señor thomas claude...

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Solo fue cuestión de dos días, dos cortos días, para que todo se fuera cuesta abajo. No volvimos a tener sexo, pero pasábamos bastante tiempo juntos. Todo iba viento en popa, hasta que una carta llegó al pie de la puerta. Tomas no estaba, pero iba dirigida a él, el corazón me dio un brinco al ver que el remitente era la escuela, si acababa de recibir la carta, significaba que era la confirmación de su estancia, debía de seguir dentro del sistema. Me mordí el interior de la mejilla y la moví tratando de buscar algún ángulo por donde abrirla sin problema, pero al analizarla bien y darme cuenta que no iba a ser posible, me resigné.

Tom llegó un poco después de la hora de comida, yo estaba en la sala viendo la televisión con la laptop en el regazo. Me saludó con la mano, anunció que iba a cambiarse y subió escaleras arriba. La carta estaba en su cama, lanzada sin cuidado para que no sospechara que yo sabía que había llegado. Me puse de pie y fui a su cuarto, quería ver su cara cuando se diera cuenta que era tan bueno como todos creíamos.

Me quedé recargado en el marco de la puerta viendo atento sus cuidadosos movimientos, altamente calculados, como si el papel fuera a deshacerse con su tacto. Rasgó el papel y sacó la hoja. La leyó.

"Te dije que no tenías nada por qué preocuparte" le dije acercándome.

Pero me detuve en seco. Tom dejó la carta lanzándola de vuelta a la cama y me empujó con el hombro al salir del cuarto. Me di la vuelta para seguirlo, pero antes levanté la hoja.

"Señor Tomas Claude Rinalldi, lamentamos informarle que su puesto a sido declinado y dado de baja..."

Corrí detrás de él. Estaba en el patio sentado en una de las bancas lejos de la alberca, abrazado a sus rodillas y con sus lindos ojos grises empapados.

"Tom..."

Me miró y levantó la mano floja en señal de silencio.

"Apreciaría que no digas nada" comenzó y se sorbió los mocos "Solo quédate aquí, a mi lado, y no hables"

Por más difícil que me resultara su petición, eso hice. Me senté a su lado, lo dejé recargar su cabeza en mi pecho, lo rodeé con mi brazo, le permití entrelazar nuestras manos. No hablamos, nos quedamos escuchando las hojas pelear en los arboles, los compases desiguales de sus suspiros y su leve llanto, las charlas a la distancia, sirenas, autos, perros. Dejamos que el aire secara sus lagrimas, nos despeinara el cabello, hiciera volar gotas de la alberca a nosotros y transportara el aroma de tierra mojada. Tal vez pasaron minutos u horas, ninguno lo notó, hasta que decidió que ya era demasiado silencio.

"Gracias"

"¿De nada?"

"Sé que no es fácil para ti quedarte callado, gracias por respetarlo" sonrió triste.

No dije nada, mejor le dejé un beso en la mejilla.

"¿Quieres estar solo?" Pregunté.

"¿No te molesta?"

"No, claro que no"

"Sí, gracias"

Asentí y me puse de pie para entrar a la casa. Mi cámara aún estaba en la sala, así que desde la ventana le saqué una fotografía. Supe que se dio cuenta pues resopló y le dio la espalda al vidrio. Recogí mis cosas del sofá y subí a mi cuarto. Cuando mis papás llegaron les expliqué cuando preguntaron qué estaba pasando. Entendieron y no hicieron más preguntas. Tom no volvió a su cuarto hasta ya noche. Dejé las puertas abiertas por si quería ir conmigo, pero cerró la del baño y la de su cuarto. No lo presioné.

Desde que había aceptado la idea de estar enamorado de él, mi manera de verlo había cambiado. Antes me refugiaba en la idea de que solo quería un revolcón con él y ya, pero hacerlo solo había incrementado mi revoltura de sentimientos hacia él y había descubierto nuevos; como el querer verlo siempre feliz, y querer hacer hasta lo imposible por él. Era extraño, emocionante y daba miedo. La sensación de calma que me daba me agradaba, pensaba que era nueva, pero siempre había estado ahí.

Me dormí y desperté temprano para encontrar la casa vacía, pero Tom en su cuarto. Entré con cuidado y lo vi dormido en su cama. La carta ya no estaba, su ropa de anoche en un montón pateado a una orilla, totalmente descubierto, durmiendo profundamente. Me quedé viéndolo por un rato hasta que decidí que debía despertar. Me acosté a su lado y lo abracé, pero en vez de abrir los ojos se acomodó en mi pecho. No iba a obligarlo a que despertara, así que me acomodé también.

"¿Sabes lo que va a pasar ahora no?" Preguntó con voz ronca.

"No"

Esperaba algún comentario sexual, pero lo que dijo me apretó el corazón como una prensa hidráulica.

"Tengo que volver a Nueva York"

Like Someone In LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora