sentarme. Me apoyo en su hombro mientras el acaricia la mano donde tengo la intravenosa puesta.

- ¿los demás? -siento su pecho exhalar e inhalar.

-un espectáculo digno de ver, a mi parecer. –me alarmo. -nadie salió lastimado.

-solamente volaron las extensiones de tu madrastra, damilla de porcelana-Lucían sale de la habitación del baño. - joder. Estas algo pálida, bonita. Y digamos que tu suegra tiene un buen gancho izquierdo. Ya entiendo porque mi padre es sumiso ante mi madre.

Jodida mierda, maldita sea. Estoy muerta, llévenme a la morgue de una vez.

El corazón lo tengo en la boca.

- ¡tu madre me va a picar en pedazos! -me tapo el rostro intentando buscar alivio. - ¡y quiero a mi jodida hija de vuelta! - Lucien me intenta tapar la boca con su mano, intento morderlo.

-sigues siendo la misma chiquilla malcriada, musa de porcelana. -se dirige a Lucien- A nuestra madre le pican los pies para entrar.

El jodido matrimonio falso, que ya no es tan falso. Pero sigue siendo un contrato.

-jodido contrato. Jodido teatro que se debe de estar armando. ¿sabes dónde se encuentra tu copia del contrato? -me espeta y yo niego.

Escucho a Lucien hablando por teléfono en la habitación mientras la enfermera me cambia la hidratación seguido de tomarme los signos vitales.

Casada con mi MALDITO Jefe © [MALDITOS IVANOV'S I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora