Capítulo 37

22.6K 1.2K 437
                                    

Hace tres días que llegue a Londres y casi todo ha vuelto a la normalidad en mi vida.

Aunque tengo que admitir que mi vida nunca va a volver a ser igual, no después de sentirme tan viva en los brazos de Dan.

Ahora mismo podría estar diciendo que jamás debí permitir que las cosas llegarán tan lejos con él pero la verdad es que a pesar de todo no me arrepiento.

No puedo hacerlo, no después de volver a sentir esa sensación vertiginosa que se apodera de mi cuerpo cuando estoy en presencia del pelicastaño, no después de derretirme en su boca y dejar que reclamará cada rincón de mi cuerpo con sus manos.

Es verdad que Dan y yo nos hemos lastimado tanto, probablemente las decisiones que tomamos en el pasado nunca dejarán que nuestros caminos se vuelvan a juntar y a pesar de eso me siento liberada.

¿Por qué?

Fácil, desde el momento que me despedí en el aeropuerto de él sentí que ya todo ha terminado, que no nos debemos nada, y una inmensa paz me invadió por completo porque al fin han cesado los años de sufrimiento en los que creí que Dan me odiaba.

Se que de nada me sirve desear poder cambiar el pasado, se que no es posible retroceder el tiempo para nunca haberle ocultado la verdad de mi corazón a Dan.

Los dos somos los culpables de que nuestra relación haya fracasado.

—No puedo creer lo sudado que estoy después de mi rutina —anuncia Ryan al poner un pie en la sala.

Vuelco mi atención a él, incorporándome enseguida de mi posición boca arriba en el mueble, el chico de cabello oscuro tiene toda la cara sudada y roja mientras que su pecho sube y baja debido a su rutina física. Él hace cuarenta y cinco minutos que se encontraba en la habitación del pequeño gimnasio que tenemos en el departamento.

—Aun asi te sigues viendo sexy —digo y le guiño un ojo.

Ryan por su parte se infla en su ego de macho porque sabe lo bueno que está, así que para bajarlo de esa nube hablo de nuevo.

—Pero báñate rápido porque la cena en esta casa no se prepara sola —su ceño se frunce.

—No chiquita, yo hice el almuerzo y a ti te toca la cena —dice serio y pone sus manos a ambos lado de su cintura.

—Está bien, pediré una pizza —digo tomando el teléfono de la pequeña mesita.

—Cristal, sabes que me gusta la comida casera —réplica de nuevo en su misma postura.

Pero yo no estoy dispuesta a ceder, soy un asco en la cocina y sé que igual terminaremos comiendo pizza en cuanto se queme lo que sea que intente cocinar.

—Entonces deberás cocinar tu —le saco la lengua y un suspiro de frustración sale de su boca.

—Tenemos un trato —dice avanzando un poco en mi dirección.

— ¿Podemos negociar de nuevo? —pido con un puchero.

—Está bien —acepta resignado—Mientras cocino, tu deberás lavar mi ropa.

Mi mirada lo recorre de pie a cabeza, su ropa esta empapada de sudor, una mueca de asco se apodera de mis labios pero la reprimo después de todo la maquina hará el trabajo por mí.

—Trato hecho —digo y me acerco para estrechar nuestras manos y él tira de mi para besar mi mejilla.

Ryan se quita su camisa y luego el calentador sólo quedando en bóxer delante de mí, dejándome muy claro que ese cuerpo se debe a su estricta rutina y sobretodo a su correcta alimentación.

CORAZÓN DE CRISTAL{✔}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora