Capítulo 2

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Mingyu y Vernon se encontraban dentro de la cabaña del primero, aquel preparaba algo de comer con algunas verduras que había conseguido robando en los mercados del reino Wen. El menor se mantenía callado mientras en sus manos sostenía un vaso con té caliente. Era de noche y tendrían que descansar para partir al Reino. Cuando la cena estuvo lista, Mingyu llevó la sartén y dos platos para servir la comida, se sentó a un lado de Vernon comenzando a comer.

—¿Vives solo? –preguntó Vernon observando toda la cabaña, era un completo desastre, habían muchas cosas fuera de su lugar.

—Vivo solo desde pequeño. –bebió del vaso que tenia un lado.– Como sea, mi vida no es de tu incumbencia, da gracias que te estoy permitiendo comer y dormir aquí. –respondió con un todo agresivo.

—¡Gracias! –comenzó a comer desesperadamente.

Mingyu suspiró viendo al chico con una mirada de ternura. Podría ser un ladrón pero su lado amable salía cuando veía a niños en problemas o huérfanos. Le recordaba a él, pero aun le molestaba el hecho de cuidar por siempre de ellos. Al final de la cena, Vernon se quedó dormido en el sofá roto que tenia en la sala, mientras Mingyu sacaba ropa de unos cajones para arreglarse para dormir. Una vez terminado de ponerse sus ropas, fue directo a la cama, sacando del bolsillo el brazalete que había robado antes, aquel que le costo casi la vida para sacarlo de ese lugar.

—¿Cuánto seria el valor de una joya tan preciosa? Siendo parte de la vida de los herederos, supongo que seria una cuarta parte de un reino.

El sonido de la puerta se escuchó, cuando alguien toca ruidosamente y desesperado. Mingyu frunció el ceño, nadie antes había sabido donde se encontraba su cabaña. Tomó su chaqueta, caminando hacia la puerta principal, Vernon se había despertado por el ruido, Mingyu tomó una daga que tenía guardada en un rincón, haciendo una seña de que guardara silencio. Abrió la puerta, dejando ver a un viejo amigo quien estaba algo herido, moretones en su rostro y mantenía su mano en su estomago. Mingyu lo ayudó haciendo que se adentrara en su casa y dejándolo cerca de la chimenea, debido a que afuera estaba helando. 

—¡Yugyeom! ¿Qué te pasó? –exclamó mientras traía algunas vendas que tenía guardadas.

—¡Wen lo ha hecho de nuevo! Ahora a atacado a la aldea que esta a un kilómetro de aquí. Saqueo el lugar destruyendo todo a su alrededor y robándose las joyas que teníamos. –Mingyu comenzó a curar su heridas aunque era inútil, no sanaría de un segundo a otro.

—Esto ya se está tomando personal. –murmuró algo preocupado. 

—El guardia real mencionó algo sobre el brazalete perdido. Wen quiere a aquel que lo haya robado, pero la aldea no tenía idea de lo que hablaba. 

—Mingyu... –murmuró Vernon bajando la mirada. Yugyeom volteó a ver al niño del cual no se había dado cuenta de su existencia, frunció el ceño para luego mirar a Mingyu esperando una explicación.

—Sí, quizá la aldea no tenía ni idea de lo que del brazalete, porque yo lo tengo. –se lo mostró sacándolo de su bolsillo.– El Rey me quiere y me tendrá, no sin antes destruir lo que más ama. –Yugyeom negó. 

—Si vas allá, es posible que te arresten. 

—¡Por dios! Soy el mejor ladrón del todo el continente. Nadie ha puesto una mano encima de mí desde que comencé con esto. –mantuvo una sonrisa de confianza. Vernon solo atino a guardar silencio con todo lo que había dicho. 

El sueño atacó a los tres chicos, el menor había vuelto a dormir en el sofá mientras el nuevo había quedado en el suelo con algunas mantas brindadas por el dueño de la cabaña. Mingyu había dormido en su habitación, mientras de mantenía en guardia por si algo llegaba a pasar. Era difícil no perderse en el bosque que rodeaba su casa, si no sabías el camino, podrías llegar a salir a otra parte, y es verdad que nunca antes había llevado a alguien mientras había vivido solo, por ende, nadie conocía esa parte a excepción del nuevo invitado. 

El Príncipe Encantado - SEVENTEENWhere stories live. Discover now