Desde el abismo

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CAPÍTULO 29: DESDE EL ABISMO

Los días iban pasando como una sucesión sin nombre, con una rutina establecida en el silencio y en la tensión. Sin noticias de recuperación, con Irene tendida en esa cama, las máquinas pitando como señal de que continuaba con vida, a simple vista apaciblemente dormida y aun así todos sabían que estaba en el abismo.

A pesar de que los médicos aseguraban que lo peor lo había superado, que solo quedaba esperar a que abriese los ojos, verla atada al pitido infernal, ausente del mundo, provocaba en Inés un dolor agudo en el alma, el pánico a perderla, a que no despertase, a quedarse una vez más al borde de ese barranco oscuro al que se precipitaría, cargado de dolor y angustia.

Tras la primera noche en el hospital, Kathe se había adherido a ella, buscándola en todo momento, necesitando su contacto, tenerla cerca ya que el estado de Irene la había sumido en un anhelo incesante, el miedo a perder a su mamá le hizo refugiarse en aquella que durante unos meses había compartido con ellas su vida, sus rutinas, cada momento íntimo, su otra madre a la que quería a su manera y a la que necesitaba de forma infantil.

Se dormía pegada a su pecho, siempre preguntando por su mamá y obteniendo la misma respuesta, que al día siguiente irían a verla, respuesta que encogía el alma de Inés y le hacía rogar por el despertar de Irene, Kathe la necesitaba y ella también.

Durante el día dejaba a Kathe en la escuela y se marchaba al hospital, haciendo compañía a su morena durante horas, intercaladas con las visitas de Mery o Rebeca, visitas que le permitían salir a comer algo para volver a plantarse en la habitación 155 donde Irene seguía dormida.

Recogía a Kathe de la escuela puntual, como un reloj. Nada más abrirse las puertas del edificio donde la pequeña estudiaba, su cabellera castaña se distinguía entre la multitud de niños y siempre era la primera en salir, saltando a sus brazos y besando su mejilla, sabiendo que irían a ver a su mamá por lo que las palabras sobraban.

Llevaba a su hija al hospital cada tarde y durante unos instantes le dejaba su espacio, le permitía contarle a Irene con detalles su día en la escuela, observando de lejos como mera espectadora como la pequeña se encaramaba en la cama con cuidado, besaba las mejillas de la morena con cariño y le hablaba como si estuviese despierta, como si pudiese responderle.

Ambas creían firmemente que, estuviese donde estuviese la mente de Irene, las escuchaba y luchaba por volver ellas, a su familia.

Tras dejarles su momento, tomaba a la pequeña y se sentaba con ella, ayudándole a hacer sus deberes y tareas, para leer en voz alta un cuento justo después. Leían cerca de la cama, recordando cómo disfrutaba la morena de escuchar los avances de su hija y cuando Mery llegaba para reemplazarla, siempre se quedaba unos instantes observando la imagen que Inés y Kathe ofrecían. Ya no era un secreto que la joven escritora era la madre biológica de la niña y observándolas las similitudes entre ambas se hacían demasiado evidentes. Sus rasgos eran idénticos, el mismo color de cabello, los mismos ojos otoñales, los mismos gestos en el rostro... observarlas leer juntas, el cariño que se profesaban y el inmenso amor que ambas sentían por Irene provocaba ternura y una tenue sonrisa en sus labios.

Con Rebeca las cosas se iban ablandando poco a poco, la tensión de los primeros días dio paso a una aceptación inmediata de Inés, al menos en lo que se referían a los cuidados de su nieta ya que la niña parecía haber desarrollado un apego desmedido por la castaña y esta lo llevaba con aplomo, dulzura y mucho cariño.

La noticia de que era la madre de Kathe en un primer instante fue chocante, después fue motivo de miedo a perder a la pequeña, a que esta se la llevase lejos mas, al ver como cada día sin falta Inés llevaba a su hija al hospital, al ver como la joven escritora no se separaba de Irene si no era estrictamente necesario o para ocuparse de la pequeña, se tragó su orgullo y sus malos modos aceptando que era decisión de Kathe pasar su tiempo con Inés y aprendiendo a ver a la joven con respeto.

Tras las huellas de tu nombreWhere stories live. Discover now