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El ruido de gente gritando y de cosas moviéndose me despiertan, miro por mi ventana. En la casa de al lado, alguien se está mudando, bostezo, estoy somnolienta aunque igualmente me levanto y bajo a la cocina, quiero prepararle algo especial a Byong, son pocos los sábados que pasamos juntos y quiero darle una sorpresa, aunque por la tarde vendrá a la tienda después de quedar con algunos amigos, como siempre hace.

Termino y me acerco a las escaleras, le llamo desde abajo, varias veces, antes de escuchar sus pasos por la habitación y después el pasillo hasta la escalera, es tan dormilón como su padre.

Entramos a la cocina y me encanta su cara de alegría, se sienta y espera a que yo haga lo mismo para empezar a comer las tortitas, no es común que prepare desayunos de este estilo, normalmente a penas tengo tiempo o estoy demasiado cansada, pero me gusta hacerle este tipo de desayunos aunque no sean tan habituales como deberían.

Ya terminados Byong sube escaleras arriba hacia su habitación mientras yo pongo el lavavajillas, después subo y me visto. 

A pesar de que hace muy buen tiempo me cojo una camisa que tapa mis brazos, una cosa es que un Omega sea tatuados y otra es que tenga tatuajes y, aunque dejé de de ser una Omega hace años, sigo estando en esa clase tan reprimida.

Byong se acerca a mí y salimos juntos de casa, no puedo evitar fijarme en la casa de al lado, hay varios camiones de mudanza y me pregunto quién podría ser nuestro nuevo vecino, cuál será su raza, su rango o su personalidad.

Llegamos al parque que está a unas pocas calles, Byong sale corriendo hacia allí  y yo me siento en un banco, varios niños se acercan a mi hijo y comienzan a jugar, no soy capaz de reprimir mi sonrisa, incluso si algunas madres y padres que están a unos metros de mí cuchichean.

Hace unos años me dolía que la gente me mirase de esa forma sólo por ser Gamma, era incómodo y los comentarios eran desagradables, pero hoy en día ya no me importan o afectan esas palabras, sólo me importa la felicidad de mi cachorro.

Pasado un rato Byong se acerca a mí, su sonrisa está intacta mientras me pide volver a casa, cosa que me resulta muy extraña, él normalmente no quiere irse del parque hasta que sólo quedemos nosotros dos.

—¿Qué pasa cachorro?— le pregunto, su sonrisa desaparece y frunce su ceño de una forma demasiado adorable para mi bien, aunque eso no hace que mi preocupación desaparezca en lo más mínimo.

—Llevo un rato escuchando a esas Omegas hablar mal de tí, no quiero que te sientas mal por sus palabras mamá.— doy un beso en su frente y le sonrío.

—No me importa lo que digan, ve a jugar anda.— él niega, tozudo.—¿De verdad quieres volver a casa?— asiente completamente seguro.

Suspiro y me levanto del banco, Byong en seguida me da la mano y camina junto a mí hasta que llegamos a casa.


(--- * ---)




Dejo a Byong en casa de su amigo y voy hacia mi trabajo, ésta vez voy con algo más de tiempo, aunque vuelvo a llegar tarde al no encontrar algún lugar en el que aparcar.

Abro la puerta del local con un suspiro, hoy hace más calor del habitual y estoy sudando a mares, me quito la camisa y entro al estudio, Nam está ocupado haciéndole un piercing a un Alfa y YoonGi aún no ha llegado por lo que no saludo.

Soy tu Gamma. //JungKook\\Donde viven las historias. Descúbrelo ahora