C A P I T U L O IX |Posición|

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CAPITULO NUEVE

En las cámaras de seguridad se enfocó una sombra extraña que desaparecía por sí misma. Eso fue lo único que pude escuchar. Detrás del despacho de Lucien luego de haberme hecho un té de manzanilla cuando llegamos cerca de dos horas después. Las únicas palabras de Lucien fueron;

—asunto resuelto. —no quiso explicar más nada y salió del apartamento junto a Franshesco.— de tu seguridad me preocupo yo.

Eso fue hace cinco días y no se volvió a tocar el tema. Lo único extraño era que tenía a un equipo de seguridad rondando por la casa igual que un personal de limpieza. No me quejaba, pero no estaba haciendo absolutamente nada.

Estoy cepillando mi cabello cuando entra Samantha a mi habitación sin tocar. Esta chica me está pareciendo molesta con su sonrisa y actitudes.

—Señorita, se me ha sido Informado que se ha sido requerida su presencia en Enterprise Tecnology Ivanov. Para mañana. —dicho esto cierra la puerta.

Me lanzo contra la almohada un poco contenta. Al rato vuelvo a levantarme observando que la casa no parece haber nadie. Se me hace algo extraño, veo una chica del servicio desempolvando la mesa, ella me observa y le hago un ademan con la mano en forma de saludo. Ella lo devuelve con un gesto receloso, observo su vestimenta.

Desde una falda a unos tacones comprados en todo por 5$, ojala se tuerza el tobillo. Veo que pasea una mirada por mis piernas, los hematomas han tomado un color verde claro. Ya no tengo incomodidad al caminar, en mi vista al médico me han dicho que sigo de maravilla.

Avanzo hasta la cocina y consigo a Josseth limpiando la nevera mientras tararea una canción, tiene su cabello casi rubio recogido en una pinza. Me siento en la silla del desayunador hasta que se da cuenta de mi presencia y agarra su delantal algo asustada.

—¡ay! Que susto me has dado Corazón de melón—suelta el aire retenido— no me asustes así. —me da un suave regaño y luego me sonríe. — Señorita Ivanova.

—Russet—la interrumpo, me pone un poco nerviosa que me anclen el apellido. —solamente soy su prometida. Supongo que eres su madre. —pregunto

— ¡casi, casi! —se sonroja ofreciéndome un plato con fresas azucaradas—soy su nana. ¿Cómo siguen tus heridas? Mi chico me dijo que habías tenido un tropiezo laboral. La verdad es que acabo de llegar de Canadá. Y no me he enterado de nada.

Laboral, ojalá me fueran caído unas cajas encima.

—estoy mejorando. En realidad, ese tropezón me cobro varios días en reposo. —me rio un poco mientras me como una fresa. — estoy bien gracias a mi cuñado Lucian.

Josseth paro en seco y se volteo, sus ojos deliraban de la emoción al mencionar ese nombre igual que la joven que estaba quitándole el polvo a la mesa

—¡¿Lucian?!—chilla y yo me encojo ¿Qué? Ahora de que me perdí. — ¡oh, por Dios, y todos los Ángeles! ¿Cómo está? ¡aparte de guapo, alto, divino como los Dioses!

—Idiota, así esta. —gruñe Josseth lanzándole una cuchara a la chica para que saliera de la cocina— las jóvenes de hoy solo piensan con la cosa de ahí abajo. ¿eso no será una enfermedad de calientavaginitis? Joder solo piensan en asquerosidades.

Toma una toalla de papel y empieza a secar la puerta de la nevera. Mientras me llevo la última fresa a la boca recuerdo a Lucien, desde su manera volátil de ser, mi debilidad. Sus ojos. Me vuelven loca. A mi mente vienen las palabras de Lucian.

—...tienes el olor de Corinne...

Eso me indicaba que iba a ser complicado. Y al parecer el contrato le importaba mierda. Salgo un poco de mi ensoñación y me permito preguntar lo siguiente

— Josseth—llamo su atención. Y ella hace una señal que me está prestando atención. — ¿Lucien y Lucían, siempre se han llevado de mal? —cuando menciono sus nombres siento un trabalenguas.

—de niños eran inseparables. Yo los crie—me observa— los Señores Ivanovs, consta mente viajaban por negocios. De allí sale mi contratación a ser su nana. En las noches eran exclusivamente para la familia Ivanovs. —Lucian es el mayor por unos tres minutos, aunque tienen personalidades totalmente opuesta. Tienen algunas similitudes. Saca tus propias conclusiones querida

>>quien destaco más en la familia fue Lucian. Su hermano menor ha vivido la mayor parte de su vida en la sombra llevándose mucha responsabilidad, y es muy autoritario con lo suyo. Y si no me equivoco lo ha sido contigo, pero no te preocupes tiene miedo a perder una belleza como tú

Joder y aquí es cuando empezamos agarrar público en esta mentira.

Solo atino a responder con una sonrisa. Mientras oigo la puerta abrirse luego de un pitido, salen los agentes a de un solo salto a recibir a Lucien. Quien entra pasándose una mano por su cabello y aflojándose la corbata. Cuando cruza la sala me encuentra a mí y a Josseth que lo observa una sonrisa escandalosa. Haciendo notar sus pequeñas arrugas

Se afloja la americana desbrochando los gemelos

—perfecta tarde Josseth, Cariño—nos saluda a las dos y yo quedo en blanco que figura tan imponente tengo en mi presencia

—bonita noche, Lucien. —murmuro por lo bajo tomando agua,

—¡perrfecta nocheee!—saluda Josseth abrazando a Lucien quien la recibe encantado con los brazos abierto. luego se excusa para salir de la cocina

—que sea la última vez que estés en camisón fuera de tu habitación. —suena como una amenaza suave — lo mío solo lo veo quien yo lo permita y en las condiciones que yo lo permita.

—soy tuya temporalmente—le recuerdo

—por los momentos me perteneces, que es lo que importa como prometida, mujer y amante—besa mi mano donde porto el anillo.—espero que haya quedado claro.

Sus labios se posan sobre los míos, siento sus manos por mis piernas. Dándole un suave apretón. En esta posición me alza y me sienta sobre la encimera de granito estoy a la altura de su nariz que rosa mis labios. Analizo los ojos que me tienen en la locura.

Joder, cuanto he deseado esto. La sensación que tienen todas ya entiendo porque siempre quieren regresar a él.

— ¿puedo saber porque tu cabecita está dando tantas vueltas? —murmura en mi oído sacando la ensoñación, seguido de una caricia en la parte baja de mi cintura.

—porque tu camisa huele a perfume Channel. Es la misma fragancia que tenía al entrar al hospital. —frunce el ceño ante mi respuesta. alza sus elegantes cejas. —y no creo que sea la versión para caballeros. Me separo de él bajándome de la encimera. — ¿te sigues viendo con Corinne Jhonson?

Suelta una carcajada mordaz y luego su mano en mi garganta, sus ojos se oscurecieron

—tu posición. No la olvides Russet. —escupe y yo le suelto una bofetada, que ha resonado en toda la habitación

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BESOS Y ABRAZOS GIGANTES S.M. 

Casada con mi MALDITO Jefe © [MALDITOS IVANOV'S I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora