— Sí ¿Qué tiene eso que ver?

Se ríe y se pone de pie murmurando algo sobre lo ingenua que soy.

— ¡Liam! ¡Explícame! No me dejes con la duda — digo siguiéndolo a su habitación.

— Tú chupaste tu helado frente a él, te he dicho mil veces que no hagas eso.

— Sí, pero porque te parece desagradable y no estabas allí — me excuso y se ríe ruidosamente.

— No te lo digo porque sea desagradable, en realidad es todo lo contrario.

Me siento una tonta por no comprender algo, tal vez sí soy ingenua.

— Matteo tiene 17, aún no puede controlar esas situaciones, aún no separa su polla de su cerebro.

Por fin comprendo por dónde va el asunto.
— ¿Tú crees que él pudo excitarse por verme comer helado?

— Yo no creo, estoy seguro.

— No lo creo Liam, no soy la clase de chica que genera esas cosas.

— Tú no eres consciente de lo que generas en los hombres, y eso es peligroso Pollito. Debes ser más viva, abre esos bonitos ojos y sal al mundo de una vez — me toma por los hombros y me sacude ligeramente.

Tal vez tiene razón.

Día 2 de mis tardes de dos chicos.

Lucas me está esperando cuando llego al trabajo, sentado en las escaleras de la entrada.

— Buenas tardes jefa — su sonrisa me anula un poco.

— Buenas tardes — murmuro y me sigue dentro.

— ¿Estás saliendo con ese idiota? — me pregunta sin filtro.

Obviamente habla de Matteo, pero me haré la tonta.

— ¿Quién? — pregunto.

— Romano — murmura.

— Noah es mi mejor amigo, no tengo nada con él.

— Hablo de Matteo, y tú sabes que lo hago — reclama llamando el ascensor.

— No estoy saliendo con él — por desgracia —, no estoy saliendo con nadie.

Lucas sonríe.
— Genial.

— ¿Y por qué eso sería genial? — elevo mis cejas.

— Porque tú me gustas — confiesa sin ni un mísero rastro de inseguridad.

Yo le gusto.
A este chico exageradamente hermoso.
Ahora no sé qué decir.
¿Él me gusta? Bueno sí, pero si se lo digo tal vez interprete que quiero tener algo con él y no estoy lista para eso.

— No puedo creer que estés coqueteando conmigo tan pronto, te advierto que no soy una chica fácil — estoy fingiendo una seguridad inexistente.

— No puedo mentir, si lo pienso lo digo — responde elevando sus hombros para luego dejarlos caer.

— Eso debe traerte problemas.

Sonríe y yo también lo hago.
— No te imaginas cuántos ¿Por qué crees que estoy aquí?

— Por borracho — respondo entrando en la oficina.

Por oficina me refiero a la pequeña habitación en la que tengo la computadora, un teléfono y una silla bastante cómoda que ahora se transformó en dos.

No me quejo, soy una ayudante y de todas formas tengo mi propio espacio, me tratan bien y no son muy exigentes porque no es necesario, yo cumplo con mi trabajo e incluso a veces con más.

Tontas palabras [Serie Tontamente #2]Where stories live. Discover now