Cap.32~~ "Ni en un millón de años"~~

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—... L-Lexa....

—...C-Clarke... -ambas dijeron al mismo tiempo cuando sus ojos se encontraron tan cerca que no pudieron evitar mirarse y perderse de nuevo en ellos.

Sintió su aliento caliente rozando sus mejillas.

Clarke reconoció su olor, ese olor que la embriagaba incluso desde sus recuerdos, el latido de su corazón sobrepasando al suyo, el cual bombeaba acelerado en el interior de su caja torácica.

Parpadeó varias veces cuando su cerebro por fin respondió sacándola de su parálisis, primero muy lentamente, como si al hacerlo temiese despertar de un sueño, uno que se había repetido en bucle desde que dejara a Lexa.

Luego lo hizo más rápido y aún así, ella siguió estando allí de pie sosteniéndola con sus manos y mirándola con la misma sorpresa refleja en sus ojos.

Sentía sus dedos apretados en los brazos, de una forma que casi dolía y que aún así le resultó placentero, luego aquello era tan real al tacto como lo era a la vista.

No soñaba.

Dios mío!!! No lo hacía.

El tiempo se detuvo entre ellas o por lo menos se detuvo para Clarke, quien había deseado tanto volver a verla que su desesperación había terminado por empujarla de la cama, con el estómago vacío y esas mariposas anudándolo, dispuesta a encontrarla, el tiempo que le llevase; y sin embargo, no había necesitado dar nada más que dos pasos para toparse de bruces con ella.

Sintió las nauseas del ayuno, entremezclándose con la emoción, con el alborozo, con el deseo, a la vez que lo hacía con el miedo, la vergüenza y la culpabilidad que le hacía sentir la tristeza esmeralda de su mirada, allí dentro, por detrás de sus iris intensos y mucho más abajo, en mitad de su pecho.

La había extrañado tanto y al mirarla sintió que no había dejado de amarla ni un poco, ni un solo segundo, a pesar del tiempo, de la distancia y a pesar de la posibilidad de que Lexa jamás quisiera volver a saber de ella.

Sus sentimientos brotaron al tacto de sus manos más vivos que nunca, más intensos incluso que esa primera vez que descubría cómo sus defensas para  no enamorarse de ella hacía aguas por todos lados.

Clarke deseó abrazarla y soltarle de carrerilla el batiburrillo de emociones y palabras que tenía en su cabeza, entre disculpas y lo siento y un millón de perdóname; por no hablar de lo estúpida, cobarde y egoísta que había sido. Todo bullendo como en una olla a presión, a fuego rápido; en cualquier momento esa presión la haría saltar por los aires y esperaba al menos que Lexa quisiera y pudiera escucharla.

Pero ¿Acaso tenía derecho?

Ni siquiera merecía mirarla a la cara y no ver el odio en sus ojos, ni la rabia reflejada en el perfil apretado de su mandíbula, ni el rechazo en la presión de sus dedos, ahora más suaves, sobre sus brazos entumecidos.

No lo merecía.

No la merecía.

Ya no.

En contra de todo pronóstico, Clarke la empujó, con suavidad, luchando con esos deseos y cortando el mínimo contacto de sus cuerpos. Un frio infernal se abrió paso entre ellas, el mismo gigante de hielo que la había envuelto con sus gélidas manos sin intención de soltarla desde que tomara la mayor decisión de su vida.

Lexa abrió un poco los ojos e hizo una mueca, quizás al no esperar que Clarke diera ese paso atrás, aterrorizada.

Clavó su mirada al suelo y por Dios que deseó correr, huir de nuevo, esconderse en cualquier parte en cuanto entendía que sus acciones del pasado jamás estuvieron justificadas.

FLUTTERING FEELINGS [[[[FINALIZADA]]]]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora