Capítulo 27

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En mitad del increíble pero cierto momento, por mi mente cruzaron miles de opciones de las cuáles todas podían pasar; que de la nada me agarraste y me llevase a la cama (poco probable) o que me volviera a besar, por ejemplo. Sin embargo, de entre todas esas opciones, no había pasado por mi cabeza la que de verdad sucedió.

Recapitulemos. Sherlock y yo estábamos envueltos por nuestros cuerpos. Nuestros labios eran el punto de conexión y al igual que el primer beso, ese había sido igual de especial. No por ser solo su primero, seguramente, si no porqué yo había vuelto a sentir aquello que pensaba que no podría volver a pasar. Esa sensación de caer en el vacío y dejar atrás el presente mientras los demás sentidos se van desconectando a medida que el beso toma va tomando fuerza.

El beso es la muestra de amor más sencilla, pero intensa y profunda que puede existir. Es cierto que hoy en día, un beso puede no significar nada, pero yo me había dado cuenta de la importancia que tenía que me lo diese el gran detective y para entender su significado, os voy a contar una pequeña historia.

Dios prometió dar la tierra de Canaán a Abraham y a sus descendientes, por lo tanto, él y los israelitas pasaron 40 años vagando por un desierto estéril gracias a la fuerza que les daba la idea de la tierra prometida. Cuando llegaron a la tierra, hubo una ciudad que se interponía en su camino, la ciudad de Jericó. Una ciudad grande que tenía dos grandes muros alrededor. Era una fortaleza impenetrable. Nadie entraba ni salía. Los muros de Jericó se interponían en su camino y por tanto, pidieron ayuda a Dios. Este, les dio instrucciones para que las murallas de Jericó fuesen derribadas.

Dios les dijo que el ejército debía marchar alrededor de la ciudad al menos una vez al día durante seis días y que siete sacerdotes debían llevar siete trompetas de cuerno. Al séptimo día, darían siete vueltas a la ciudad y los sacerdotes deberían tocar las bocinas y todo el pueblo debería dar un gran grito. Ellos obedecieron y tal y como les había dicho Dios, los muros cayeron.

No soy religiosa, pero sí me considero fanática de estas historias curiosas, ya que siempre hay un sentido detrás de cada una de ellas. Esta historia, es un relato de fe. Los israelitas pudieron haber decidido ir en contra de los muros por su propia cuenta, pero en su lugar, tuvieron fe en Dios.

En mi caso, mi fe estaba puesta en el detective. A pesar de ser un muro perfecto y de tener una coraza perfecta que no podía traspasar ni la luz del sol, sabía que debajo de ella se escondía un corazón. Un corazón latente. Un corazón humano. Sherlock era capaz de sentir, pero también de controlar sus emociones. Al contrario de lo que piensan los demás, Sherlock no era frío; era protector.

"Ah"

¿Eso era lo que yo creía que era? ¿Un gemido? ¿De dónde provenía ese gemido? Del bolsillo del pantalón de Sherlock. Estaba segura.

-¿Que ha sido eso? -pregunté, interrumpiendo el momento.

-Nada -disimuló.

Dejamos unos segundos de enfriamiento, sin que ninguno de los dos hablase ni hiciese nada, y aprovechando la situación, vi la oportunidad de seguir con el beso, así que me volví a acercar lentamente.

"Ah"

Me aparté de nuevo y esta vez quité mis brazos de su cuerpo. Algo no cuadraba y Sherlock no quería decirme nada. En ese momento, el subidón que tenía había desaparecido por completo y había vuelto a poner los pies sobre la tierra. L expresión de Sherlock lo decía todo. Sabía lo que estaba pasando, pero quería ocultarlo por algún motivo que no acababa de comprender.

-No me lo puedo creer..

-_______ -alargó su mano, pero yo me alejé- Esto.. no es nada.

-Ya, claro -respondí molesta- Si no fuese nada, no te importaría contarlo.

I Am Locked [Sherlock Holmes y tú] (BBC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora