045 | #JEFFERSONIFICATE

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Nick parece sentirse incómodo, lo noto cuando marca los músculos en su mandíbula. Es hermoso verlo incómodo.

Santo cielo, ¿qué me está pasando con él?

¿Por qué está haciendo esto conmigo?

Me resulta alguien fascinante, hermoso, condenadamente sensible y sexy. Quisiera pensar una vida a su lado, pero es hay motivos por los cuales eso sería imposible. Mis ilusiones caen de golpe, como un edificio derribado.

No quiero seguir así. No quiero seguir andando en penumbras. Él es parte de mí como yo quiero serlo de él.

Y es el camino hasta la mesa en que nos sentamos y nuestras manos se separan, que mi pecho empieza a desinflarse de a poco.

Aunque conservando la vida.

Porque él está aquí.

Porque no ha huido a lo que siente.

Porque es mucho más que La Bestia que siempre demostró ser.

Porque ahora mismo me siento tan errada respecto de él.

—Una parte de mí desearía que este viaje no se termine nunca—declaro. Él recibe las palabras como una misiva al estilo "ALERTA: SENTIMIENTOS".

Y por esta vez, decide dejarse impactar por responder a ella, en lugar de huir o evadirse.

—¿Cuánto se necesita para saber que, a partir de un instante determinado, serás feliz para siempre?

Una pequeña risita escapa de mi boca al escucharle decir eso. Y creo que tiene tan poco sentido como mi respuesta:

—Es imposible definir un momento en la vida en que se dirá que "serás feliz para siempre". Porque la felicidad, a mi ver, es la cosa más efímera y engañosa que existe.

—Es de a ratos.

—Es tan jodida como el hecho de que tu y yo estamos juntos ahora.

Él es quien suelta una carcajada esta vez.

—Al menos una vez que intento ser cursi...—su voz se oye dulce, angelical.

Una mujer de aproximadamente cincuenta años vestida con ropa de entrecasa y delantal rojo se acerca y nos deja los menús. No es al estilo "camarera vintage" de las películas americanas que una acostumbra a ver.

—Me enseñaste a no dejarme llevar por las estúpidas ilusiones—declaro en cuanto volvemos a estar solos.

Y es al momento que termino de decir eso, que él levanta la vista del menú, me escudriña y añade:

—Es verdad. Como me siento ahora, lo que necesito es llegar pronto y darme una ducha.

—Creo que me siento exactamente igual. Pero eso será una vez que encontremos el punto adecuado.

—Primero lo que conviene. No estamos de vacaciones.

—Lamentablemente...no estamos.

A continuación, él deja a un lado el menú, cerrando sus manos por encima de la mesa y se detiene a observarme de manera fija e incómoda.

—¿Qué...sucede? —murmuro.

—Creo que no puedo evitar quitarme lo cursi ahora. Pero debo declararte que eres hermosa.

Santo cielo.

Un extraño calor y estallido de mariposas se desata en mi interior al escucharle decir eso.

Esta vez, en quien se enciende un enorme cartel de "ALERTA: SENTIMIENTOS" es a mí.

—Disculpa—le digo, dejando también de lado el menú—, definitivamente no soy buena para recibir adulaciones. Ni para darlas. Falta de costumbre en ambas cosas.

+18 Las Mentiras del JefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora