el sonido triste del violín

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Al día siguiente por la mañana salimos con mis amigos. Entre las dos chicas y el chico que conformaban el núcleo, había un chico con el cabello rubio cortado al ras, con la maquina en el uno. Su nombre era Craig, habíamos tenido amoríos en el pasado y yo sabía que Craig sentía algo por mi pero estaba dispuesto a ignorarlo. No me interesaba algo serio con él y mucho menos ahora que comenzaba a confundirme mi manera de percibir a Tom.

Tal vez fue que lo obligué a pasar cuatro horas con mis amigos y a hacerse de la vista gorda ante Craig que intentaba propasarse conmigo a cada oportunidad que veía, pero se le veía aburrido y fastidiado. Se miraba las uñas y hacía una especie de puchero para morderse el labio por adentro y tensar la mandíbula.

"¿Te llevo a la casa?" Le pregunté y él volteó a verme.

"No, tranquilo, doy una vuelta y me voy" se puso de pie y se acercó a decirme al oído "Solo necesitaba tu permiso" y se fue sin despedirse.

Saber que solo necesitaba de mi aprobación para concretar un acto que quería hacer desde hacía tres horas me llenaba el pecho de un control impresionante e inflaba mi ego como globo conectado a bomba de aire. Me gustaba que necesitara de mi de esa manera.

La mano de Craig volvió a situarse en mi pierna y subió con cuidado. Estoy seguro de que fue la excitación del simple comentario de Tom lo que me hizo tomar su mano y ponerla directamente en mi entrepierna. Lo miré sonriendo y anuncié que iba al baño. Claro que no tardó mucho para que me siguiera y entráramos al baño desesperados. Me cercioré que no hubiera nadie en el bañó y trabé la puerta para empujarlo contra esta y comer su boca a besos.

Quería desabrochare el pantalón, bajarlo y hacerle la mejor mamada de su vida, luego follarlo contra el lavamanos y hacer que se corriera gritando. Pero al llevar mis manos a su cabello todas las ganas se me fueron. Mis dedos no se podían perder en risos chocolate que no existían. Me separé de él y abrió los ojos y me enojé porque no eran como un océano basto que se volvía gris con la luz del sol. Miré la piel de su brazo y arrugué el ceño porque no era apiñonada, sus cejas no eran gruesas y no era Tom.

"Mejor otro día, pueden descubrirnos aquí" dije soltándolo y caminando al lavamanos para acomodarme el cabello.

"¿Es en serio?" Preguntó enojado "Quieres esto tanto como yo y-"

"No no no, ¿como sabes eso? No puedes decir algo así" dije con tono calmado y me acerqué a la puerta "Tranquilo, otro día, lo prometo" salí de ahí.

Craig no volvió a la mesa y treinta minutos después nos despedimos. Volví a la casa antes de las dos y lo primero que hice fue ir a la cocina por agua. Mientras bebía escuché el leve sonido del violín, proveniente de la planta de arriba. En silencio subí las escaleras y apoyé mi oreja a la puerta de Tom.

Era la primera vez que lo oía tocar y se escuchaba hermoso. Era una pieza triste y casi podía sentir el sentimiento emanar de él, me hacía sentir lo que él sentía y me transmitía cada gota de pasión que salía de sus poros. Me quité de la puerta de la entrada y fui a mi habitación, entré al baño y me apoyé contra la puerta de su lado sentándome en el piso con la cabeza contra la madera oyendo el violín. Cerré los ojos y el una parte más rápida sentí escalofríos por mi espalda. La piel se me puso de gallina cuando una nota grave fue bajando de tono y me hizo estremecerme.

Había encontrado un nuevo pasatiempo prohibido. Me quedé casi diez minutos con los ojos cerrados y la cabeza contra la puerta, solo escuchando cada nota y sintiendo cada sensación que mandaba escalofríos por mi cuerpo. Hasta que se detuvo. Estaba a punto de quejarme cuando oí la puerta de su cuarto abrirse. Gateé al baño y cerré la puerta.

"¡Rex!"

Tiré de la cadena y salí acomodándome el pantalón. Lo miré y me lavé las manos preguntándole qué pasaba.

"Nada, creí haberte oído pero no estaba seguro"

"Oh, llegué hace unos minutos" dije dejando la toalla con la que sequé mis manos junto al lavabo "Alcancé a escuchar un poco por cierto" dije como si no fuera la gran cosa.

"Oh"

"Me gustó"

"Oh"

Nos quedamos en silencio. Me molestaban los silencios y aunque este no era incomodo, estaba cargado de cosas sin decir y que ninguno se atrevía a hablar. Quería gritar para que dejara de haber silencio y luego empujarlo contra la pared y comer su boca a besos.

"¿Pedimos algo de comer?" Le pregunté.

"Sí, claro"

Ordenamos pizza y comimos en la sala viendo la televisión. Después de cuatro rebanadas me tiré en la alfombra boca arriba y sonreí al sentir a Tom hacer lo mismo junto a mi. Me di media vuelta para verlo y él hizo lo mismo. Solo nos quedamos unos segundos viéndonos, sin hacer nada más, yo totalmente perdido en sus ojos verdes y azul con la esperanza que él estuviera en la misma situación. Pero no podía saberlo, lo que me causaba un poco de frustración.

"¿Aún quieres ir a la fiesta?" Le pregunté.

"¿Tú quieres ir?"

"Me da igual"

"Vamos" dijo después de unos segundos de contemplación.

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