Capítulo 43

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   POV ANASTASIA

— ¿Quién es la perrhija más linda del mundo?— Le digo a mi perrita.

Estoy jugando con Dakota, ella muerde un huesito de plástico y yo trato de quitárselo, a modo de juego.

Adoro a este animalito.

— ¿Insiste en llamarlo perrhija?—

Christian está parado en la puerta con la cabeza apoyada en la pared.

— Estabas ahí— dijo que esperaría media hora para ir acostarnos. No sé aguantó. — Ven a jugar con nuestra perrhija— Lo invito

— Quiero hablar contigo— me dice.

— Dakota no te ha hecho nada... Al menos nada que yo no sepa—

— No es de Dakota que quiero hablarte.

— ¿Ah, no?— El niega con la cabeza.

Me quedo viendolo. Está preocupado.

— ¿Que te sucede? Te ves preocupado.

— Acompáñame al salón por favor.

— ¿Quieres hacerlo en el salón?—

— ¡Ana! Es algo serio... Después que te diga lo que tengo que decirte, tal vez ni siquiera dejes que yo te toque.

Me incorporo hasta quedar de pie. Él no está bromeando.

— ¿Tan serio es lo que tienes que decirme?— El responde con un asentamiento de cabeza.

Tomo a Dakota y le doy un beso en la cabecita.

En el salón Christian me indica que me siente en su inmenso sofá en forma de L.

— Dime eso tan serio que tienes que decirme.

Christian me mira preocupado. Esto no es nada bueno.

— ¿Recuerda que al principio tú y yo, no nos llevábamos bien?

El se sienta a mi lado.

— Como olvidarlo, tú eras muy fastidioso y enojón— le digo con tono burlón para aligerar el ambiente.

— Y tú eras imposible— responde sonriendo, pero su sonrisa no le llega a los ojos.

— ¡Eso no es verdad! Yo era un amor contigo.

— Ana, no mientas, si hasta temí que pudieras quemar mi departamento.

— No seas exagerado. Yo era un poco... Digamos que inmadura, pero sólo eso.

— Como sea— me interrumpe— lo cierto es que en esos días yo le pedí a Ross Bailey, que trate de hacer lo que sea para anular mi castigo

— ¿Que es lo que quieres decirme exactamente?— Me pongo en alerta. Esto ya no me está gustando nada

— Yo quería que tú salga de mi casa.

— Eso lo sé, si hasta me fui para no volver, pero tú no pudiste seguir viviendo sin mi y me fuiste a buscar.

— Ana, Perdóname por favor— me tomas las manos y yo siento el ritmo cardíaco acelerado.

— ¿Por qué estás pidiendo perdón?¿Que hiciste?—

— El juez dió su sentencia definitiva, y tú no puedes quedarte aquí—

Siento cómo si me hubiera dado un puñetazo en el estómago, haciendo mucho daño.

Me pongo de pie.

— ¿Adónde me llevarán?— Me abrazo a mi misma

¿Otra vez me tocará volver a la calle? ¿Por qué la vida se a empeñado en separarme de la gente que amo?¡Esto no es justo! ¿Que hice para recibir este castigo?

Anastasia; Mi Dulce DesafíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora